Crítica de libros

Una vida en dos cuadernos

Una vida en dos cuadernos
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No todas las historias familiares son interesantes. No lo son, al menos, por el simple hecho de ser familiares, sino por otra cosa: porque transmiten una experiencia de vida que trasciende cualquier clase de vínculo y termina perteneciendo, en definitiva, a todos, especialmente cuando se trata de una historia que está atravesada por el dolor, por la guerra, aunque también por el amor, el arte y la capacidad de redención que a veces se encuentra al final del camino.

«Guerra y trementina», en ese sentido, es una interesante historia familiar en la que su autor, el notable novelista, poeta y escritor belga Stefan Hertmans, recrea la biografía de su abuelo, Urbain Martien, quien poco antes de morir le dejó como legado dos gruesos cuadernos de notas en los que contaba nada menos que el relato de su propia vida: la de un héroe discreto, marcado por las heridas de la Gran Guerra y del amor y por las tragedias que sacudieron Europa en el siglo pasado.

Recuerdos dolorosos

Hertmans, según cuenta al comienzo del libro, recibió el par de cuadernos de su abuelo en 1981, pero no quiso leerlos de inmediato: tenía miedo de encontrarse con recuerdos familiares, algunos dolorosos, que no era necesario desempolvar. De todos modos, treinta años después, y cuando estaba a punto de cumplirse el centenario de la Primera Guerra Mundial, a Hertmans le invadió la curiosidad por saber qué había en ellos y se puso a leerlos. Y con lo que se encontró fue con el relato de la vida dura, intensa, que había vivido su abuelo, y contado por él mismo.

Dividido en tres partes, «Guerra y trementina» aborda, entonces, con recursos prestados de la novela, de la autobiografía y del ensayo (también de las imágenes familiares) una historia inmensa que, si bien tiene que ver con el pasado, es un viaje continuo, permanente, entre la memoria y el presente. Así, mientras en la primera parte reconstruye la vida de su abuelo en Gante (el trabajo en una fundición de hierro, la pasión por la pintura y el arte que le había transmitido el padre), en la segunda se introduce directamente en el corazón del libro y de la Gran Guerra: allí describe, a través de las propias palabras de su abuelo, un escenario de horror, de miseria, de muerte.

Finalmente, en la tercera parte retoma el relato para contar con todo lujo de detalles cómo fueron los últimos sesenta años de su abuelo y desvelar un secreto amoroso que Urbain Martien había guardado con celo en el fondo de su memoria para que su nieto, bastantes años después, se encontrara con esta interesante historia familiar y pudiera, por fin, ponerlo por escrito.