Will Gompertz: «Quiero destruir el mito del artista»
Will Gompertz / Historiador. Su especialidad es derrumbar falsas leyendas. Demostró que el arte contemporáneo es un conocimiento que está al alcance de todos. Ahora, también, que cualquiera puede ser un genio.
Su especialidad es derrumbar falsas leyendas. Demostró que el arte contemporáneo es un conocimiento que está al alcance de todos. Ahora, también, que cualquiera puede ser un genio.
Will Gompertz gasta la sonrisa de un hábil profanador. En un mundo sin ideologías ni altares, él entró con el látigo en el último templo sagrado: el arte contemporáneo. Con su anterior libro, «¿Qué estás mirando?», se convirtió en un nuevo Prometeo: arrancó las llaves del conocimiento a esos sacerdotes laicos que son los críticos y se las entregó al público. Ahora, ha regresado para derrumbar otro muro: el mito que rodea a los creadores. En «Piensa como un artista» (Taurus) desvanece los tópicos y las erróneas tesis que los encumbra como personas por encima de lo normal y tira abajo la equivocada creencia de que sólo unos pocos pueden llegar a ser genios. Y condensa su revolucionaria teoría en una sentencia: «Tú también puedes serlo».
–Afirma que en el futuro se valorará más la creatividad.
–Los robots nos han puesto en una posición amenazada. Ellos harán las tareas que antes hacíamos nosotros, como la contabilidad, el derecho... Eso plantea una pregunta: ¿cuál será nuestro papel en el futuro? Y lo que los humanos podemos hacer es lo que los robots no pueden por ahora: tener ideas, el poder de la imaginación, hacer que un sueño se convierta en algo concreto. Es una capacidad increíble que no habíamos apreciado lo suficiente.
–¿Este libro es de motivación?
–La verdad es que todos somos artistas, no importa que el campo sea la ciencia, la ingeniería, las matemáticas o el comercio. Todos requieren creatividad y cada uno de nosotros tenemos la capacidad de pensar igual que un artista. Un ejemplo: dos personas diferentes emplearán distintas palabras para describir un vaso. Eso sucede porque cada uno tiene la habilidad de ver el mundo de una manera particular. Todos somos iguales, pero todos tenemos una perspectiva única. Lo que debemos hacer es encontrar nuestra voz.
–Afirma que los artistas son empresarios. Eso contradice su imagen romántica.
–Pero es la verdad. Nadie es tan emprendedor como ellos. La imagen de que se mueren de hambre y no entienden lo que sucede a su alrededor es falsa. Sienten una enorme curiosidad y eso es lo que alimenta su talento. Los artistas son responsables de su persona y su arte. Y sólo ellos dependen de sí mismos. Si alguien quiere ser artista, debe ser independiente tanto mentalmente como de los medios. Tienes que encontrar y expresarte con una voz propia. Es tu tarjeta de visita. Sólo uno puede ser Miró o Picasso, es verdad. Pero una vez que hayas conseguido tu estilo, puedes lanzar ideas al mundo. Los artistas lo hacen como empresarios. Ellos tienen una característica: consiguen que algo que costaba dos o tres euros, como un lienzo o unas pinturas, valga tres millones o que se convierta en algo que no tiene precio. Hay que aprender en ese sentido. Ellos son los mejores gestores de su marca personal.
–¿No le gustaba la imagen que rodea a los pintores y a los escultores?
–Quería destruir el mito del artista. Cualquiera puede tener una idea y realizarla. Un científico lo hace cuando tiene respuestas a sus preguntas. La sociedad tiene una idea fetichista de los creadores.
–¿Qué los vuelve obsesivos?
–La creatividad es tener ideas valiosas y eso es difícil. Hay que tener un conocimiento profundo. Para conseguirlas se requiere soledad, pasión, pensar en tu meta en serio. Ésas son las semillas de las ideas. Sin conocimiento y curiosidad, las preguntas adecuadas no surgen. Los artistas se centran en un tema. Ponte en su lugar: cuando estás encerrado estudiando un tema, no puedes salir con los amigos. Puede parecer egoísta y nada razonable, pero lo que sucede es que está apasionado. La creatividad no saca siempre lo mejor de la gente. De hecho, los artistas pueden ser aburridos, egoístas, aunque sus resultados son increíbles. Cézanne tenía un trato muy difícil, pero cambió el mundo con su apuesta pictórica, que fue el primer paso hacia la abstracción. Hizo eso porque pensaba como un artista, se planteó las cuestiones adecuadas y tenía interés por lo que le rodeaba.
–Aparte de empresarios, también pueden ser marcas, como puede ser el caso de Jeff Koons o Damien Hirst.
–Hirst, Leonardo y Warhol son iguales. Responden a la demanda y la oferta. Venden su marca. Un cuadro puede valer 1.200 euros en una subasta hasta que alguien se da cuenta y dice que es de Leonardo da Vinci. Entonces su valor pasa a ser 120 millones. Es la ilusión del arte. Nos obsesionamos con el dinero y es decepcionante. Tenemos que valorar el arte por su mérito y no por su valor financiero. El arte es arte por la creatividad, no por el dinero, por su contribución a hacer del mundo un lugar mejor. Los grandes artistas no trabajan por dinero. Nosotros no escribimos para ganar dinero, sino para comunicarnos y compartir una idea. El dinero corrompe. Sólo hay que ver la crisis económica y bancaria. Debemos romper las normas y desafiar la visión comercial que prevalece.
–Hay que dejar de leer quién ha hecho el cuadro y apreciar la obra en sí misma...
–Sí. Tenemos que estar preparados para eso. Estamos obsesionados con mirar la etiqueta que acompaña a los cuadros. En el Museo del Louvre hay gente que pasa al lado de grandes maestros sin ni siquiera mirarlos porque sólo van a ver la «Mona Lisa», una obra que actualmente está protegida por un cristal antibalas y que nunca la veremos suficientemente bien porque, además, está rodeada de un montón de gente. Debemos cambiar esta actitud, dejar de pensar en el dinero, la fama y, también, lo que los críticos dicen.