Londres consagra la «Sorollamanía»
Vive un excelente momento: sus obras son un reclamo en subasta, tiene compradores fieles y la exposición «Visiones de América», que recalará en Madrid en otoño, se abre el día 29 en San Diego
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Cuando Joaquín Sorolla decidió poner rumbo a Estados Unidos sabía que apostaba sobre seguro. Eran otros tiempos, bien es verdad, pero su pintura cautivaría a los norteamericanos: Nueva York, Búfalo, Boston, Chicago y San Luis se rindieron a su pincelada. En la ciudad de los rascacielos, el pintor, nacido en Valencia en 1863, fue el rey, ya que en 1909 consiguió que más de 150.000 personas se acercaran a ver sus obras. Hablamos de finales de la primera década del siglo pasado, pero su semilla aún hoy sigue vivísima. «Allí gusta especialmente, entre otras cosas, porque encaja con ese espíritu que tiene de disfrute de la vida y con la manera de ser americana. En 1989 hubo una importante retrospectiva comisariada por Edmun Peel en Dallas y la recuerdan como la más importante que se ha hecho en la historia del museo», explica Blanca Pons-Sorolla, bisnieta del artista y que actualmente da los último toques a la muestra que se inaugurará en San Diego (California) y que, posteriormente, ya en otoño, recalará en la fundación Mapfre de Madrid.
Tiene mil anécdotas, como el hecho de que cuando solicitaron el cuadro de su abuela María a Dallas, «inmediatamente nos pidieron que la exposición se pudiera ver en San Diego. El director del Museo Meadows de la ciudad, donde también se ha podido ver, y que es quien se ha encargado de la coordinación, accedió, y ahora estamos apunto de inaugurar», asegura.La muestra, que se abre al público el día 29, coincide con lo que podríamos denominar una «explosión sorollista», un interés inusitado por la obra del pintor, que alcanza buenas cotizaciones en subasta y que vuelve a despertar el gusto del público. Hoy saldrá a la venta en Christie's de Londres «Miedo al agua», pintado en la playa de la Malvarosa en 1909, cuando el pintor estaba en la cumbre de su fama internacional. Como «precioso» define Pons-Sorolla este lienzo. Y añade un plus: «Posee todo lo que al gran público le puede atraer de él: una medida fácil que hace que su transporte no sea un obstáculo o se convierta en algo engorroso, y es muy suelto, alegre y de moderna composición. Además, la gama cromática resulta tan brillante... Esperemos que las expectativas que hay depositadas en esta obra se cumplan», añade, ya que desde la casa de subastas apuntan a que podría alcanzar al martillo más del millón de euros (el precio estimado está entre los 600.000 y 960.000 euros, es decir, entre 800.000 y 1,3 millones de dólares). Desde 2003, Sotheby's, por ejemplo, ha vendido 55 trabajos de Joaquín Sorolla por un precio total de 63 millones de dólares (46 millones de euros).
¿Quién es hoy el comprador de Sorolla? «En los últimos años abunda el europeo, aunque tiene un público muy fiel en Estados Unidos, donde es muy querido. Me encantaría que se vendiera, aunque desprenderse de un cuadro suyo siempre cuesta, resulta doloroso. Éste procede de la testamentaría y fue adjudicado a su hija pequeña», señala. Para Edmud Peel, uno de los expertos que mejor conoce la producción del valenciano, «está teniendo un buen momento en el mercado, aunque sus obras tienden a ser bastante desiguales de calidad. Últimamente, y quizá a raíz de las espléndidas exposiciones que se están celebrando en Estados Unidos, asistimos a una recuperación de lo que yo llamaría el espíritu del mercado original del pintor, que no distingue entre las obras de playa y los otros temas que pinta. A quien le interesa de verdad se guía por la calidad y si tiene el dinero suficiente, lo paga. El momento para él es uno de los mejores», dice. Advierte de que no se sitúen las expectativas demasiado altas: la venta de un lienzo como «El beso», por el que Blanca Pons siente una especial predilección, quedó desierto días atrás en Christie's. Ella lleva años trabajando en el catálogo razonado de su bisabuelo. Define el trabajo como «ingente» y le está costando que salga a la luz y avance tanto por el coste como por la cantidad de obras que ha de reseñar, nada menos que 4.000, dibujos aparte: «Es un trabajo de vida y a ello me dedico. Las diferentes exposiciones que se organizan por todo el mundo me posibilitan que conozca nuevos datos sobre lienzos que estaban en paradero desconocido. También me permite investigar y así poder recopilar, fechar u obtener la mejor foto de una obra».
Falsificado y perdido
Tan querido fue y es Sorolla como falsificado: «Superan ampliamente las 1.500 obras. Llevan su firma "J. Sorolla"y gran cantidad son falsas atribuciones y otras meras copias realizadas con mejor o peor fortuna, utilizan su estilo y su pincelada con el único objeto de beneficiarse de una rentabilidad económica. Los hay tanto antiguos como actuales. Ya en 1911 la Prensa recogió que él había descubierto una gran cantidad de pinturas falsas que mandó quemar inmediatamente. Ocurre con todos los artistas y él es bastante goloso, tanto por su éxito como por sus cotizaciones. En Argentina, por ejemplo, durante su época de máxima prosperidad, se contabilizaron cantidades enormes de obras falsas», explica. ¿Y redescubrimientos? «Me ha pasado en bastantes ocasiones, localizar una obra que creía perdida o en paradero desconocido, que también son bastantes. Fíjate que sólo en 1909 vendió más de 300 obras. Sabemos de muchas porque dejó constancia a través de sus cartas a Clotilde, su esposa, en ellas las nombra y dice que las cobró, pero no sabemos dónde pueden estar. De algunas sabemos que existen por una fotografía y poco más», apunta su bisnieta. Eso le pasó por ejemplo con el retrato del pintor Ralph Clark, que aparece con sus atributos de pintor y en el fondo del retrato aparece un fragmento de «Las Meninas», uno de los hallazgos más celebrados por Pons-Sorolla.