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Luis Hurtado: la pasión oculta de Lorca

El suyo es uno de los nombres olvidados en la biografía del poeta. Una serie de documentos hasta la fecha inéditos permiten saber algo más sobre quien fue una sus últimas obsesiones.
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  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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El suyo es uno de los nombres olvidados en la biografía del poeta. Una serie de documentos hasta la fecha inéditos permiten saber algo más sobre quien fue una sus últimas obsesiones.
El 11 de marzo de 1937 hacía algo más de medio año que las autoridades sublevadas en Granada habían asesinado a Federico García Lorca. El poeta era uno más de los muchos hombres y mujeres que el Gobierno Civil de la ciudad de la Alhambra había hecho desaparecer, era alguien a quien se había eliminado sin previo juicio por ser considerado un enemigo. La prensa republicana había tratado valientemente de aclarar si Lorca había sido asesinado, tal y como lo apuntaban los rumores, pero era poca la información que se podía obtener de los sublevados granadinos. En los medios del bando franquista no se publicaría nada sobre la muerte de Lorca hasta ese 11 de marzo de 1937.
En esa fecha, el diario fascista «Unidad», editado en San Sebastián, daba a conocer un homenaje poético a Lorca bajo el título: «A la España imperial le han asesinado su mejor poeta». Su autor era Luis Hurtado Álvarez y en su texto trataba de demostrar, muy equivocadamente, que, de no haber muerto, Lorca se hubiera acercado al falangismo. Era una manipulación de la historia tratando de describir al poeta como alguien cercano a los postulados joseantonianos, pero probablemente era la única manera que tenía el autor para escribir sobre Lorca a quien, por cierto, no citaba por su nombre en ningún momento. El texto se divulgó en algún otro medio falangista, causando tal revuelo cuando vio la luz en «Antorcha», un semanario editado en Antequera, que el director del mismo, Nemesio Sabugo Gallego, y algunos de sus colaboradores fueron detenidos por las fuerzas militares franquistas. El motivo del revuelo habla por sí mismo: los partidarios de Franco no les hacía ninguna gracia que una revista falangista dedicara sus páginas a Lorca y que se mencionara su asesinato en Granada. Cuando a Sabugo Gallego se le preguntó por el paradero de Hurtado, solamente pudo responder que pertenecía a una agencia de colaboración en Salamanca. Desde Antequera se ordenó la detención del autor del artículo, pero nunca pudo ser localizado porque en realidad donde estaba era en San Sebastián. Lo que nadie sabía en ese momento es quién era Luis Hurtado Álvarez y sus motivos para escribir ese texto.
Hace unos meses pude acceder a una carpeta con una serie de documentos que pertenecieron a Luis Hurtado Álvarez. Habían pasado de un librero de viejo a una colección particular. En el interior de la carpeta se guardaba la hoja de respeto de lo que había sido un ejemplar de la primera edición de «Bodas de sangre», aparecida en la Editorial El Árbol en 1935, bajo el cuidado de José Bergamín. En ella Lorca escribió: «A mi queridísimo amigo Luisito Hurtado perdido en esta selva de Madrid. Con un abrazo de su amigo que no le olvida Federico Madrid 1936». La firma iba acompañada de uno de esos dibujos con elementos vegetales que tanto le gustaba hacer al poeta. Indudablemente es uno de los últimos dibujos de Lorca antes de dejar Madrid para encontrar la muerte en Granada en el sangriento verano de 1936. La dedicatoria, tan afectuosa, denota que hubo una amistad entre Lorca y Hurtado que se remonta hacia 1934, algo que sabemos gracias a otro libro localizado recientemente en una colección privada por Ian Gibson, biógrafo de Lorca. Se trata de un ejemplar de la «Oda a Walt Whitman», que Lorca publicó en México en una muy limitada edición de 50 ejemplares que distribuyó entre sus más cercanos amigos. Es en este poema, como dice Gibson, donde Lorca afronta con mayor transparencia su «problema» con la homosexualidad. Por ese motivo fue muy cuidadoso escogiendo a los lectores de esa edición limitada, aquellos que lo pudieran comprender bien. «Para Luis Hurtado Álvarez, recuerdo cariñoso de Federico García Lorca Madrid 1934» reza la dedicatoria que el poeta le escribió en la primera página de ese ejemplar que hoy afortunadamente todavía se conserva.
Pero ¿quién era este joven? Nacido el 27 de enero de 1917, era hijo de Luis Hurtado Girón, un célebre actor que fue el secretario personal del Premio Nobel de Literatura Jacinto Benavente. Fue precisamente el autor de «Los intereses creados» quien presentaría al joven a Lorca. Así lo han recordado para este diario sus sobrinas, las actrices Teresa y Fernanda Hurtado: «Nuestro tío Luis y Lorca se conocieron en un bar de Madrid que se llamaba Los Italianos, donde los presentó don Jacinto». Las dos hermanas apuntan, además, que el establecimiento, situado en la carrera de San Jerónimo, era punto de encuentro de homosexuales en el Madrid de la Segunda República. «Era un tema tabú en aquella época. Nuestro padre, Diego Hurtado, defendía a don Jacinto, mientras que nuestro tío Luis a Lorca. Ellos no eran homosexuales y en aquella época había otra mentalidad, pero los defendieron, algo que casi les cuesta la vida a ambos, a nuestro padre y a nuestro tío», aseguran Teresa y Fernanda. Diego Hurtado escondió a Benavente durante la Guerra Civil «en un desván como Ana Frank», como rememoran sus hijas. Luis, por su parte, se atrevió a dedicarle un texto en el bando franquista que provocó una orden de detención contra él.
Mucho carácter
Que Lorca y Benavente se conocían es sabido, aunque no se puede hablar de una profunda amistad entre ellos. «Eran rivales y los dos tenían mucho carácter, pero después de estrenar volvían a hablar como siempre», apuntan las Hurtado. En este sentido, cuando el 28 de diciembre de 1934 tiene lugar el ensayo general de «Yerma», la última tragedia lorquiana, Benavente será una de las tres «barbas ilustres» que asista a la función junto con Ramón María del Valle-Inclán y Miguel de Unamuno. Es precisamente en esas fechas cuando Luis Hurtado Álvarez le escribe a Lorca una de las dos misivas conservadas en la fundación que lleva el nombre del autor granadino. Otra carta, de 1935, hace referencia a la publicación del «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías», una elegía que inspiraría dos años más tarde «Gráfico de los huesos sobre tierra» donde Luis quiso rendir homenaje póstumo a su amigo granadino.
Las hermanas Hurtado hablan con admiración de su tío y reconocen que es la primera vez que alguien les pregunta por aquella amistad lorquiana. «Mis tíos y nuestro padre eran muy guapos, la sensación del Madrid de ese tiempo y además vestían con modernidad. Nuestro tío Luis era muy hombre, como le gustaba a Lorca», explican. Cuando el autor de estas líneas les pide saber si hubo algo entre el autor de «Bodas de sangre» y él reconocen que «no lo podemos asegurar porque desconocemos mucho del tío Luis. Había cosas de las que no hablaba porque era muy estricto con su vida privada. Pero ¿cómo no se iba a amar a Lorca? Él le prestaba su belleza y Lorca su inteligencia».