Mamen Godoy: «Si me asomara al balcón podría liarla parda»
«La Maricarmen (Un balcón al aire)» se representará hasta el 6 de noviembre en el Teatro Fernán Gómez.
«La Maricarmen (Un balcón al aire)» se representará hasta el 6 de noviembre en el Teatro Fernán Gómez.
Es un divertido musical para paladear los sinsabores de la vida. Un espectáculo teatral que trata sobre el desaliento y la constante búsqueda de la felicidad. Si llegaran mejores tiempos, a La Maricarmen la pillarán cantando en su balcón no menos de cinco canciones por jornada. Y bebiendo cinco copas diarias para pensar que es feliz sin serlo. Convierte maldiciones en bendiciones, demostrando que «soñando siempre hay posibilidades de ser felices y de tener éxito en la vida».
–Lo suyo es un canto a la esperanza.
–Es comedia, tragedia, esperanza y, sobre todo, resistencia. Hoy en día hace falta inteligencia emocional. Hay que olvidarse del bombardeo de noticias negativas y creer en uno mismo y en que la sociedad tiene una salida. El amor es lo único que puede salvar a la humanidad. A través de los sueños se puede ser feliz.
–Y los sueños no siempre son sólo sueños. A veces se cumplen.
–Por supuesto. Nosotros llevamos dos años y medio luchando por este proyecto y hemos soñado tanto que ahora estamos en el mejor sitio, de la mejor forma, recibiendo muy buenas críticas.
–¿Qué es lo más importante para encontrar la felicidad?
–Disfrutar de las pequeñas cosas. Deberíamos pararnos a pensar en aquello que nos hace felices día a día. La familia, llegar a casa y encontrarte con tu marido y con tus hijos... Eso que pasamos por alto es más importante que los grandes sueños.
–¿Cómo se asoma usted al balcón de su casa?
–La Maricarmen se asoma a cantar a la gente de la calle. Yo podría liarla parda. Mejor me pongo la bata.
–¿Balcones abiertos o cerrados?
–Abiertos, que corra el aire.
–Tenga cuidado, no se vaya a caer...
–No me caigo (risas). Y si me cayera seguro que habría alguien abajo para rescatarme.
–Es que «nunca se sabe quién puede estar pasando por la calle en ese preciso instante».
–Exacto. Jamás se sabe lo que puede pasar. Siempre hay que estar preparado y en forma, por si acaso.
–¿A quién le gustaría encontrarse?
–A George Clooney, pero no sé qué pensará mi marido de todo esto.
–¿Para qué?
–Para que me invitara a un café. Luego ya veríamos (risas).
–Si voy a verla, ¿la pillaré cantando?
–Si vienes a verme te canto para ti solo, fíjate lo que te digo.
–¿Y qué me cantaría?
–El «Venga alegría», que infunde mucho optimismo.
–Su personaje tiene mala suerte.
–La mala suerte también nos la buscamos. No se puede saber cuáles son las decisiones acertadas.
–Pero la buena suerte acaba pasando factura.
–La Maricarmen se lo pregunta. Lo ideal es tener el sueño correcto para soñar lo que realmente te dará la buena suerte. Hay que creer en la magia.
–¿La suerte se tiene o se busca?
–Se busca. Encontrar el lado positivo de las cosas es la única manera de sobrevivir.
–¿Cantar y beber son síntomas de felicidad?
–Cantar, desde luego. Beber es una forma de celebrar las cosas buenas de la vida. Hay que brindar siempre.
–¿La bebida ayuda a ser feliz?
–Una copita te anima, pero no más. Que nos ponemos malitos.
–¿Existen las borracheras de felicidad?
–Sí. Hemos sufrido tanto y todo está siendo tan bonito que ahora estoy borracha de felicidad.
–Tranquila, no tienen resaca.
–(Risas) Las otras no, pero estas las puedo aguantar perfectamente.
–¿Cómo enfrentarse a una vida triste y miserable?
–Soñando, siendo positivos e imaginando cosas buenas para uno mismo. Es pura metafísica. Al final se cumple.
–La veo muy soñadora. ¿Qué sueña?
–Poder vivir de mi profesión y ver crecer a mis hijos con salud y felicidad. Me gustaría hacer cine, rodar con Amenábar...
–¿Sueña despierta o dormida?
–Siempre estoy soñando. Hay veces que sueño tanto que no me entero de la realidad. Además, para dedicarte al teatro hay que soñar mucho. Si no, es imposible.
–¿Cuál debe ser la función del teatro?
–Es muy importante, porque crea conciencia. Es el reflejo de nuestra sociedad, el espejo donde mirarnos. Sin teatro, perderíamos el norte. Es ahí donde vemos nuestras miserias y virtudes.
–¿Cuándo comenzó su afición por la interpretación?
–La primera vez que me subí a un escenario fue a recitar una poesía en mi pueblo. El momento resultó tan mágico... Pero la afición real me vino en el instituto. Entonces tuve claro que era a esto a lo que me tenía que dedicar. Con esta obra mi padre me ha llegado a confesar que soy una artista de verdad.
–¿La Maricarmen, tal cual, con artículo incluido?
–Sí (risas). Para ser más cercana, de pueblo, llana.
–Ésta es una de las obras que el Fernán Gómez dedica a la figura de la mujer. ¿Continúa habiendo desigualdades?
–Necesita reivindicarse, un espacio y un reconocimiento. Claro que sigue habiendo desigualdades. Queda mucho trabajo por hacer. Continuamos cobrando menos que los hombres, por ejemplo. Y nos vemos obligadas a demostrar más sólo por el hecho de ser mujeres. Cuando se dejen de celebrar días de la mujer sabremos que somos todos iguales.
–Si la vida fuera una obra de teatro, ¿qué le gustaría ver cuando se subiera el telón?
–(Piensa) ¡Qué pregunta más difícil! Me gustaría ver una chimenea en una habitación súper cálida con una alfombra y una luz tenue... Y a George Clooney a mi lado (risas).
–¡Al final viene George Clooney a ver La Maricarmen!
–No sé si él vendrá, pero espero que venga mucha gente, porque seguro que les gustará.