Mariola Cantarero: «Sobre el escenario soy la más diva de las divas»
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Siempre lleva la sonrisa puesta. Es una soprano pata negra de la escuela de Granada, buena, muy buena tierra para la ópera. Tanto como Andalucía. Lean si no, y decimos sólo tres nombres para no aburrir: Carlos Álvarez, José Manuel Zapata, Ismael Jordi. Ella ha tenido un año muy completo y emprende el curso con energía, después de un verano en el que ha combinado placer (miren sino su relajo en el Hotel AC Santa Paula de Granada) y trabajo.
-¿Y cómo se alterna el «dolce far niente» y cantarse una ópera?
-Se combina bien y ha sido una experiencia maravillosa porque hacía años que no tenía unas vacaciones. Hemos estado en Santander descansando y de paso, pues dando algún concierto. Vamos, de vacaciones, pero cantadas (se ríe). En España y fuera porque también estuvimos en Aspen y nos quedamos con la boca abierta porque existe una afición enorme. Tienen hasta una asociación dedicada a Alfredo Kraus.
-Vamos, que no puede dejar de trabajar ni cuando hay que parar.
-Claro que sí, pero ésta era una oportunidad estupenda. ¡Anda que no he descansado! Hasta he buceado.
-¿Con botellas y todo?
-Pues sí. Tenía unas ganas..., y el año que viene me apunto al curso. De pequeñita ya tenía mucha afición: iba con mi padre a coger pulpos, pero no he tenido oportunidad de ponerme las botellas hasta ahora. Me ha guiado un amigo médico, que es un fan del submarinismo, me dio unas nociones y me advirtió de que no me asustase. ¿Te puedes creer que no gasté ni una gota de oxígeno de lo a gustito que estaba?. El fondo marino de la costa tropical de Granada es una joya.
-En el fondo del mar se desconecta a tope, ¿verdad?
-A tope. Y yo sentía esa necesidad, quería estar con mi amigos y mi familia. Arrastraba cinco producciones y ya no podía más. ¡Que tengo sólo una garganta!
-Trabajo, afortunadamente, no le falta.
-No paro. Lo próximo será ir a Santiago y grabaré un disco con Simón Orfila, que es un profesional estupendo y amigo. Serán dúos y arias de bel canto y así es como se va a llamar. Somos casi casi como hermanos. Será con la Sinfónica de Galicia. Y después ya lo presentaremos. También tengo proyectos fuera de España, pero no los desvelaré aún. Ya sabes, por si se gafan... y «El dúo de la Africana» en el Arriaga con Emilio Sagi, que me encanta. Me siento tan arropada con él... Hago todo lo que me pide.
-Da la impresión de que quisiera dar un giro a su carrera.
-Me apetece probar cosas nuevas, como ciclos de conciertos, por ejemplo. El nuevo director del Festival de Granada se plantó delante de mí y me dijo: ¿qué quieres hacer? Madre mía. Y le pedí un concierto en el Patio de los Arrayanes para el año que viene. Me apetecía tanto, un lugar tan bello, con un aforo más íntimo y en recital de piano. Cantaré las canciones de Falla. Es mostrar otra faceta más de Mariola.
-Año nuevo, ¿repertorio nuevo?
-Bueno, es nuevo en tanto que introduzco mucha más lírica, papeles algunos muy tremendistas, pero que entran de lleno en mi vocalidad. Hablo de «Lucrecia Borgia», «Semiramide». Los proyectos futuros están dentro de ese repertorio.
-Catorce años de carrera son unos cuantos.
-En mi repertorio soy joven, pero cuando pienso que llevo ya catorce años... Me parece mentira; lo que me han cundido. Hace unos días, fíjate, recibí un paquete del Festival de Pésaro, por los 25 años de la Academia Rossiniana, donde yo estudié. Era un libro precioso, lleno de fotos mías, qué lindo. Estábamos Juan Diego (Flórez), Daniella (Barcelona)... Se me cayeron lágrimas como puños al verlo.
-Con usted es fácil llevarse bien, pero ¿se hacen amigos que duren en la lírica?
-Claro que sí. Por mi carácter tiendo a crear vínculos fuera del escenario. Tengo las mismas amistades que cuando empecé y un cariño especial hacia Simón (Orfila) y Bros. A José Le admiro como profesional y como persona. Es un ejemplo a seguir y no solamente como tenor, sino por cómo ha sabido llevar su vida personal. Es un espejo donde mirarse. José lo da todo, se reinventa y conquista al público, que le adora.
-Malagueño él y usted, granadina; imagino que sentirá debilidad por Carlos Álvarez...
-Cuando yo estaba en el coro de niños de mi colegio y él ya se estaba haciendo un nombre y cantaba las segundas partes como invitado, cantamos juntos unas Navidades «El tamborilero». Yo tenía 13 años, vestía el uniforme del cole y llevaba calcetines. De la mano los dos, y Carlos tan guapo... Todas estábamos enamoradas de él. Y fíjate después, todo lo que ha pasado. Es adorable. Siempre me dice: «Mariola Cantarero, la famosa soprano gallega».
-Tiene otra debilidad: Robbie Willams.
-Bueno, es que me encanta. Y que no viene a España el tío. Recuerdo un concierto al que fui a verle a Berlín y otro en Barcelona, que fue una verdadera locura por mi parte, porque me desgañité por la noche y a la mañana siguiente cantaba. Pero mereció la pena.
-Estará contenta con el fichaje de Bale.
-Soy madridista hasta la médula. Me ecanta. Tiene cara de tío serio. Pero donde esté Ronaldo. ...Y te digo una cosa, que en persona gana.
-Escuchándola hablar es imposible pensar que usted vaya de diva.
-Soy muy distinta cuando estoy encima del escenario. Ahí soy la más diva de las divas. Para enfrentarte a 2.000 personas tiene que tener dentro algo fuera de lo común y yo sólo lo tengo sobre el escenario. Nosotros nos gustamos y disfrutamos porque sabemos que el público a su vez lo disfruta. Pero lo de diva, bien entendido: lo soy y lo digo con la boca llena. Y cuando me bajo y se apagan las luces, soy Mariola, la chica que hace punto de cruz, pulseras con abalorios y coge pulpos. Triunfar en el canto no es triunfar en la vida.