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Marvel, otra vez sin vergüenza

La Razón

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Director: David Leitch. Guión: R. Reese, P. Wernick, R. Reynolds. Intérpretes: Ryan Reynolds, Josh Brolin, Zazie Beetz. EE UU, 2018. Duración: 111 minutos. Acción.
Quién lo iba a decir, que Marvel tendría su propio Torrente, aunque más alto y musculoso, un zarrapastroso malhablado con la cara hecha un cuadro, eso sí. Aunque el del Atlétic tampoco es para enviarlo a un concurso de belleza. Y quién, nos seguimos preguntando, que contaría con su propia factoría «Scary», porque de lo que se trata en la primera y esta segunda entrega de «Deadpool» es de parodiar el cine de superhéroes a base de innúmeros «gags» irreverentes, de un humor grosero y ágil que no deja títere con cabeza, empezando por la debilidad del protagonista, el señor Lobezno. A lo que vamos: ya en la primera escena, Deadpool apura un cigarrillo (fumar, y sobre todo en Hollywood, es pecado casi mortal) mientras su propia voz en «off» dice cómo se ha suicidado. A lo bestia, faltaría, y les prometo que no es un «spoiler», sino los minutos que siguen de inmediato a los ingeniosos y «jamesbondianos» títulos de crédito. El motivo, nos lo callamos mejor. El mutante Wade Wilson (otra vez Ryan Reynolds, que también co escribe el guión y aporta una buena suma de su bolsillo para el presupuesto, de tonto no tiene un pelo) se enfrenta a un hierático Cable (Josh Brolin está sembrado), que ha secuestrado a un joven. Las razones de todo ello se van diluyendo paulatinamente a medida que se extiende el metraje y nos damos cuenta de que resulta un mero «macguffin» de David Leitch («Atómica» y poco más hasta ahora). Lo mejor de todo radica en que el bueno de Deadpool decide, para salvarlo, organizar un grupo de variopintos personajes, los X-Force. Les suena, claro. Que lo forman los impagables Domino, Estrella Rota, Negasonic, Zeitgeist, Yukio, Coloso y Bedlam. Y ahí se van para encontrar a Cable, que de vez en cuando recuerda a su mujer y la niña de ambos. Entre asombrosas escenas de acción (esa cámara lenta que Deadpool reclama...), un foco dramático de cachondeo y otras tantas raciones de momentazos cómicos (el guiño a «Instinto básico» con unas piernas menguadas no tiene desperdicio, mientras que el personaje del taxista convierte en oro todo lo que suelta por la boca), la película deriva hasta un apocalíptico colofón-fin de fiesta de esos que tanto gustan a la Marvel y los fans de tebeos pero a lo bruto para sacar la misma conclusión que tras ver la anterior entrega: el otrora tan soso Reynolds, que intuyo no se quitará el disfraz piojoso en mucho tiempo, ha encontrado a su gallina de los huevos de oro, aunque Deadpool jamás lo diría tan finamente.
LO MEJOR
El filme ofrece lo que se esperaba: una tonelada de «gags» groseros e irreverentes y, muchos, muy divertidos
LO PEOR
Al ser una segunda parte, la cinta ha perdido parte de su descaradísima, bruta e irreverente frescura