Minna Lindgren: «La manera ideal de leer mi libro es riendo y llorando»
Minna Lindgren es finlandesa, periodista y escritora. Su trilogía de
Helsinki, protagonizada por un grupo de mujeres mayores de 90 años, se convirtió en un best-seller en Europa.
Minna Lindgren es finlandesa, periodista y escritora. Su trilogía de
Helsinki, protagonizada por un grupo de mujeres mayores de 90 años, se convirtió en un best-seller en Europa. «Tres abuelas y un joyero de ida y vuelta» (Penguin Random House) es la segunda entrega de la saga, en la que Siiri, Irma y Anna-Liisa investigan las más que sospechosas reformas que sufre El Bosque del Crepúsculo, el centro para la tercera edad donde viven en Helsinki. El humor y el sarcasmo, pero también la crítica, salpican su investigación en todo momento.
–La han llamado la Agatha Christie del norte. Sin embargo, sus historias tienen más de comedia que de misterio. ¿Qué dificultades y ventajas le ofrece la comedia frente a la novela policiaca?
–Mi meta principal era escribir sobre las personas mayores, no escribir una historia de detectives. Las personas mayores de 90 años son la franja etaria que más rápido está creciendo en Finlandia, y
probablemente sea así en España también. Realmente creo que es hora de que nos enfoquemos en ellos. Nadie siente nostalgia de ser viejo, por lo que es especialmente interesante escribir sobre los ancianos. Honestamente, no encuentro razones para no tener curiosidad sobre nuestro futuro. En cuanto a que sea una comedia, para mí, el humor nunca es una dificultad. Al contrario, me resulta la manera más natural de ver la vida y encuentro que siempre otorga sensibilidad a los temas difíciles. Hacer crítica social sin un toque de sarcasmo implicaría escribir un panfleto político, cosa que no me gustaría hacer jamás.
–¿Por qué es la literatura una mejor herramienta para hacer estas críticas?
–Utilizo el humor y una trama basada en un crimen para que el libro se lea fácilmente. Leer debe ser entretenido, pero no únicamente. Cuando el lector se ríe, esa risa lo hace más sensible, por lo que las cosas impactantes realmente le afectan. La manera ideal de leer mi libro es riendo y llorando. Es posible cambiar la actitud de la gente, hacer que realmente reflexione sobre algunos temas, a través de las emociones.
-¿Por qué la sociedad moderna es tan cruel con los ancianos?, ¿Qué debemos hacer para que deje de ser así?
-Creo que debemos comenzar por cambiar nuestra propia actitud, no sólo culpar a los políticos y a la sociedad.
–¿Qué la llevó a comenzar a escribir sobre estos temas?
–Mis propias experiencias. Primero por mis padres, quienes nacieron en 1922 y murieron en 2008 y en 2010. Tenían una manera brillante der ver los últimos años de sus vidas y hablaban de manera natural del siguiente paso, es decir, de la muerte. Después de escribir algunos artículos al respecto para «Helsingin Sanomat», el principal diario de Finlandia, me quedé con la sensación de que me había quedado sin decir las cosas más importantes y que la ficción sería la mejor manera de hacerlo. El periodismo se concentra en cosas negativas: debe haber algo mal, algún problema, para poder escribir sobre los ancianos. Esto hace que la gente tenga miedo del futuro. Nadie quiere ser viejo. Pero para mí, ser mayor es algo muy positivo e interesante. Quería escribir sobre ancianos felices sin dejar de lado los grandes problemas que sí existen en torno a ellos.
–¿Por qué cree que sus libros son tan exitosos en España, a pesar de la brecha cultural entre ambos países?
–Porque no existe tal brecha cultural cuando hablamos de las personas mayores. En toda Europa la gente está viviendo más y más tiempo. Al mismo tiempo, los jóvenes tienden a tener menos hijos. Hay menos personas trabajando y más viviendo de sus pensiones. Es una cuestión social. Ser viejo es igual en todas partes, independientemente de donde vivas. Además, creo que el humor es un recurso humano básico.
–Claro, pero también es cierto que los ancianos han sido prácticamente olvidados por la sociedad en general, es una cuestión de una doble moral bárbara
–¡Ésa es la cuestión sobre la que quiero que mis lectores reflexionen!
–En el libro, las diferencias entre los jóvenes y los ancianos se notan mucho en cuanto a su relación con la tecnología. ¿Cree que los avances tecnológicos pueden ayudar a minimizar la brecha entre jóvenes y ancianos o que más bien hace todo lo contrario?
–La revolución tecnológica es difícil de comprender para las personas de 40 o 50 años; más aún para los mayores de 90. Supongo que estamos viviendo un gran cambio y, en este momento, tendemos a creer más en la tecnología que en cualquier otra cosa. Realmente creemos que cada aparato nuevo hace nuestras vidas mejores o más efectivas. Pero, al final, todos somos seres humanos –aunque tengamos 20 o 90 años– y nos necesitamos los unos a los otros, necesitamos amigos y humor y algo que nos haga mantener la curiosidad. Esto suele ser algo que los jóvenes tienen en común con las personas mayores. Pero, por alguna razón, solemos ser bastante conservadores y egoístas. Desde el punto de vista de la escritura, quise hacer ese enfrentamiento generacional porque es más facil mostrar los cambios por los que atraviesa nuestra sociedad cuando comparamos a los jóvenes con los más mayores. Todos viven en la misma ciudad y utilizan el mismo lenguaje, pero son incapaces de
entenderse entre ellos.