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«Mobydickmanía», locos por la ballena

Ron Howard ha rodado «In the Heart of The Sea», que recrea el fatídico viaje real del «Essex», el ballenero que inspiró a Melville
larazon

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La «Mobymanía» está desatada: películas, obras de teatro, cómics... Cierto que el clásico de Herman Melville nunca ha dejado de ser una novela de referencia desde que el autor de «Benito Cereno» y «Billy Budd» escribió su obra maestra en 1851. Pero su nueva vida en pantalla trae brisa fresca a las anteriores. No, no veremos a otro Gregory Peck enhiesto y barbudo –¿podría haber sido Liam Neeson, acaso Tommy Lee Jones?–, sino a un joven con el rostro vikingo del Dios del Trueno: Chris Hemworth. Claro, que su personaje no se llamará Achab, sino Chase, y fue real. Y es que «In The Heart of The Sea» (En el corazón del mar), el filme que ha rodado Ron Howard y que llegará a los cines en febrero de 2015, es y a la vez no es la historia de Moby Dick. Howard ha rescatado la menos conocida, pero novelesca odisea real que inspiró a Herman Melville. El escritor viajó a bordo de un ballenero –el Acushnet, que él transformó en Pequod– y allí, sin duda, oyó la historia de un gigante albino que atemorizaba a los más curtidos arponeros y capitanes: «Mocha Dick». Se cree que fue un cachalote, aunque no está comprobado. Tampoco que fuera el cetáceo que hundió el «Essex» aquel 20 de noviembre de 1820, aunque todo apunta, por la descripción de su violencia y tamaño –, a que tuvo que ser el mismo Mocha Dick que, en 1939, J.N. Reynolds describió en «The Knickerbocker», una revista mensual neoyorquina: «Este monstruo célebre, que había salido victorioso en centenares de batallas con sus perseguidores, era un viejo macho de cachalote, de tamaño y fuerza prodigiosos. Por efecto de la edad, o más probablemente por ser una deformidad de la naturaleza, como se ha exhbido en el caso del Albino Etíope, una consecuencia singular se daba: ¡era blanco como la lana!». No había dos iguales.
Canibalismo entre náufragos
El caso del Essex había saltado a la Prensa por varios motivos: no sólo por el ataque del animal, que llevó a pique al barco de Nantucket –la misma isla de donde Melville hace partir al Pequod, tras arrancar en New Bedford con la ya célebre invocación del narrador, «Llamadme Ismael»–, sino por todo lo que ocurrió después y que Melville omitió. Además, el escritor había leído los documentos, narraciones en primera persona, que dejaron años después algunos de los supervivientes. La influencia es innegable.
El «Essex» era un ballenero de 27 metros de eslora y 238 toneladas de peso. Partió de Nantucket, una isla en la costa de Massachusetts, en 1819. A su frente, George Pollard, Jr., un joven capitán de 28 años, al menos para nuestros parámetos. Entonces los hombres se formaban antes y a esa edad era normal haber hecho carrera en el mar. Las expediciones balleneras duraban meses, a veces años. El «Essex» cazó y navegó hasta que el 20 de noviembre se topó, en pleno Pacífico sur con el monstruo de todas las canciones antiguas. «Mocha Dick» embistió dos veces al casco, hundiendo a sus perseguidores a 2.000 millas náuticas de toda esperanza. Los 21 hombres de la tripulación sobrevivieron, subidos en tres botes, y arribaron a la isla Henderson, una pequeña posesión británica dentro de las islas Pitcairn, en la Polinesia de Oceanía. Allí, donde treinta años antes habían ido a dar los amtoinados de la «Bounty», encontraron sustento y agua dulce durante unos días. Pero se agotó, y tuvieron que volver a partir. Y aquí comenzó la verdadera historia: varados durante meses, fueron muriendo agotados, enfermos y deshidratados. Llegados a un punto, comenzaron a comerse los cadáveres. Cuando no hubo más, decidieron crearlos. Los cuatro últimos supervivientes, entre ellos el capitán, echaron a suertes quién moriría: le tocó a un joven primo de Pollard a quien éste, paradójicamente, había jurado proteger. Sólo dos hombres, Pollard y Charles Ramsdell, quedaban vivos, desorientados y royendo huesos humanos, cuando fueron encontrados por otro ballenero, el «Dauphin». Llevaban 95 días a la deriva. Otros tres marineros, en otro bote y en circunstancias similares, habían sido rescatados por un mercante británico dos días antes.
Con este material, y apoyándose en un libro de Nathaniel Philbrik, coguionista del filme, Howard, autor de «Apollo 13», «Una mente maravillosa» y «Rush», entre otras historias con mejor acogida en taquilla que entre la crítica especializada, tiene ya listo una gran producción, que promete devolver el sabor épico del gran cine clásico de aventuras del que ya ha trascendido un trailer y los primeros «flashes» de Moby Dick. Hemsworth dará vida a Chase, primer oficial y autor de una narración completa de los hechos que inspiró a Melville. «Estaba envuelto en la espuma del mar, que sus continuas y violentas sacudidas en el agua había creado alrededor de él. Y yo podía ver claramnte cómo golpeaba sus mandíbulas, como ensimismado en ira y furia», recuerda de su encuentro con el Leviatán. Junto a Hemsworth estarán Cillian Murphy, Brendan Gleeson y Ben Whishaw, que encarna al propio Melville. Y nuestro Jordi Mollá, en la piel e un capitán español. Y, como hizo John Huston con su «Moby Dick» en 1954, también Howard ha rodado en Canarias. Cinco millones de euros dejó su rodaje en La Gomera –también rodó en Lanzarote–, donde congtrató a 500 personas hace ya un año, entre noviembre y diciembre de 2013.

«Batavia», la otra tragedia a escena

La historia del Batavia –que puede verse en el Teatro Lara, en la obra homónima de la compañía Erre que Erre (dcha.)– fue también trágica. Pero el mal no lo encarnó una ballena blanca sino un boticario psicópata, Jeronimus Cornelisz. El mercante holandés naufragó en 1629 en un archipiélago de islotes cerca de Australia. Cornelisz se hizo con el poder, violó a mujeres y asesinó con apoyo de acólitos a al menos 110 de los náufragos, incluidos niños. Fue la historia que inspiró a William Golding para escribir «El señor de las moscas».

El detalle

LA PRUEBA DE QUE MELVILLE EMBARCÓ EN EL «ACUSHNET»
Mucho se ha debatido sobre si Herman Melville había viajado a bordo de un ballenero. Se sabía el nombre, el «Acushnet», pero no había pruebas. Hasta el pasado 28 de octubre, cuando apareció un documento en el que consta el nombre de Melville como parte de la tripulación, fechado en el año 1840 (debajo). El barco zarpó de New Bedford en 1841, cuando el autor tenía 21 años, con destino «al Océano Pacífico». Había firmado para realizar un viaje de cuatro años, pero apenas pasó dieciocho meses embarcado.