Salvador Pániker: adiós a la vejez lúcida
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El filósofo y escritor barcelonés, que tendió un puente entre el pensamiento de Oriente y Occidente, murió ayer a los 90 años.
Está previsto, para este mes de abril, la publicación del quinto de los dietarios de Salvador Pániker, los que abarcan los años 2004-2010, con el título de «Adiós a casi todo» (Literatura Random House). Ayer el propio autor, fundador de la editorial Kairós y presidente de la Asociación Derecho a Morir Dignamente durante dos décadas, se despedía de la vida a los noventa años. Había nacido en Barcelona, el 1 de marzo de 1927, de padre indio y madre catalana (uno de sus hermanos sería otro intelectual destacado, ya fallecido, Raimundo Pániker) y se convertiría en ingeniero y filósofo; pero, sobre todo, destacaría como animador cultural de primer orden, con proyectos como esa editorial enfocada a las tradiciones artísticas y religiosas orientales, fundada en 1964, con la que entonces era su esposa, la dibujante Núria Pompeia.
También tendría experiencia como profesor de Metafísica a partir de 1959, en la Universidad de Barcelona, y de Filosofía Oriental en la Autónoma de Barcelona, hasta 1973, e incluso haría una breve incursión política al ser elegido diputado por la provincia de Barcelona en las elecciones generales españolas de 1977.
Gran seductor y comunicador, Pániker era un intelectual reclamado en multitud de foros, una voz de gran autoridad en muchos ámbitos filosóficos desde sus primeros libros, como «A propósito de Sartre, la fe y los dioses» (1965), «Los signos y las cosas» (1969) y «Cibernética y budismo Zen» (1971). Cabe remarcar, por otra parte, «Asimetrías», del año 2008, por su significativo subtítulo, «Apuntes para sobrevivir en la era de la incertidumbre», y los de carácter totalmente autobiográfico. Nos referimos a sus dietarios, que se iban sucediendo y eran una forma de ver, entender, nuestro pasado más reciente: este arranque de siglo XXI marcado por las consecuencias globales de las decisiones políticas y el terrorismo. A su «Cuaderno amarillo», del año 2000, le siguieron «Variaciones 95» (2002), «Diario de Otoño» (2013) y «Diario del anciano averiado» (2015), que presentaba a un hombre ciertamente de edad avanzada, reflejando los años 2000-2004, pero con una actividad social e intelectual extraordinarias.
diarios de la realidad
Siguiendo el tópico antiguo, nada de lo humano le era ajeno a Pániker, que solía dar entrada en sus apuntes diarios a un sinfín de asuntos, algunos de clara deriva íntima, que motivaban la chismografía entre las gentes de su entorno literario, y otros en los que temas científicos o religiosos cobraban protagonismo. Al comienzo del que era su último libro antes de esa novedad del mes que viene, en referencia a su libro «Cuaderno amarillo», el autor definía lo que también valía para «Diario del anciano averiado»: «Mi libro es un diario. Un diario intenta resolver la ecuación entre literatura y vida, captar a ésta en el momento en que brota». Y así se veía cuando anotaba sus encuentros con mujeres amadas o escritores amigos, al transcribir diálogos donde el humor nostálgico y los toques de seducción campaban a sus anchas. «Un diario trabaja con el tiempo real, más acá del tiempo artificial de la novela», concluía.
Este tipo de escritura fue evolucionando hasta convertirse en todo un género híbrido, como él mismo explicaba, «de ensayo y autoficción. Anécdota y reflexión». Por eso, al lado de páginas muy personales o en demasía tendentes a vanagloriarse de la estima que todos le profesaban, había otras en verdad notables, de gran lucidez, como las que comentaban, por ejemplo en alusión a una cuestión de actualidad, algo que ahora en Cataluña es un debate continuo: por qué una pretendida nación necesita desligarse de un Estado. Asimismo, la eutanasia o el país de su ascendencia paterna, pues no en vano fue presidente de honor de la asociación Amigos de la India, eran temas habituales en él. Sociable y cordial, brillante siempre en sus apariciones públicas, Pániker disfrutaba al convertirse en personaje de sí mismo, en actuar para no aburrirse, y sacaba todo el meollo a la vida al mismo tiempo que alrededor iban desapareciendo colegas escritores (Cela, Luis Carandell, Vázquez Montalbán...) o miembros de su familia.
Los comentarios de tinte político, las reflexiones a partir de lecturas de ensayistas admirados, las impresiones sobre música, las teorías alrededor de la genética... Pániker estaba atento a todo y conocía y hablaba con quien había sido alguien en la España de las últimas décadas, y sus retratos, afilados, punzantes y precisos de algunas personalidades célebres destacaban sobremanera en estos libros con los que llegó al gran público y desnudó su alma y sus aficiones, siempre preparado para confidencias llamativas con las que incitaba al lector a descubrir algo nuevo cada día. Esa fue su verdadera filosofía: la curiosidad inagotable, cobijada en un espíritu coqueto, vanidoso, al que le encantaba comentar los piropos que recibía de mucha gente. Agasajos bien merecidos que, a partir de hoy, ya serán póstumos.