Mueveloreina: el equilibrio del pecado
A través de la música y la locura, el grupo de Karma Cereza y Joaco J Fox encendió el pasado viernes el Bilbao BBK Live con un espectáculo que hizo vibrar a un incansable público
A través de la música y la locura, el grupo de Karma Cereza y Joaco J Fox encendió el pasado viernes el Bilbao BBK Live con un espectáculo que hizo vibrar a un incansable público
El ritmo descarado y la realidad como compromiso. Eso es Mueveloreina. Un estilo sin etiquetas, un desparpajo sin máscaras, un grito al cielo desde el corazón y un relámpago que cae de lleno sobre cada centímetro que pisan. A cada zancada, un sarcasmo, a cada palabra, un terremoto que retumba como si de un movimiento a nivel mundial se tratara. Y, como personas, son estupendos: divertidos, naturales, espontáneos, “pasotas” a la vez que sinceros. Ella es Karma Cereza y él es Joaco J Fox. Ellos son Mueveloreina: un grupo de música que toca todos los aspectos de la vida y, claro está, de la música. Una pareja cuyo objetivo principal es el de hacer disfrutar respetando dos principales vías: por una parte, mostrar su propia personalidad, por otra, protestar por lo que consideran que lo merece. “Electrapical”. Electrónica, trap y tropical. Toda una mezcla cuya creación no ha sido en vano, pues no paran quietos. Su último concierto fue en el Bilbao BBK Live el pasado viernes, donde, gracias a su cercanía así como a la organización de Last Tour y Heineken, pudieron sacar un rato para reír y hablar a LA RAZÓN sobre su experiencia.
Su concierto rompió en Kobetamendi cuando ya asomaban las horas de la madrugada, cosa que no significó cansancio sino todo lo contrario: una exaltación que consiguió que el grupo se fusionara con el público como si fueran uno. “Somos un grupo de directos, hablamos con la gente y nos gusta que ellos sean partícipes de esto”, decía Karma Cereza, quien pone la voz durante casi todo el tiempo en su música. Ambos coincidían en que no les gusta que haya distancia entre micrófono y público, sino que les va más el equilibrio de cantar, tocar y bailar como si estuviesen a ras del suelo que hay bajo el escenario. “Al final hacemos lo que nos mueve a nosotros”, añadía Joaco J Fox -se encarga de poner ritmo a las canciones y de, a veces, cantar para acompañar a su compañera de escenario-, “y nos da igual la forma, el caso es que hemos logrado un equilibrio raro”. Tan extraño que su espectáculo concentró en poco tiempo tantos ambientes que parecía un viaje de punta a punta del mundo: trap, cumbia, momento de “relax”, y, de repente, a saltar.
Durante el espectáculo, cantaron varias de sus canciones como “Tiki tiki”, “Voy” o “Vivas”, además de “Hambre”, que es, como ellos llaman “el preámbulo de un nuevo disco muy reflexivo”. Entre canción y canción no hubo ni un minuto de descanso. Al contrario, un ritmo frenético que hizo al público darlo todo y conectar con ellos hasta tal punto que les pedían las canciones que iban interpretando dentro de una palpable improvisación. De hecho, “Hambre” la cantaron sin haberla siquiera ensayado y, por otro lado, "Voy"la interpretaron, por petición de los asistentes, una segunda vez. Simplemente, porque les apetecía a todos. ¿Por qué no hacerlo?
Un proceso a la inversa
Mueveloreina está en pleno desarrollo de un nuevo proyecto: desde hace un año están dando forma a “Carne”, un disco que, más que reivindicar, se centra en ellos y en su perspectiva sobre la vida. Es curiosa la manera con la que dieron con la letra del single (“Hambre”): “Primero les contamos a los que grababan nuestro videoclip los conceptos que queríamos tratar en el disco”, comenta J Fox, “después nos explicaron la idea que tenían para el videoclip y, de ahí, escribimos la letra”. Un proceso a la inversa. Un trabajo en el que todo el equipo coincide en la transmisión de cierto mensaje, pero respetando el estilo y las ideas personales de cada uno. Con esto, y gracias a la ayuda de Chicho Ortiga, están presentando y sacando adelante entre concierto y concierto una oda al cuerpo, concepto que, para entenderlo, solo hay que ver el videoclip. En él aparecen las palabras “sangre”, “esperma” y “lágrimas”. La protagonista es una prostituta que aparece como una figura que refleja la vida desde distintas perspectivas: “Estas tres palabras representan la vida en general y también a la prostituta”, explica Cereza, “ella es la que dice que le da igual la edad que tengas o en qué momento estés, pero no dejes de utilizarme y aprovecharme”. Porque, y esto casi lo dijeron al unísono, “la vida es muy 'puta', pero no hay mayor pecado que vivir la vida”.
El concierto que hizo vibrar a todo Bilbao y que lo volverá hacer este domingo en Benicàssim fue un repaso a todo el trabajo que ha hecho y sigue haciendo Mueveloreina. Ante la duda de por qué ese nombre, fueron claros: “Cuando sales de fiesta en el mundo del reggaeton siempre se insulta a las mujeres pero no, perdona, no somos lo que tu dices, somos reinas”. Entre esa seña de identidad y el apoyo hacia el movimiento feminista no hay límite que separe. Sin embargo, aunque ellos afirman que dicho movimiento por el empoderamiento de la mujer lo han seguido desde siempre, “ahora en el nuevo disco no queremos apelar tanto a lo político, porque estamos en un momento tenso de la libertad de expresión”, explican. Les han llegado a llamar incluso machistas, cosa que les ha dolido, que no entienden y por la que han decidido optar por la ignorancia durante un tiempo. “A la gente les cuesta mucho tener amplitud de miras y es que hay que ser críticos también con el feminismo aún cuando las cosas no se hacen bien”, confirman la cantante, “porque las mujeres no somos un grupo homogéneo, cada una somos un mundo”.
Mueveloreina es un altavoz, pero también es una reflexión de puertas hacia adentro. Son dos personas que llaman al disfrute y a la justicia en partes iguales. Que les interesa tanto hacer música como utilizarla como herramienta para bailar como si estuviesen esculpiendo sus propios cuerpos. Todo ello a partir de un espectáculo que, como dice J Fox, “es como si te hicieses una lista de spotify a medida”. Aunque están un poco en contra de lo digital: “El público joven a veces es un poco más desagradecido, porque a veces es frustrante ver en los conciertos que haya un móvil entre una persona y tú”. Por eso, apaguen las cámaras, abran los ojos y prepárense para un espectáculo dispar, alocado, pero con un hilo conductor: el de hacer lo que les da la gana, siempre y cuando llenen de ritmos y mensajes cada uno de los cuerpos que van a verlos.