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Murillo frente al espejo

Los dos únicos autorretratos del pintor se exponen por primera vez en 300 años en la National Gallery de Londres en una muestra que homenaje al artista
larazon

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Los dos únicos autorretratos del pintor se exponen por primera vez en 300 años en la National Gallery de Londres en una muestra que homenaje al artista.
Los dos únicos autorretratos conocidos del maestro sevillano Bartolomé Murillo (1617-1682) se exponen cara a cara, por primera vez en tres siglos, en una muestra sin precedentes de la National Gallery. La pinacoteca británica, una de la más importantes del mundo, realiza de este modo su particular homenaje al que es uno de los pintores más representativos de la Edad de Oro del arte español, cuando se cumplen los 400 años de su nacimiento.
El artista es conocido principalmente por sus pinturas religiosas y su representación de la vida corriente en la Sevilla del siglo XVII. Pero también era un retratista ingenioso, aunque a día de hoy solo se tiene constancia de 16 retratos suyos. Según Gabriele Finaldi, actual director de la galería londinense, asegura que «Murillo tenía una gran sensibilidad y habilidad para crear una conexión cercana con el retratado y definir su estatus social. Siempre ha sido muy admirado en el Reino Unido. Ya se encontraban obras suyas desde el siglo XVIII y sirvió de inspiración a varios artistas, como Gainsborough y Reynolds», matiza. La exposición ha sido elaborada en colaboración con la Frick Collection, de Nueva York, que recientemente adquirió el primer autorretrato, datado cuando el maestro tenía unos 30 años. Éste se puede contemplar por primera vez en 300 años junto al segundo autoretrato completado unos 20 años después, que forma parte de la exposición permanente de la National Gallery.
Lado a lado, las dos piezas evidencian el paso del tiempo, tanto por el cambio de los rasgos del pintor al envejecer como por el avance de las técnicas empleadas en el proceso creativo. Según la curator de la muestra, Letizia Treves, en el primer cuadro, Murillo se muestra joven, con la pinta «de un caballero, aunque no la de un pintor», enmarcado por una cartela de piedra con los bordes mordidos por el tiempo, probablemente, inspirada en las ruinas romanas que abundaban en Sevilla en el siglo XVII.
Para la experta, el ángulo y los colores con los que se representósugieren un sentido «de realismo y vitalidad», a la vez que el contraste con la roca evidencia «una manera de evocar su propia imagen como la de un pintor, cuya fama es capaz de sobrevivir al paso de los años». El segundo retrato representa al artista cuando ya se le consideraba indudablemente como el mejor pintor de Sevilla y, quizá por ello, Murillo decide mostrarse como el «gran pintor que es», rodeado de sus utensilios.
Enmarcado por un óvalo
Sin embargo, el elemento más representativo de esta pintura, añadió Treves, es que Murillo se dibuja enmarcado por un óvalo de piedra del que sobresale su mano derecha, ligeramente apoyada contra el marco como si fuera una ventana. Esta manera de representar a un sujeto es «algo completamente innovador, de una inventiva sin parangón, que Murillo se pudo permitir porque se estaba dibujando a sí mismo», precisó.
Entre los doce trabajos que componen la muestra también está presente el retrato del escritor sevillano Don Diego Ortiz de Zúñiga, cuya autoría se adjudicó a Murillo a finales del año pasado. Desde hace 150 años, el lienzo, ejecutado en torno a 1653, colgaba en las paredes de un castillo de Gales y se consideraba una de dos copias de la supuesta obra primigenia del artista. La otra se encuentra en el Ayuntamiento de Sevilla. Sin embargo, cuando el experto español Benito Navarrete Prieto, profesor titular de Historia del Arte de la Universidad de Alcalá, visitó el castillo de Penrhyn para examinar la pieza, concluyó que era original.