Aperitivos en el bufé libre musical
El mastodóntico Primavera Sound ofrece suculentos bocados de autor más allá de los grandes nombres
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El mastodóntico Primavera Sound ofrece suculentos bocados de autor más allá de los grandes nombres
La asombrosa maquinaria del Primavera Sound genera grandes titulares, enormes plusmarcas y cifras redondas como las masas de público que cobija. 55.000 personas diarias se achuchan en un recinto al límite de su capacidad. Las actuaciones de LCD Soundsystem, Radiohead, PJ Harvey y The Last Shadow Puppets hicieron las delicias de los miles de asistentes de la edición de este año, marcada por un sobresaliente en la calidad de los cabezas de cartel.
Sin embargo, en este bufé libre de la música hay momentos para tomar el aperitivo aunque estemos saciados. Por pura gula, por deleite de los oídos ahítos, hay siempre algo que echarse al gaznate auditivo. El Primavera Sound se caracteriza por eso: ofrecer cantidad de calidad a lo largo y ancho de su vasto territorio. Entre los seis escenarios del festival, hay uno muy particular. No más de 600 personas pueden entrar al Heineken Hidden Stage, habilitado en lo que suele ser un parking pero que se viste de coqueta sala de conciertos estos días.
Por ese exclusivo y reducido aforo han pasado, para desesperación de los centenares de personas que se quedaron fuera por no conseguir un preciado ticket (gratuito pero escaso), artistas como Lee Ranaldo, Lush, Peaches y los Hermanos Cubero, dentro de la campaña Live Your Music, que pretende ofrecer nuevas experiencias musicales más allá de los cabezas de cartel y descubrir al público nuevos estilos y formatos. Y la experiencia fue todo un éxito, ya que los tres días se agotaron los tickets que daban acceso a este formato cerrado y su singular propuesta.
Bajo esa signo de mezcla de bandas y estilos musicales discurrió su programación, como una declaración de intenciones que invita al público a disfrutar de la experiencia alrededor de la música en vivo, descubrir nuevas propuestas y talentos, en definitiva, abrirse al mundo. Uno de esos deliciosos aperitivos fue el concierto de Bob Mould, una de esas demostraciones de entusiasmo por la música que conmueven. Se presentó solo y loco de contento, con una guitarra eléctrica y su hiperactividad. Parecía un adolescente que canta en su habitación, con una actitud inocente, sin una sección rítmica que le acompañase. Fue una prueba tierna de amor a su oficio y es que Bob Mould se había comprado el abono del Primavera Sound para venir de público, antes de que le contratasen para actuar en el Heineken Hidden Stage, así que recibió el encargo como un placer.
El que fuera miembro de Sugar y Hüsker Dü mantiene intacta la ilusión y su concierto se volvió una demostración de fe. Mould apenas dejó tiempo entre canciones para los aplausos, que, eso sí, cosechó atronadores al final de su actuación como premio a su entrega. Él devolvió una enorme sonrisa.
Pero también ha habido bocados picantes, como la propuesta de Peaches. Solo la canadiense puede hacer un show de varietés vestida como una auténtica mamarracha. Solo ella puede sacar a dos bailarines disfrazados de vagina como complemento de un show estrafalario en lo musical tanto como en lo estético. Su concierto estuvo en las antípodas del de Mould, pero, una vez más, fue especial como todo lo programado en el Heineken Hidden. Quienes no la conocieran, alucinaron, y quienes sí, recibieron una versión condimentada de la canadiense.
Y si hablamos de sabores genuinos, es difícil encontrar algo más de sabor a tierra que los Hermanos Cubero. Nacidos en Guadalajara y afincados en Barcelona, los Cubero cultivan el romance y la jota alcarreñas con ritmo de bluegrass y country. Presentaban las canciones de su último disco "Arte y orgullo"(El Segell del Primavera) con su estética de Nick Cave castellanos y aunque pueda parecer una propuesta arriesgada para un festival como este, los Cubero convencieron a golpe de sabiduría popular.
Otra de las joyas programadas en este escenario fue Cat's Eyes, grupo formado por Faris Badwan (líder de The Horrors) y la soprano Rachel Zeffira, quienes, en competencia directa con Brian Wilson en el escenario principal, el Heineken, presentaron un plato de vanguardia, una exquisitez de alta cocina de esas que elevan el alma. Un coro de cantantes de preciosa voz completaron a Badwan a la perfección.
La programación del festival se ha consolidado este año como un exótico bufé de platos sabrosos, de sabores lejanos y redescubrimiento de clásicos. La propuesta logró con éxito ser una invitación a al público a ampliar sus horizontes y abrir su mundo, y de paso marcar tendencia en una de las mecas de la modernidad. Porque más allá de los grandes nombres está el placer del picoteo, dejarse sorprender y confiar en que en la variedad está el gusto.