Apoteosis de María José Montiel en su Madrid
Crítica de clásica: verano de la RTVE. Obras de Mozart, Donizetti, Verdi, Ponchielli, Saint Saens, Bizet, Montsalvatge, Chueca, Luna y Moreno Torroba. Reparto: M. J. Montiel. Dirección: M. Hernández Silva. Teatro Monumental, 4-VII-2014.
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El 4 de julio, el día de la Independencia en Estados Unidos, también será una fecha en el recuerdo de María José Montiel. La de la apoteosis en su ciudad en un concierto sinfónico-coral con ella como solista en un programa tan exigente como de impacto. Abrió fuego el joven director Manuel Hernández Silva con la obertura de «La clemencia de Tito» en un teatro prácticamente lleno. Ya en ella dejó claros sus conceptos: nervio y nada de miedo a la espectacularidad. La mezzo empezó, para abrir boca, nada menos que con «O mio Fernando» de «La Favorita» donizettiana y también dejó en ella su carta de presentación: un bellísimo timbre, un color mórbido, buen legato, temperamento y potencia como para no arredrarse ante Hernández Silva y a la vez medias voces y pianos durante los cuales se escuchaba el vuelo de una mosca del recogimiento al que llevó al público. Si excelente fue el aria, no lo fue menos la temible cabaleta. El contraste fue grande con su segunda pieza, el aria de la ciega de «Gioconda» con la que se impuso en la Bastilla a Urmana y Álvarez. Quizá el carácter recogido de la página, cantado con enorme sutilidad, enfrió un punto el ambiente, muy caldeado tras el previo coro de gitanos de «Trovador», pero la temperatura se recobró rápidamente con la «Bacanal» y el aria de Dalila de la ópera de Saint-Saens, siempre página agradecidísima cuando se interpreta con voluptuosidad.
La madurez de una artista
La segunda parte se dedicó a la música española con las «Cinco canciones negras» de Montsalvatge como preludio, que pocas veces se escuchan en su versión orquestal. Lo mejor de esta parte fue la romanza «De España vengo» de «El niño judío». Pocas veces la he escuchado con un fraseo tan claro, tanta intención y tal manejo de las dinámicas. Es éste uno de los aspectos en los que se observa más la madurez de Montiel, el saber contrastar colores y dinámicas. Tras el preludio de «El bateo» y el coro «Ay madrileña» de «La Chulapona» terminó el programa oficial con el espectacular chotis del Elíseo de «La Gran Vía» de forma totalmente en punta, con la mezzo, el coro y la orquesta. El público, puesto en pie, estaba encantado, llovían los vítores y todos los participantes reflejaban su alegría porque, además, se habían divertido. La propina era inevitable: esa habanera de «Carmen» que es magnífico caballo de batalla de la mezzo. Montiel, que acaba de grabar un disco de ópera con esta orquesta, ha dejado clara la necesidad de ser escuchada en el Teatro Real en un papel acorde con su categoría.