Bayreuth entona el "Quo Vadis?"ante los síntomas de deriva wagneriana
La familia wagneriana de Bayreuth empezó a entonar un "Quo Vadis?"ante los síntomas de que el Festival Richard Wagner al que debe su universalidad esa pequeña ciudad bávara va a la deriva, algo insólito en un certamen cuyo sello era el pulso firme del genial compositor.
La pregunta del "adónde vas", en latín, era el titular hoy de la edición especial del "Festival Tribune", al día siguiente de la apertura, y cuadraba con el ánimo de la segunda jornada de festival.
No porque en ella se reponga el "Holandés Errante"sin grandes alicientes escénicos de Jan Philipp Gloger, sino por la aparatosa avería de la apertura, con el "Tannhäuser"de Sebastian Baumgarten.
"Que una producción sea controvertida es normal, siempre lo fueron siempre aquí. Pero nunca había ocurrido algo así", comentaba Gudrun Knab, asidua al festival desde los años sesenta, en la tradicional recepción del "Land"de Baviera de todas las temporadas.
Efectivamente, en toda la historia de Bayreuth no se había representado nunca un "Tannhäuser"partido por tres pausas, bromeaba la ministra de Cultura, Monika Grütters, mientras los camareros repartían copas de vinos y tentempiés.
"¿Ven? Pensaban que no había primicia este año. La técnica nos improvisó una", le seguía la broma el exprimer ministro bávaro, Günther Beckstein.
Los comentarios aludían a la avería en la plataforma que debía izar la Montaña de Venus -una jaula- en el primer acto, que se trabó y obligó a desalojar el teatro durante una hora para repararla.
"No, no es una anécdota. Es síntoma de una desidia que Wieland y Wolfgang Wagner no se habrían permitido cuando lucharon para reflotar el festival. Menos aún después, cuando vinieron aquí las mejores batutas y creadores del mundo", apunta la señora Knab.
La vecina se refiere a los nietos del genio, refundadores del festival tras la II Guerra Mundial, con Bayreuth custodiado por los aliados estadounidenses tras su fase de sumisión devota a Hitler.
Primero de a dos, luego bajo el liderazgo en solitario de Wolfgang -Wieland murió en 1966-, el festival recuperó su posición y puso en escena las producciones más arriesgadas y polémicas, como el "Anillo"de Patrice Chereau o el "Tristan"de Heiner Müller.
A Baumgarten le han perseguido los abucheos desde que estrenó su "Tannhauser"en 2011 y en este año de su despedida de programa se le sumó un fallo técnico "imperdonable"en el "olimpo perfeccionista que es Bayreuth", dice la señora Knab, de pronto algo descabezado.
A las dos hijas de Wolfgang Wagner, Katharina y Eva Wagner-Pasquier, codirectoras del festival, no se las vio en la apertura ni en la recepción. A partir de 2015 Katharina asume las riendas en solitario "mientras los wagnerianos de siempre"empiezan "a extinguirse", señala una de ellas.
La ciudadana de Bayreuth forma parte del colectivo de "simpatizantes del festival"que durante décadas acogieron en casa a los miembros del coro o resto de personal implicado en las producciones -"no a los solistas, por supuesto"- las semanas del festival.
"A cambio tenemos entradas para los ensayos generales o alguna gala, más una compensación mínima", cuenta. En esta temporada verá "La Valkiria", la segunda pieza del "Anillo"que empezará a desgranar mañana Frank Castorf, tras su tormentoso estreno en 2013.
El de este año es un programa confeccionado con reposiciones y abierto con una histórica avería, a lo que se suma la creciente sensación de pánico ante la presunta "extinción"del wagneriano tradicional.
"Sí, nuestro público cambió", admitía el portavoz del festival, Peter Emmerich, según el cual no hay motivo de preocupación porque suple ese vacío un visitante más internacional y diversificado.
"Hay muchos tipos de wagneriano, tal vez solo se metamorfosearon. Pero sí, algo hay, una cierta extinción de la especie que pobló esto tanto años", comentaba a Efe Castorf, ante la reposición del "Anillo".
"El 'Holandés' no tiene nada que temer. A la batuta está Christian Thielemann, el mimado de la casa. Pero cuando Castorf saque de nuevo su cocodrilo articulado esto se cae", estimaba Florian Zinnecker, crítico del diario local "Nordbayerische-Kurier.
El cocodrilo devorador de ninfas, en "Sigfrido", unos curiosos espermatozoides danzantes de "Tannhäuser"o los ratoncitos de colores en que Hans Neuenfels convierte al coro de "Lohengrin", otra reposición de la temporada: tal vez con menos criaturas anómalas al servicio de los autoproclamados transgresores no se ahuyentaría al público de siempre, dice el crítico.