Concentrada emoción
Crítica de clásica / Temporada del teatro Real. «War Requiem». De Britten Voces: Susan Gritton, John Mark Ainsley, Jacques Imbrailo. Órgano: Miguel Ángel Tallante. Coro de la Comunidad de Madrid, Coro de Pequeños Cantores de la JORCAM, Coro y Orquesta titulares del Teatro. Director: Pablo Heras-Casado. Teato Real, Madrid. 12-III-2015.
No es fácil dirigir, tocar y cantar una obra como el «War Requiem», estrenada en la reconstruida catedral de Coventry en 1961. Un amplio y dolorido muestrario imbuido de una profundísima emoción que emana de diversos planos sonoros, trabajados con un rigor y una austeridad sensacionales con aplicación de formas antiguas elegantemente actualizadas. Heras-Casado ha ofrecido una versión limpia, equilibrada, concentrada, interiorizada, aquilatada de dinámicas, con un fraseo ligado en los pasajes más fluidos y una acentuación nerviosa, seca, «concitata», en los más contrapuntísticos. «Tempi» moderados y medidos. Todo se ha expuesto con lógica, sentido y expresión; desde el mismo principio, un «Kyrie» realizado en un exquisito «piano», llevado con el pertinente aire procesional. Buen silabeo, «staccato» y seco, en el «Dies irae»; agresivos colores en el primer dúo tenor-barítono; delicadeza en el sutil «Pie Jesu». Muy bien diseñado el «crescendo» del «Pleni sunt» y estupendamente estratificado el «Benedictus». Aunque los metales anduvieron algo apurados en el «Hosanna», la explosión subsiguiente fue muy efectiva. El «Libera me» alcanzó adecuadas cotas de finura y, tras los altibajos dinámicos correspondientes y un espléndido trabajo del grupo de cámara en las intervenciones del tenor y del barítono, el «In Paradisum» fue verdaderamente celestial. El fa mayor conclusivo nos llegó en un escalofriante «pianísimo». Pasaron al menos 30 segundos hasta que alguien rompió a aplaudir.
El equipo solista tuvo nivel. En particular, el muy joven barítono Imbrailo, voz lírica de buena pasta, estilo cuidado y expresividad a flor de piel; como la del quizá excesivamente ligero tenor Ainsley. Menos refinada, Gritton cantó con vigor y emitió, a veces forzadamente, una buena voz de soprano lírica. En general, los coros –los dos de la Comunidad habían cantado hace unos meses la obra con Víctor Pablo Pérez– empastaron, afinaron y obedecieron las claras órdenes de los brazos, sin batuta, del director, que obtuvo buen rendimiento también de la orquesta. Los niños, siempre bien instruidos por Ana González, entonaron muy bien con sólo una aparente vacilación en el «Domine Jesu».