De rosa en Rosa para Soler
Festival de El Escorial. «Una rosa para Soler». Concierto y proyección. Obras de Scarlatti y Padre Soler. Piano: Rosa Torres Pardo. Obras de J. J. Colomer, Dvorak y Guridi. Cuarteto Bretón. Auditorio-Teatro de San Lorenzo de El Escorial, 2-VIII-2015
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Rosa Torres-Pardo no solamente es una de nuestras mejores pianistas, sino una mujer inteligente llena de inquietudes, con ganas de descubrir y aportar enfoques musicales nuevos. Ahí están esos espectáculos en colaboración con artistas como José Luis Gómez, Isabel Rey, Sara Baras, etcétera, o el mismo precioso documental de Arantxa Aguirre sobre el Padre Soler (1729-1783) que ha patrocinado Ángela Torres. Una sonata de Scarlatti, seguida de otras cuatro de Soler y de su célebre «Fandango» dieron paso a ese filme en el que se glosa primorosamente la vida del sacerdote. Una vida de reclusión, primero en Montserrat y más tarde en el Monasterio de El Escorial, de donde quiso huir inútilmente al final para marchar a Granada, pero en donde hoy reposan tanto sus restos junto a una enorme cantidad de material musical. Imágenes apoyadas en recitales, entrevistas y opiniones nos acercan a uno de los grandes y más desconocidos compositores españoles. El intento, finalmente sin cuajar, de añadir canto al fandango ensayando en una sala del Teatro Real ayuda a la continuidad de la cinta.
La misma Torres-Pardo nos ha redescubierto los seis quintetos de Soler a través de un doble cd que protagoniza junto al Cuarteto Bretón. Éste es sin duda, junto a los Quiroga o Casals, uno de los conjuntos más interesantes del género y así lo demostraron en su actuación en el Festival de Verano de El Escorial con un programa que comenzó con «Ostinato» de Juan José Colomer, una obra escrita hace algunos años pero revisada para su estreno, con perfumes de la segunda Escuela de Viena, bien construida y que se escucha con agrado. Siguió el más justamente popular de los cuartetos de Dvorak, el apodado «Americano», para concluir con el «Cuarteto n.2 en la menor» gracias al que Guridi obtuvo el Premio Nacional de Música en 1949. Las interpretaciones sólidas, empastadas y llenas de vida de los cuatro músicos fueron muy aplaudidas por un público que no llegó a llenar la segunda sala.