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Durón, un barroco español por descubrir

Crítica de zarzuela/ Programa doble. «La guerra de los gigantes» y «El imposible mayor en amor, le vence amor», de Durón. Dirección escénica: G. Tambascio. Dirección musical: L.García Alarcón. Intérpretes: C.Alunno, M.Arcuri, G.Bridelli, M.Flores, L.Martín-Cartón... Teatro de la Zarzuela, Madrid. 17-III-2016
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Lo primero que hay que reconocer ante el nuevo doble programa del Teatro de la Zarzuela es la gran labor que realizó Paolo Pinamonti en su relativamente breve etapa al frente del Teatro de la Zarzuela. Un trabajo en dos sentidos: la búsqueda, típica del archivero que fue en tiempos, de partituras que mereciesen recuperarse y su presentación en las mejores condiciones tanto musicales como escenográficas. Prueba de ello en esta misma presente temporada son los «Galanteos en Venecia», el estreno escénico de «Juan José» de Sorozábal o el próximo estreno mundial de «María Moliner» de Parera Fons.
Sebastián Durón nació en Brihuega en1660 y falleció en Cambo-les-Bains en 1716, por lo que estamos ante el tercer centenario de esta última fecha, aspecto que posiblemente valorase Pinamonti. Fue la principal figura de la música escénica en su tiempo junto a Antonio Literes. Tanto uno como otro vivieron los últimos momentos de lo que podría considerarse música escénica autóctona para dejarse llevar por la influencia italianizante.

- Contrapuestos

De hecho «La guerra de los gigantes» y «El imposible mayor en amor, le vence amor» muestran ambos aspectos. Gustavo Tambascio acierta al reflejar dos formas contrapuestas de enfocar ambas obras, más actual la primera y más clásica la segunda, manteniendo siempre la gran belleza del vestuario de Jesús Ruiz. La verdad es que la primera de ellas supone un reto casi imposible ya que el libreto no contiene dramaturgia alguna y por ello ha de inventarla, trasladando el Olimpo a una gran empresa en la Europa de 1960 dirigida sólo por mujeres, que camina a una fusión. Por en medio reportajes televisivos, ruedas de prensa y la lucha entre los obreros –léase los gigantes– y los dioses del Olimpo –léase las ricas empresarias–. Todo ello es algo disparatado e incomprensible, pero ayuda visualmente y es que la música permite todo, ya que ella misma ni siquiera sugiere la citada lucha. En cambio en la segunda obra se siguen cánones completamente clásicos, tanto en movimientos como vestuario y danzas, para ofrecer la típica historia mitológica de desembarcos, raptos y rescates con los dioses por en medio de forma fiel a cómo se haría en su tiempo, pero con muchos más medios. Prácticamente ningún elemento escénico es compartido y tanto lujo resulta algo chocante para lo que suele verse en estos tiempos, máxime con la gran abundancia de cantantes, figurantes, bailarines y acróbatas que suben al escenario.
García Alarcón y la Capella Mediterranea realizan un trabajo sobresaliente en el foso por su viveza, aunque al maestro no le haya quedado tiempo para que el estilo barroco de época se traslade al canto. De hecho las primeras intervenciones hasta causan sorpresa, pero el oído se va acostumbrando a todo y más cuando hay artistas de la talla de Vivica Genaux, María José Moreno, Beatriz Díaz, etc. El espectáculo se sigue bien, aunque finalmente –Durón dura demasiado–pese más de la cuenta, gracias al foso, el lujo de la escena y una música agradable pero lejos del virtuosismo o la inspiración de los barrocos italianos o franceses. Curioso este Madrid en el que, en el Real, se ofrecía en concierto una ópera de George Benjamin.