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«El Langui»: «El rap me hizo sentir que era útil»

Acaba de publicar «Hola», su primer disco en solitario, mientras graba una serie de televisión, programas de radio y saca ideas para, quizá, publicar otro libro.
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Acaba de publicar «Hola», su primer disco en solitario, mientras graba una serie de televisión, programas de radio y saca ideas para, quizá, publicar otro libro.
Juan Manuel Montilla (Madrid, 1980) tenía todas las probabilidades en su contra. Nacido y criado en uno de los barios más humildes de la capital, Pan Bendito, lastrado por una discapacidad y perjudicado por un modelo educativo que poco puede hacer para cambiar las tornas cuando las apuestas están en tu contra, «El Langui» descubrió que con un papel y un bolígrafo podía convertirse en un superhéroe de barrio. Fue en 2003 cuando, junto a El Gitano Antón y Ladako Style, formó un grupo que hizo historia en la música popular española. La Excepción y su «rap calorro» llegaron a las portadas de la prensa especializada y a las listas de éxitos. Después, El Langui destrozará los pronósticos al ganar un Goya al Mejor Actor Revelación por «El truco del manco».
–Tras escribir libros, trabajar en la radio y actuar en películas y series, pensábamos que se había olvidado de hacer canciones.
–Era necesario para mi volver a hacerlo porque ahora toco muchas disciplinas pero necesitaba sacar lo que tenía dentro. Yo estoy siempre en el estudio, porque hago cinco raps cada semana para el programa de radio de Europa FM, así que estoy súper activo. En cuatro años, he hecho quinientos y pico raps, pero quería hacer un disco mío.
–Con tanta actividad, ¿qué prioridad ocupa la música en su vida?
–Sigue estando muy presente. La prioridad es estar fuerte y al cien por cien para cuidar de mis hijos y de mi familia y pagar impuestos. Para mis responsabilidades. Pero necesito escribir y actuar en directo.
–¿Qué le da el escenario?
–Un torrente de adrenalina, me hace sentir todos los miedos. Pienso que el que va a verme a mí, aunque yo no me considero más ni menos que los demás cantantes, creo que vienen a ver a una excepción, a un tío con una minusvalía que está de pie, sin muletas y sin silla, durante dos horas en un escenario.
–¿Es duro?
–Cada vez lo paso peor. A todo el que paga su entrada quiero que sepa que va a ver a un tío que echará el resto, que se deja la vida. Cuando tenía 18 o 20 años, bueno... Pero ahora tengo 35 y cada vez me pesan más. Al empezar el concierto, los primeros cinco minutos son un sufrimiento total. No lo digo para generar compasión. Pero se me agarrotan las piernas y los gemelos. Tengo que finjir, porque por dentro sólo pienso en caerme al suelo.
–Y eso va a peor, ¿no?
–Claro, ¿tú te cansas más parado en el sitio o moviéndote un poco? Es como los caballos, que levantan una pata para descansar. Yo me agarro al micro. En todo el concierto no me puedo mover. Lo paso fatal, cada vez más. Pero que sepan que me dejo la piel.
–¿No quiere llevar muleta?
–No, no. A mí lo que me pone es echar el resto.
–Dice que sale a caída y media por día. Eso le ha hecho quien es.
–Sí, eso es estar vivo. Si te caes y no te levantas, o no haces el intento... A mí me gusta la palabra intentar. «Mi padre está en el suelo intentando levantarse», canto.
–Es lo que le enseña a sus hijos, que cantan en el trabajo, por ciento.
–Quería hacer una canción con ellos totalmente improvisada, en mi estudio de casa. Ellos llegan del colegio y lo primero que hacen es entrar en el estudio gritando y así es como la grabamos.
–¿Le gustaría que fuera artista?
–Que encuentre su vocación. Me da igual que sea el hockey o el dibujo, pero que le inquiete algo y viva con valores y principios. No quiero un adolescente pasota y que llegue a la edad en que no le interese nada y se convierta todo en una rutina. Veo gente que va sin ilusión en su día a dia. Quiero que mi hijo viva la vida con valores y principios.
–¿Fue el rap eso para usted?
–Sí, a mi me rescató de la falta de inquietud y de motivación. Creo que el modelo educativo no alienta a los chavales. Los chicos no son todos iguales y eso es lo que falló conmigo: tenían que motivarme de forma diferente. A mí lo que me gustaba era el fútbol. Imagínate, un chico con minusvalía. Y descubrí la música y el rap. Me hizo sentir útil y que los demás me valorasen. Y trabajé para ser mejor y para tener conocimiento.
–Cuando se asocia el rap a las bandas, ¿qué piensa?
–Pienso que hay gente a la que le interesa eso. Droga y delincuencia hay en todas las músicas, pero es que el rap dice verdades, te hace pensar. Otros géneros, no. A los de arriba no les interesa que la población se despierte. Ellos mueven sus fichas. Yo ya he dado motivos como artista para que ahora cuando saco el disco suene en las radios, pero no me ponen.
–En su álbum hay vena social, ¿es importante que los raperos hablen de lo que pasa en la calle?
–Ya que los políticos no van a la calle, que la escuchen. No he visto todavía a un político ir a Pan Bendito. Solo para correr la cortinilla de un parque en el que se gastaron una cifra bárbara para hacer una reforma ridícula. Alguien tiene que contarlo. Ha cambiado el Ayuntamiento y está muy bien por la limpieza y demás. Pero, ¿eo? (habla a la grabadora) ¿hola? A Pan Bendito no habéis venido. Tenemos la guardería y el colegio del barrio rodeados de basura que solo pasan a recoger cuando rebosa.
–Lo cuenta usted en sus programas.
–Por el de televisión pasaban Imanol Arias o Santiago Segura y el invitado llamaba a la puerta. Cada vez que le enfocaba la cámara, había detrás una papelera y siempre estaba a rebosar. Caramba, lo grabábamos cada semana y siempre la papelera estaba igual. Ahora ha entrado Manuela Carmena y así seguimos.
–Dedica un tema al cáncer.
–La vida es muy jodida, yo no la puedo cambiar. Parece que destinamos más dinero para negocios y armamentos y he vivido eso en primera persona. Familiares y allegados que se acaban relacionando conmigo. He conocido muchos casos y he ido a verles hasta el día de fallecer. Chicos de 20 años.
–Es el primer corte y deja mal cuerpo.
–Lo mismo que «El truco del manco», esa peli que me hizo tan feliz. Había que colocar la escena de la bañera al principio. Te pone en situación porque hay un tío que le cuesta la vida darse un baño y la gente es algo al que hace todos los días sin pensar. Así está el percal, no te olvides de que está así.

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