El punk también era cosa de negros
Death pasan por primera vez en España convertidos en un grupo de culto a tras el documental que contaba su historia: punks antes que los Sex Pistols y los Ramones, después grupo de reggae, y devueltos a la vida por los coleccionistas de discos.
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Death pasan por primera vez en España convertidos en un grupo de culto a tras el documental que contaba su historia: punks antes que los Sex Pistols y los Ramones, después grupo de reggae, y devueltos a la vida por los coleccionistas de discos.
El negocio musical a veces tiene estas cosas. Los hermanos Hackney –David, Bobby y Dannis–, nacidos en Detroit, tocaban música funk-soul como corresponde a la ciudad de la Motown. Escuchaban los discos del sello Chess en casa e imitaban los sonidos de moda de la capital del motor. Hasta que un día The Who llegaron a la ciudad y fue tal el impacto que les causó aquel grupo de chicos blancos, que les hizo abandonar los dulces ritmos sexys del soul por el rock en su versión más energética. Y ya que estaban, también sustituyeron el nombre del grupo por el muy macarra «Death» («Muerte»). «Aún recuerdo la primera vez que escuché a los Stooges. No me lo podía creer», dice Bobby. El trío empezó a hacer garage rock y música punk antes de que la palabra se hubiera inventado y dejaron de hacerlo cuando la fiesta comenzaba. Sólo editaron un disco y cuatro décadas después llegó su redención. Artículos en «The New York Times», fiebre coleccionista por los escasos originales de su único álbum (de muy punky nombre «Politicians in My Eyes») y promotores llamando a su puerta para llevarlos de gira. Otra historia de victoria de la música de las que nos encantan. El trío gira por España: hoy en Madrid, y en octubre en Barcelona (6), San Sebastián (7), Vitoria (8) y Zaragoza (9) con aquellas canciones recuperadas y las de su último disco «N.E.W.» (2015).
«Por entonces, si alguien te decía que eras punk, podían ocurrir dos cosas: un ojo morado o la nariz sangrando», cuenta Bobby. «La palabra y el estilo llegó por lo menos un par de años después, cuando nos habíamos disuelto», comenta. Y eso que tuvieron opciones de triunfar, pero la principal causa de su fracaso comercial fue la elección del nombre de la banda. «Sí, a mi hermano David no había quien le convenciera de otra cosa. Nos dimos ese nombre y con él seguimos hasta el final. Columbia acababa de sacar a Funkadelic, lo más parecido a un grupo de rock formado por afroamericanos, y teníamos un precontrato con su presidente, Clive Davis, con una sola condición: que nos llamásemos de otra manera. Sin embargo, nos negamos y editamos la mitad de canciones en un pequeño sello local. El álbum pasó sin pena ni gloria», señala Bobby evocando la personalidad de su hermano mayor, un músico muy espiritual y testarudo que terminó cayendo en el alcoholismo. Tras el rechazo discográfico, la familia se mudó a Vermont y allí comenzaron un proyecto de góspel-rock por una breve temporada antes de formar Lambsbread, una banda de reggae que se mantuvo 20 años activa. Sin embargo, David se sentía nostálico de la dura Detroit y de un modo de vida más urbano, y volvió a su ciudad de nacimiento. Incluso llegó a recuperar los másters de dos álbumes que grabaron pero que nadie llegó a editar. Cuentan sus hermanos que les dijo: «Guárdalos bien, algún día el mundo vendrá a pedírtelos». David falleció en accidente de tráfico en 2000 y nunca llegó a ver el resurgimientode las canciones que él fundamentalmente escribió. Porque su premonición era cierta. «Nunca nos dimos por vencidos a pesar de todo. Siempre seguimos el consejo que nos dio nuestro padre, porque sólo nos dio uno: apoya siempre a tu hermano». Su padre, pastor de una iglesia, se refería claro, a sus hermanos reales y a los metafóricos, una actitud, por cierto, tan cristiana como punk. «Él era un hombre religioso pero nos introdujo en el rock de Etta James, Chuck Berry, Little Richard o B.B. King», sostiene Dannis, el segundo miembro original del grupo.
20 años de reggae
Poco después de la muerte de David, los hijos de Bobby formaron una banda y comenzaron a tocar las viejas canciones de sus padres. La existencia de una leyenda local comienza a propagarse como un rumor contagioso. «Nosotros llevábamos ya 20 años haciendo canciones de reggae, y de repente, ¡un día nos enteramos de que el mundo estaba buscando a Death!» cuenta Bobby. El sello Drag City, un sello «indie» fundado en los 90, editó dos de los discos que Death jamás pudieron lanzar en el 74: «...For the Whole World to See” (2009) y «Spiritual · Mental · Physical» (2011). La bola siguió creciendo entre los círculos locales y termina por convertirse en un documental: «A Band Called Death» con el subtítulo «Antes del punk, el punk eran ellos». Los coleccionistas de discos se lanzan a la búsqueda de las copias originales, sus canciones aparecen en alguna serie de televisión y sus objetos se exhiben en el Museo Smithsonian de Cultura Afroamericana. «Cuando nos lo propusieron no sabíamos si volver a hacerlo. Nos parecía como una vida de otra persona. Nos pusimos a tocar esos viejos temas y sentimos cuando nadie quería oírlos. ¿Qué puedo decir? Es una bendición».