FIB: el Brexit al sol
El festival que dirige el británico Melvin Benn y que visitan cada año miles de compatriotas mira de reojo al futuro político de Reino Unido fuera de la Unión Europea
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El festival que dirige el británico Melvin Benn y que visitan cada año miles de compatriotas mira de reojo al futuro político de Reino Unido fuera de la Unión Europea
Más allá de los tópicos de los foráneos engullendo espaguetis en los restaurantes de paella, la convivencia en el Festival de Benicàssim entre los miles de visitantes que llegan de las islas británicas cada año y los habitantes de la localidad castellonense es una simbiosis que, si no perfecta, lleva años funcionando. Así que es normal que, entre los muchos lugares sensibles a la caída del turismo británico en España, este enclave sea especialmente susceptible al devenir político de Reino Unido después del referéndum que pidió la salida del país de la Unión Europea. Para enredar más la situación, el dueño del festival que hizo del lugar un icono, el FIB, es de nacionalidad británica. Melvin Benn, europeísta convencido al margen de las perniciosas repercusiones para su negocio del embrollo político, hizo público un comunicado anterior a la votación popular en el que manifestaba su rechazo a la posibilidad de cortar lazos con el continente. Este año, aunque algo más equilibrada, la asistencia está repartida al 50 por ciento entre españoles y «guiris». Un «fifty / fifty» que en la jornada inaugural de la vigesimosegunda edición del FIB no se hacía notar a la espera de los «fibers» españoles.
Invasión «british»
Sea como fuere, la ciudad estaba ayer llena de británicos que, si no eran convencidos europeístas, al menos lo parecían. Y no por la ingesta de masiva de pasta italiana, sino porque era muy complicado encontrar a alguien que reconociese abiertamente haber apoyado la escisión del cordón umbilical que mantenía a las islas unidas al continente. «No lo entendemos todavía, ha sido un shock para todos porque nunca imaginamos que fuera a ocurrir. Ahora, con más perspectiva, le han buscado miles de explicaciones, pero para mí ha sido una desgracia», explica Lee Hardwick, de Manchester. «Parece que ha habido razones políticas pero me parece algo más cultural y eso me parece más grave», añadía Gary Holmes, su compañero de salsa boloñesa, un muchacho que no ha cumplido los 25 de Bolton, ciudad cercana a la anterior. «Ésta es una situación difícil de explicar para nosotros, no le encontramos una verdadera explicación, pero no nos gusta el mensaje que se transmite de nosotros ni de nuestra sociedad, nos hemos convertido en una especie de marginados insolidarios y orgullosos y te puedo asegurar que no lo somos. Quizá no seamos el pueblo más hospitalario del mundo pero creo que nuestra sociedad lleva muchos años acogiendo a personas de los países más extraños y las cosas funcionan bastante bien», argüía Theresa Snelgrove. Ninguno de los cuatro que compartían menú pensaban que el Brexit había sido una buena idea, pero sólo la mitad de la mesa de los espaguetis fueron a votar el día fatídico. ¿Y de quién fue la ocurrencia? «Creo que tiene más que ver con la gente mayor de Inglaterra, que no se han educado con compañeros en la escuela de diez países diferentes, o que acumulan resentimiento por algunas cosas estúpidas del día a día que terminan por convertirse en algo muy grande. Quizá es también una tendencia antigua que tenemos como país, no estoy seguro de ellO», comenta ésta última.
La situación para el festival no es agradable, porque, a pesar de que hoy es muy frecuente ver grupos de personas de cualquier país en alguno de los festivales punteros de la Península, el FIB es especialmente sensible porque hablamos de una parte importante de las entradas adquiridas en la pérfida Albión. Además, es fácil darse cuenta de que, cada año, la media de edad desciende en este festival, y si alguien sensible a una depreciación de la libra frente al euro esos son los veinteañeros que llegan a la localidad a aprovechar siete días de cámping, grandes actuaciones y playa a un precio competitivo, siempre que Dios guarde a la libra.
Demasiado pronto
Desde el festival, insisten su posición: «Nosotros ya nos mostramos en contra de la posibilidad de la salida desde el momento en que se planteó el referéndum –dice Gustavo Navedo, responsable de Comunicación–. No creemos que nos haya afectado para la edición de este año, pero no cabe duda de que, en función de cómo se desarrollen los acontecimientos, podría perjudicarnos mucho en el futuro». ¿Tanto como para cambiar de modelo? «Tenemos que esperar para ver las consecuencias, todavía es pronto para saber cuánto nos va a afectar, pero somos conscientes de que una devaluación de la libra encarece los transportes y nos pondría en problemas», admite. Otro tema que se ha comentado es la complicación a la hora de la contratación de artistas británicos, que podría estar sometida a permisos de trabajo o visados temporales, pero ese parece un problema menor, ya que los músicos estadounidenses tampoco pertenecen a la Unión y sin embargo traen sus giras a España sin complicaciones.
«Yo estoy a favor del Brexit y sin embargo pienso seguir viniendo a Europa, no veo la contradicción y tampoco pienso que al continente le interese bloquear el turismo británico. Son asuntos diferentes», comenta Brad, que no revela su apellido ni quiere dar más datos de su origen. «No es una cuestión de sentimientos. Creo que en Europa eso no se ha entendido bien. No es que no nos sintamos de esta parte del mundo o rechacemos a la gente de España, Alemania o donde sea. Es algo que tiene que ver con nuestros intereses, hemos hecho lo que más nos conviene, creo», dice mientras se está yendo a otra parte. ¿Y por qué han elegido este festival con todos los que hay en Reino Unido? «Bueno, es una combinación de cosas. Está la cuestión económica, que es ventajosa, los grupos que vienen al FIB, que no están mal, y el sol de España. Sientes que estás cerca de casa sin estarlo». Es decir, que, de alguna manera, los sentimientos entran en juego.