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Foals, más que un «temazo»

Los de Oxford publican «Holy Fire», un disco de matices que regala más de un hit
larazon

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Pocos grupos pueden mezclar en una canción una percusión africana y unos guitarrazos heavy metal y salir airosos del experimiento. Foals pueden. En «Holy Fire», su tercer disco, el que dicen que es la prueba infranqueable de la madurez, lo han demostrado a golpe de temas para ser coreados en estadios como «My Number» o «Inhaler», colocados estratégicamente en un álbum que regala rarezas mucho menos directas. «Somos un poco obsesivos. Sí, es cierto. Podemos serlo», reconoce con cierta timidez Jimmy Smith, guitarrista de la formación. «A veces terminamos una canción en 30 minutos, como nos ocurrió con ''My number'', y en cambio hay otras que no sabemos ni cómo se terminan. Tenemos una aproximación bastante libre a la escritura, nos encerramos en una habitación y probamos sonidos y arreglos una y otra vez».
Foals, surgidos de la escena independiente británica, han ido explorando caminos sin salida y carreteras secundarias con mucho carácter. Ahora parece que están llamados a conquistar la primera división de la escena británica. Por cierto, y a pasar de largo por España en su interminable gira. «Queremos ir, es cierto, pero no tenemos tiempo...», se disculpa Smith. Viven ajenos al debate sobre si han dejado de ser una banda independiente para ser una comercial. «No somos una ''boy band'', ni cantantes de pop. Creo que nuestra música es bastante más exigente que eso, aunque es verdad que hay quien compra nuestros discos, luego podemos ser comerciales si quieres. En todo caso, nuestra sensibilidad está más cerca del indie, que es de donde venimos», explica.
Una de las claves del sonido final la han puesto los productores Flood y Alan Moulder, que trabajaron con Nine Inch Nails o The Smashing Pumpkins en su emblemático «Mellon Collie & The Infinite Sadness». «Es un disco muy importante para nosotros y una razón por la que trabajar con ellos. Pero es curioso, porque en lo que más han ayudado es en algo aburrido como la gestión del tiempo. Han conseguido que estemos doce horas en el estudio siendo creativos, no especulando y probando sin más, como solemos hacer. Han sido fundamentales para que nos concentremos», dice Smith. A los productores se les debe ese acabado final del disco, que carga las tintas en lo emotivo y esa apariencia grandilocuente. «Por eso nos gustó el título, ''Holy Fire'' (''Fuego Sagrado''), que no tiene nada que ver con las letras de las canciones, pero nos parecía como una especie de afirmación pomposa que sintetiza el contenido. Hemos puesto muchísimo esfuerzo en este disco, así que no nos importa que parezca retórico». Las letras, del vocalista de origen griego Yannis Philippakis, refuerzan esa sensación de sufrimiento y cierto misticismo. «Sólo estamos aprendiendo a hacer música», dice Smith.
California, los 60 y las plantas
El grupo cuida todos los detalles del disco. La imagen de la carátula es de un fotógrafo del National Geographic tomada en los años 60 en California. «Nos costó muchísmo conseguir que nos autorizasen, pero encajaba perfectamente con el álbum», dice Smith. La banda colocó también plantas tropicales por el estudio: todo por el ambiente.

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