Hasta la vista, Flórez
«Triunfó, pero seguro que no terminó tan satisfecho como otras veces en este teatro»
«Pescadores de perlas»
De Bizet. Voces: P. Ciofi, J. D. Flórez, M. Kwiecien, R.Tagliavini. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Madrid, 25-III-2013.
Tiempo atrás Juan Diego Flórez era un habitual en las salas madrileñas, no en vano Antonio Moral fue uno de los primeros en creer en su valía y consiguió vincularle a la ciudad. En el Real le hemos visto ya en «El barbero de Sevilla» y «Orfeo y Eurídice», ésta en versión de concierto, además de un primer recital accidentado. No tenía ya fechas para regresar a Madrid, pero una cancelación en Londres permitió que Jesús Iglesias –ni Moral, ni Mortier– le cazase al vuelo y colocase estos «Pescadores» en plena Semana Santa. No hay prevista fecha de vuelta y su agenda se halla repleta. ¡Hasta la vista!
Creo que sólo ha cantado «Pescadores» una vez antes, en Las Palmas en junio del pasado año. No es por tanto un título que tenga plenamente dominado. Es más, diría que tampoco es un título ideal para sus características vocales, como tampoco lo fue aquel «Rigoletto» que hubo de aparcar. Bizet no es Rossini, requiere más calor y su orquestación tiene mayor peso.
¿Qué pensaría Juan Diego Flórez al escuchar unos comedidos aplausos tras ese aria que es una de las más bellas del repertorio? ¡Qué diferente al clamor de otras ocasiones! Quiso abordarla desde el intimismo, moderando mucho los sonidos, a media voz –no en falsete como Alagna en Sevilla y si un poco a lo Caruso– y el público esperaba otra cosa, más carne en el asador, más a lo Kraus. Flórez no está mal de voz, de hecho, no es nada fácil interpretar así el «Je Choix entendre» y además lo demostró en el dúo con Ciofi, éste sí ovacionadísimo, con los agudos firmes y potentes, y sigue cantando con un gusto exquisito. Finalmente triunfó, pero seguro que él tampoco terminó tan satisfecho como otras veces.
El polaco Mariusz Kiecien tampoco tenía el papel de Zurga en boca, pero sí echó leña al fuego y eso gustó al público, tanto como el bello color lírico de su timbre. En Patricia Ciofi se admira la finura en coloraturas, la limpieza en los agudos y la sutileza del fraseo, si bien la cierta velatura vocal puede resultar atractiva a unos y no tanto a otros. Concertó con vitalidad, no siempre controlada cara a los cantantes, el maestro Daniel Oren. Coro y orquesta al buen nivel habitual.
Y, como siempre, la discusión de fondo: para unos es mejor una ópera en concierto que con una regia imposible de comprender. Otros preferirían el valor añadido de un simple cartón-piedra. La virtud está habitualmente en el término medio.