Javier, de Pecos: «No soy de los que van por la calle haciéndose selfies»
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Recuerdo perfectamente cuando los Pecos aparecieron en el panorama musical español. Yo debía de tener unos catorce años y ellos unos pocos más. Eran los tiempos en los que Perales, Camilo Sesto, Pablo Abraira o Julio Iglesias reinaban por derecho. De repente, un par de adolescentes modernos, uno rubio y otro moreno, irrumpieron en escena dispuestos a conquistar los corazones de las jovencitas. Se convirtieron en un fenómeno social. Había fans del «rubio» y devotas del «moreno»..., y nadie que no los conociera. Vendieron cantidades astronómicas de discos hasta que tuvieron que ir a la mili. E incluso más al volver del Servicio Militar, por entonces obligatorio. Como nada dura eternamente, un día dejaron de tener el mismo éxito de antaño y las cosas se empezaron a torcer. El grupo se deshizo y Pedro, el «moreno», grabó un disco que pasó sin pena ni gloria. Durante años, no supimos nada de ellos hasta que en el 93 regresaron. En el 98 su recopilatorio «30 años y un par de corazones» los llevó a conseguir, de nuevo, una gran repercusión. Creo que fue por entonces cuando yo los conocí y cuando Javier, «el rubio», me piropeó en una entrevista. Me puse hasta colorada, claro, era uno de los héroes de mi infancia... Hoy, treinta y siete años después de sus inicios, y con mil y una giras a su espalda con su hermano, se ha querido dar el capricho de lanzarse en solitario a la arena. «Desde que Sony sacó el 25 aniversario de Pecos no paramos de hacer giras –me cuenta Javier–. Esto fue entre 2004 y 2013. Decidimos hacer un parón Pedro y yo, porque estábamos saturados y ahora cada uno está un poco a lo suyo, dedicado a sus proyectos. Y yo me dije una noche en casa: ‘‘¿Por qué no me doy un capricho en esta profesión, en la que llevo 37 años, y me hago una gira en solitario?’’ Y aquí estoy. Y por eso la gira se llama ‘‘Mi capricho’’». Supongo que un cantante, en algún momento de su historia, quiere probar fortuna con una única garganta, concretamente la suya. Aunque ya se sabe que no es sencillo que el público acepte las separaciones de los dúos. «Bueno, nosotros vamos a seguir haciendo giras y volveremos por completo aunque sólo sea para decir un adiós definitivo como dúo».
Me pregunto, como tanta gente, qué hacen los cantantes cuando no cantan, en esos tiempos de vacío, sin discos, sin actuaciones que, como en el caso de los Pecos, puede durar años. «Seguíamos teniendo algunos conciertos, y también componiendo..., pero al estar sin disco evitábamos salir en la tele o en las radios para no decir tonterías». No debe de ser fácil pasar de ser todo a vivir en un segundo plano, con mucha contención. Por eso ahora Javier está disfrutando. Siente los nervios de hacer una primera gira en solitario y se ve capaz de contar con los seguidores de Pecos e incluso con gente nueva. «Hicimos un concierto que fue el inicio de esta gira en Torrejón, en el teatro José María Romero, y me sentí fenomenal –me cuenta con entusiasmo–. La gente me arropó, el teatro se llenó... En fin, esto es casi una prueba. Iré probando canciones y observaré la reacción del público. Y al final me gustaría sacar un disco sobre todo en directo y un DVD».
Lo que siempre quiso cantar
Hablamos un poco de la vida, de cómo cambian las cosas, y le confieso que me extrañó verle en «Tu cara me suena»: «A mí también. Nunca había hecho ese tipo de televisión. Pero quería quitarme prejuicios, reírme de mí mismo y pasarlo bien sin presiones de ningún tipo después de un montón de tiempo». Javier tiene claro que quiere cantar toda la vida. Que lo suyo es el escenario. Y lo hace para sus fans de siempre: las adolescentes de otra época, que ya no lo son, y también para sus hijas, incluso con más entusiasmo, sobre todo al ver que se enganchan a su música. «Me llevo muchas sorpresas al ver a gente más joven que ni había nacido en nuestro momento de mayor éxito». Javier es un hombre encantador –me cuesta decir hombre, me sale chico, como en épocas pasadas–. Y tal vez por eso ha conseguido reciclarse, pasar de ser un cantante primero de vinilo, luego de digital y ahora de lo que se tercie que todavía no sabe muy bien lo que es, pero si que no va a poder con él: «Sinceramente, ahora no sé ni lo que hay, pero seguro que voy a descubrirlo y me voy a enganchar otra vez en lo que es mi profesión. De momento estoy en las redes sociales, aunque no todo lo que me gustaría por falta de tiempo y porque no soy de los que van por la calle haciéndose selfies y subiéndolos a Facebook; pero yo creo que la gente que nos hemos movido en directo por los escenarios lo tenemos más fácil para reintegrarnos. En mi caso, me protege un repertorio grande y súperconocido y en ‘‘Mi capricho’’, además, quiero cantar las canciones que siempre quise y que por pertenecer a Pecos no pude hacerlo».
Se refiere Javier a los boleros. No se qué pasa con ellos, pero cada vez que un cantante con éxitos pasados vuelve a la palestra se apoya en esos boleros que tantos eligen en su madurez: «Es que he crecido con ellos. En mi vida personal aparecían cada vez que estaba detrás de una chica y no me hacía caso, o incluso antes, cuando subía a casa y mi madre tenía la radio puesta. Son parte de mi vida y siempre he estado enganchado a ellos... Aunque claro, canto boleros adaptados a mí, a mi estilo. Los he acercado al pop, porque no voy a dejar de cantar otras canciones que sé que me van a pedir y que son las más conocidas de los Pecos».