Buscar Iniciar sesión

Javier Limón y Magos Herrera: «Para cantar jazz hay que hacer una ‘‘mili’’»

larazon

Creada:

Última actualización:

Él, productor omnipresente en España; ella, latina que ha conquistado el jazz vocal de EE UU
Los dos son latinos y residentes en Estados Unidos, donde se han ganado el respeto del mundillo musical americano. Javier Limón da clases en la prestigiosa universidad de Berklee, verdadera autoridad institucional de la música estadounidense, mientras que Magos Herrera conquistó el respeto del muy hermético mundo del jazz neoyorquino antes de ser premiada precisamente por el centro en el que trabaja Limón, la universidad privada más grande del mundo para estudios musicales. De su encuentro ha surgido un bonito proyecto, «He For She», un disco y un DVD en los que flamenco y jazz, voz y guitarra y un hombre y una mujer se encuentran con un trasfondo solidario: apoyar la campaña de la ONU del mismo nombre, un movimiento por la igualdad de género.
–El fin del disco es muy loable, pero además han publicado un trabajo bonito.
–J. Limón: tiene dos aspectos originales. Primero, que está grabado en directo mientras que hoy en día la música está sobreproducida. Cualquier niño puede componer y armar un «Tubular Bells» en su casa, pero hacerlo «a pelo» en una habitación, a guitarra, es algo singular. Y segundo, que Magos es embajadora de Naciones Unidas, y es bueno que los músicos nos comprometamos.
–Hay mucho que mejorar en igualdad de género.
–J. L.: El otro día me preguntaron en México cómo están en España las cosas y yo dije que no van tan mal y, al regresar, veo que los asesinatos han subido exponencialmente. Creo que llevamos 45 este año, es escalofriante.
–¿Y en México, Magos?
–M. Herrera.: Muy mal, como en todo el mundo, o peor. Sin embargo, la desigualdad de género no tiene que ver sólo con las obviedades de las diferencias de salario para el mismo puesto, o de la represión que sufren las mujeres. En la forma que hablamos ya hay machismo, y en México, ni te cuento. Se cataloga con estereotipos a la mujer. Estamos rodeados de desigualdad.
–¿Y qué puede hacer la música?
–J. L.: Hemos pensado en acciones concretas porque escribir generalidades en Facebook o Twitter sirve sólo para quedar bien. En nuestras bandas hemos metido muchas mujeres porque antes eran minoría. En Berklee, donde yo enseño, ya lo hacemos. Alejandro Sanz ha formado una banda paritaria. Pasa en todas partes: los directores de periódico son hombres, ya sabes. Y a pesar de todo, las mujeres que han llegado al poder, como en Brasil o Alemania, tampoco han hecho demasiado para cambiar la situación. Cada uno tiene que ponerse humildemente en su día a día y pensar qué puede hacer. En el flamenco hay un coto privado de machismo, aunque acabo de decirlo y ya me arrepiento de haberlo hecho.
–En el flamenco y en el resto del mundo, ¿debe el cambio empezar por los hombres o ser una conquista femenina?
–M.H.: esta campaña es para que los hombres tomen conciencia. Eso es lo interesante. Y el disco contribuye con un porcentaje de los beneficios, que se destinan a financiarla. Tratamos de reflejar a través de la música que la conversación es posible. Aunque haya diferencias, hace falta empezar para cambiar el paradigma.
–J.L.: Hablamos de derechos para todos los seres humanos.
–Y en este contexto de conversación, ¿se portó Javier Limón durante la grabación como el típico jefe machito?
–J.L.: sin duda (risas). Qué va, si yo soy en realidad el secretario de Magos Herrera...
–M.H.: me encantó trabajar con él porque es un verdadero conspirador.
–Seguro que Javier ya tenía fichada a Magos.
–J.L.: Claro, yo vivo en Boston y ella es una referencia en ese mundo tan espinoso. Porque es muy difícil que una latina guste cantando jazz en inglés. Por el acento y eso... El latin jazz se lo consienten, pero ella se ha convertido en una estrella del jazz blanco, gringo. Y eso me gusta.
–¿Cómo lo logró?
–M.H.: Trabajando. Tienes que cantar, grabar, luchar, pagar impuestos y aceptar el reto.
–J.L.: Pero hay que meterse ahí, o eso no sucede. El jazz es como la «mili». Luego puedes hacer como Avishai Cohen, que fue, se marchó a Israel y después regresó. O como Richard Bona. Pero si no pasas 10 años en un club, no coges el vocabulario. También sucede en el flamenco, has de meterte con ellos en Jerez o en Madrid o no lo vas a entender.
–Magos, ¿el flamenco no está en su educación musical?
–M.H.: Tengo un deje que me conecta, porque mi familia es española, pero no lo conozco. No está en mi educación, aunque el lugar donde nos encontramos Javier y yo no es el flamenco, sino en su comprensión de la voz humana. No podía aproximarme a él con un código extraño.
–J.L.: Ella tiene afinación, tono, ritmo y color. Eso es música. No es flamenca, pero a las cantaoras las vuelve locas.
–El disco en directo tiene muchos riesgos.
–J.L.: Ni te imaginas. Cambiábamos los arreglos sobre la marcha. Nunca los podíamos repetir, porque yo no me acuerdo de lo que toco. Así que grabar ha sido como ir al casino.
–Son latinos y residentes en EE UU. ¿Que opinan de Donald Trump?
–J.L.: Pues que es un imbécil, pero no te engañes, no conozco a un solo americano que piense lo que dice ese señor. En el colegio de mis hijos hicieron elecciones los niños. Y todos votaron a Obama menos tres rusos. Boston es un feudo demócrata, está claro. Sin embargo, lo que envidio de ellos es la educación. Ahí es donde deberíamos esforzarnos de verdad. En la educación, en España, somos el segundo mundo.
–¿Qué son las fronteras para ustedes?
–J.L.: Cosas movibles. Yo estoy muy contento de que este sitio fuera primero territorio legalmente romano, luego legalmente árabe y ahora español. Creo que debemos evitar ser paletos. El provincianismo es el demonio. Cualquier persona que viaje por el mundo sabe vivir en libertad sin desarraigarse. Así es como yo vivo.