La cultura no existe
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Esta semana hemos asistido a dos debates entre los candidatos de los cinco partidos que aspiran a gobernar nuestra nación. En uno cinco hombres, en otro cinco mujeres. En uno y otro cada cual presumiendo de ser el más igualitario, pero hombres y mujeres separados, como en los colegios de hace décadas. ¿Cómo es posible que no haya una mujer que se presente como cabeza de lista?
Si esto es incomprensible, más incomprensible y lamentable es el tiempo que se dedicó en ellos a la cultura y la educación. Esta última salió mejor parada porque, al fin y al cabo y por fin, casi se llegó al acuerdo de que uno de los errores políticos cometidos más graves fue ceder la educación a las autonomías. Aparte de eso... nada de nada. Nada del desastre que realmente es en España y lo afirmo como funcionario de la educación que fui durante 35 años. Pero, ¿qué me dicen de la cultura? Tan solo quince segundos en el debate femenino. Y educación y cultura son las bases sobre las que se construye cualquier sociedad. Por cierto, ¿se imaginan ustedes a una persona que disfrute con la «Grande» de Schubert extrayendo adoquines de las calles para arrojárselos a las fuerzas de seguridad? ¿A que no? Pues eso...
Dicho lo cual, no es de extrañar que se retrase interminablemente el pago de ayudas y subvenciones a nuestros festivales y teatros. Los primeros acaban de ver en el BOE que un recientísimo Consejo de Ministros ya aprobó que les sean abonadas. Sí, lo ha de aprobar ese órgano, aunque figuren en los presupuestos generales del Estado. La maraña legislativa es enorme. Las dedicadas a las temporadas de ópera o teatros siguen sin aparecer en el BOE, aunque se proclame semana tras semana que están a punto. Las cobrarán, con suerte, a final de año, cuando se trata de los fondos con los que funcionar todo 2019. Esto no afecta a las grandes entidades como Real o Liceo y algunas en las que el Ministerio de Cultura figura en sus patronatos, pero sí a muchas otras, como la de Oviedo, las temporadas de los amigos canarios, bilbaínos o coruñeses de la ópera, el festival de música de Canarias, la Fundación Antonio Gades, etc. Se alega que, al estar el presupuesto prorrogado y el Gobierno en funciones, no se pueden pagar sin una autorización expresa de Hacienda, pero esta gestión no avanza y los meses siguen pasando. Cuando, hace dos años, sucedió algo parecido y el gobierno de Rajoy estuvo en funciones, las subvenciones se pagaron sin problemas... Nadie ha dicho nada, seguramente por el temor a enfrentarse con la Administración, pero lo cierto es que el descontento y la preocupación son enormes: hay sin cobrar nóminas a artistas, personal técnico y proveedores. Cuando se trata de artistas extranjeros es muy complicado explicarles la situación española y los retrasos en los pagos de actuaciones ya celebradas, con la mala imagen que se genera para la marca España.
Parece como si se considerase que quien se dedica a la música o al teatro haya de vivir del aire, más allá de la propia desidia o incompetencia administrativa.
Hace ya unos meses «Il Corriere della Sera» publicó que los teatros italianos estaban muy lejos de la financiación pública de los alemanes o franceses... La comparación con España sería para echarse a llorar: el Estado italiano dedica individualmente a las temporadas de ópera de ciudades como Bari, Génova, Salerno o Bolonia más dinero que el que el Estado español dedica conjuntamente a todas las españolas de la periferia, cuando Bari, Salerno o Génova son también periferia.