Crítica

La envidia hecha música

La Razón
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«Mozart y Salieri», de Rimsky-Korsakov. Ivo Stánchev, Pablo García-López, Rafael Rivero, Fran Parrado. Directora de escena: Rita Cosentino. Director musical y piano: Borja Mariño. Fundación Juan March. 27-IV-2017.

Milos Forman llevó al cénit en su película la leyenda de la enemistad mortal entre Salieri y Mozart, pero mucho antes Pushkin escribió una pequeña obra en la que presentaba el mismo tema y Rimsky-Korsakov se fijó en ella para componer una ópera de cámara. Inicialmente, sólo hubo un piano, nada menos que Rachmaninov, y una sola voz: la del gran Chaliapin, como Salieri, con su cuerda de bajo, y como Mozart, quizá en falsete. Mozart canta poco, la verdad. Posteriormente, se añadió orquestación, pero perdió parte de su frescura. Dos partes: en la primera, Salieri expresa los motivos de su envidia, recibe la visita de Mozart y le invita a cenar en una posada. Al inicio de la representación, unas letras proyectadas abundan sobre la envidia como motor de superación o como hundimiento de la persona. La envidia ha matado a muchos. Recordemos también el maravilloso «El malogrado» de Thomas Bernhard. En la segunda parte se presentaba el momento en que Salieri se deshacía de Mozart envenenándole durante aquella cena, en la que el genio le daba a conocer algunos compases del «Requiem» que estaba componiendo y le hablaba de una extraña visita. La directora de escena Rita Cosentino ha alterado el momento original para pasarlo, años después, a un recuerdo de la cena durante la muerte de Salieri. Un decorado simple, el vestuario y las luces, y algún video, apoyan al reparto, en el que sobresale la voz grave de Ivo Stánchev a lo largo de un extenso declamativo bien escrito para la voz. Una pequeña joya que incide en una leyenda que, como dirían los italianos, «se non è vera e ben trovata», visto el recorrido que ha tenido.