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La lección de Bros y el adiós de Edita

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Temporada del Real
«Roberto Devereux» de Donizetti. E. Gruberova, V. Stoyanov, S. Ganassi, J. Bros, M. Atxalandabaso, S. Orfila, etc. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Teatro Real. Madrid, 3-III-2013.
Corría abril de 1970 cuando tuve oportunidad de ir a la ópera por vez primera. Era mi cumpleaños e invité a mi madre al teatro de la Zarzuela para ver a la soprano que en aquel momento estaba en la boca de todos por todo el mundo: Montserrat Caballé. Cantaba «Roberto Devereux». Guardo por tanto un recuerdo imborrable de una artista en los años de oro de su carrera interpretando un papel absolutamente hecho a su medida. Tuve ocasión de volvérselo a escuchar un par de años después en la Fenice. Ella y Leyla Gencer son las únicas sopranos que han sido capaces de hacer total justicia a un dificilísimo papel que ha de conjugar el más puro belcantismo con la expresión dramática. La voz que se requiere es de una dramática de agilidad con importante volumen y voces así ha habido bien pocas.
Edita Gruberova no se encontró nunca entre ellas. Sus bazas radican en una formidable técnica gracias a la cual puede seguir admirando a los 66 años y el potente cañón de agudos y sobreagudos, capaces de traspasar cualquier barrera sonora orquestal. Para Isabel I faltan los graves auténticos, que ella suple con algún que otro truco, al igual que también utiliza estos para eludir más de una coloratura. Se prodiga en filados y medias voces de quitar el hipo para equilibrar las anteriores carencias. Tiene un público que la admira encandilado y su triunfo fue tan completo como en las anteriores veces que pisó este mismo escenario, pero quienes hayan escuchado a Caballé cantar el aria final saben que esta ópera es otra cosa de lo escuchado en el Real.
Lo mejor de la velada
Cumplieron bien el barítono Vladimir Stoyanov, aunque con el papel aprendido con alfileres y más de un ribete verista, Mikeldi Atxalandabaso y Simón Orfila. Sonia Ganassi resultó una entregada Sara, sólida y muy belcantista. Con José Bros, lo mejor de la velada. El tenor catalán dio una verdadera lección de cómo ha de cantarse este repertorio, recordando a los más grandes tenores que lo han abordado. Dio gusto la calidad del fraseo, la impecable dicción y la expresividad sin salirse una línea del estilo donizettiano. Formidable el aria «Come un spirto angelico» y el apuro al final de «Bagnato il sen di lagrime» no empaña para nada una actuación ejemplar. ¡Enhorabuena! Dirigió con vivacidad Andriy Yurkevych, quizá demasiado marcial.
Un espectador decía al salir «prefiero así la ópera que con señores en calzoncillos y voces de pitiminí». Creo que muchos piensan lo mismo y lo demuestran los doce minutos de ovaciones cortadas sólo por la retirada de los intérpretes, que coronaron el que puede ser el adiós de Gruberova al Real.

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