La ópera proletaria de Sorozábal
El Teatro de la Zarzuela acoge el viernes el estreno mundial de «Juan José», una pieza lírica que nunca llegó a representarse con escena.
El Teatro de la Zarzuela acoge el viernes el estreno mundial de «Juan José», una pieza lírica que nunca llegó a representarse con escena.
Una rareza y, al mismo tiempo, una auténtica belleza. El maestro Sorozábal jamás la pudo ver sobre un escenario. Hubo dos intentos de que se pudiera representar, pero ambos fueron fallidos. El argumento de esta obra lírica de enorme envergadura, basado en las miserias sociales fácilmente extrapolable a nuestros días, lo impidió. Ahora llegará al escenario del Teatro de la Zarzuela y lo hará por la puerta grande, pues a un elenco imponente, encabezado por un Juan José de lujo que canta el barítono Ángel Ódena, se une la experiencia en la escena de José Carlos Plaza y la batuta de Miguel Ángel Gómez Martínez, a quien recientemente acaban de nombrar director de la orquesta de RTVE. Para Plaza en esta pieza hay algo de «extraordinario. Está basada su música en la raíz más popular del chotis, el pasodoble o la habanera, a los que el maestro distorsiona de una manera casi atonal y eso precisamente es lo que hemos querido traducir en la escena, que es asombrosamente simple. Estamos ante un espectáculo expresionista que diría que tiene bastante ver con el ‘‘Wozzeck’’ de Alban Berg. Yo creo que es el ‘‘Wozzeck’’ español». Por el escenario desfilan la pobreza, la incultura, la violencia de género, «y la música va pegada a todo ello, de ahí que posea una orquestación enorme. Lo que trata son temas totalmente actuales», señala Plaza, quien ha contado, como ya lo hizo en otras ocasiones, con la colaboración del artista Enrique Marty. La historia de «Juan José» daría casi para escribir un libro. La ópera exigía mucho y Sorozábal, cuenta el director de escena, era demasiado riguroso. Hace unos años se pudo ver en el Kursaal de San Sebastián con Manuel Lanza en el papel principal.
Para Plaza, curtido en mil batallas escénicas ya, «el teatro, tanto el lírico como el dramático, significa una gran responsabilidad. Cuando hay dinero público de por medio siempre te preguntas si habrás acertado o no». ¿Y cómo se sabe? La fórmula de este veterano regista es «ver cuál es la reacción del público. Yo no lo mido por el aplauso, pero sé cuándo he tocado la fibra del público», comenta. Ódena, que no tiene un minuto libre, lleva ya un tiempo estudiando su personaje. El libreto le llegó hace un año y medio, pero desde hace un mes no ha dejado de dedicarse a ello. «Es una música a la que no estoy habituado y por eso me puede costar más. Y lo que tengo claro es que es un operón, muy bien escrito pero bastante difícil de cantar, que pueda estar perfectamente a la altura de Wagner o de Alban Berg», explica. Y él tiene la suerte de hacerlo en los tres actos, aunque la obra no tiene una longitud excesiva. Lo uno por lo otro. Para Ódena, «lo importante es saber transmitir una historia de este calado y que el público se impresione y pueda reflexionar. No vamos a dejar a nadie indiferente», señala.
La apuesta de una cena
Los ensayos, desde luego, han sido duros y, como comenta el artista, «el maestro no nos ha dejado pasar ni una, que es lo que debe de hacer. La verdad es que ha sido duro, pero por lo que me han dicho parece que está quedando todo muy bien». Hoy será el ensayo general y el viernes subirá al escenario del coliseo de la calle Jovellanos. A pesar de transmitir un profundo pesimismo vital y de tener una partitura densa, Daniel Bianco, director de la Zarzuela, está convencido de que «va a funcionar muy bien». Tanto que, retengan el dato, se ha apostado con Plaza una cena para la que ya le ha indicado que vaya «buscando restaurante».
Una obra de finales de los sesenta
En 2009 la obra fue estrenada en San Sebastián, pero en su versión concierto, y es ahora, 48 años después de su composición en 1968, cuando se verá sobre un escenario. Hubo un intento que se frutró, pues el propio Sorozábal quería contar en el reparto con Domingo, Caballé y Berganza, lo que finalmente no consiguió y decidió no estrenar. Además de Ángel Ódena, en el papel principal, en el reparto se puede escuchar a Milagros Martín, como la alcahueta Isidra, y a Carmen Solís, que debuta en el coliseo e interpreta a Rosa. La historia transcurre en los barrios bajos de Madrid, el de las tabernas y personajes marginales, el del analfabetismo.