Las lecciones de «El holandés errante»
Crítica de clásica / Temporada de la OCNE. «El holandés errante» de Wagner. Voces: Bryn Terfel, Ricarda Merbeth, Torsten Kerl, Pilar Vázquez, Dmitry Ivanchey. Coro y Orquesta Nacionales de España. Director: David Afkham. Auditorio Nacional. Madrid, 15-I-2016.
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Muchas lecciones nos ha deparado el último concierto de la Orquesta Nacional, en el que se programó «El holandés errante» con un reparto de gancho. De entrada, quizá la más importante, mil veces mejor una ópera en concierto con solidez en el reparto que con una escena contraproducente e intérpretes mediocres. Era opinión unánime a la salida que se disfrutó más que con muchos de los «espectáculos» –va expresamente entrecomillado–que se ofrecen en los teatros de ópera. En el Auditorio se recurrió a una sugerente penumbra, unos parcos pero efectivos movimientos de protagonistas y coro y algunos efectivos juegos de luces. Bastó eso para crear el clima con el que gozar de esta maravillosa partitura.
Afkham demostró su consistencia como titular, con una lectura bien construida de principio a fin, en la que hubo tensión y lirismo, en la que la sonoridad apabullaba cuando debía y se mimaba a los cantantes cuando se requería. Baste citar el acompañamiento a las frases de Senta tras su dúo con Eric. Magníficos coro y orquesta. Luego, a veces la crítica acierta cuando propone un titular.
Nueva lección: donde menos se espera, salta la liebre. El gran reclamo del espectáculo era Bryn Terfel y, sin embargo, fue Ricarda Merbeth quien se llevó el gato al agua. Es figura habitual en Bayreuth, donde ha cantado Senta junto a Thielemann, pero no goza de la fama del barítono galés. La voz no es especialmente atractiva, pero sí segura y con excelente proyección. Se merendó literalmente a Terfel en su dúo del segundo acto y es que éste mostró fatiga en él, tras haber estado formidable en el primer acto, con el poder y brillo habituales en su privilegiado instrumento. Se recuperó algo para su escena final, pero siguió denotando cansancio con la voz abierta. Torten Kerl es otro consagrado, un tenor algo más heroico del usual para Erik, aunque la voz haya ido perdiendo seguridad arriba. Durante su dúo con Senta en el tercer acto nos miramos Arturo Reverter y yo: ¿cuándo cascará? El gallo llegó cuatro compases después. El bajo programado inicialmente fue sustituido sin que su nombre apareciese en papel alguno. De timbre algo opaco, correcto sin más como Daland. Bien el Timonel de Dmitry Ivanchey y muy sólida Pilar Vázquez como nodriza. Un concierto memorable, incluso con las observaciones apuntadas que humanizan el espectáculo, con una ópera por menos de 40€euros frente a los más de 150€habituales en los teatros. Como Hofmannthal, no sabría decir qué va antes, si palabra o música, pero lo que seguro va después es la escena. ¡Qué revolución necesitan los teatros!