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Las vitalidad e intención de Zedda

Crítica de clásica. Temporada del Teatro de la Zarzuela. Obras de Rossini. C.Romeu, C.Mouriz, D.Korchak, R.Amoretti. Coro del Teatro de la Zarzuela y Orquesta de la Comunidad de Madrid. A.Zedda, director. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 10 de mayo
La Razón

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Los triunfos se acumulan en el Teatro de la Zarzuela en estos últimos tiempos en los que el género propiamente dicho va cediendo paso en la programación a otras categorías musicales. Tras el sonado triunfo de Leo Nucci le ha tocado turno a Rossini, de la mano de un especialista tan reputado como Alberto Zedda. En el programa, una escena de su ópera «Ermione», la cantata «La morte de Didone» y el «Stabat Mater».
Las dos primeras obras reúnen muchas de las grandes dificultades de Rossini en la ópera seria. Tanto el aria y la cabaleta de Andrómaca como la citada cantata presentan fuertes contenidos dramáticos que no están al alcance de cualquier voz. La donostiarra Clara Mouriz sube día a día peldaños en su carrera, pero no pudo responder a todas las exigencias de una parte que requiere una mezzo de la talla de Horne o Ganassi. Mejor se logró defender Carmen Romeu, último premio revelación de los Premios Campoamor, si bien hubo de exponer mucho ante unas notas escritas para una soprano dramática de agilidad, cuando su voz se encuadra dentro de las eminentemente líricas. Todas estas dificultades se acrecientan, hasta resultar lógicas algunas destemplanzas, si coro y orquesta suenan con los decibelios que ama Alberto Zedda.
Más sencillo es el «Stabat Mater» a pesar de algunas notas agudas extremas. Ópera y polifonía se mezclan en esta obra bellísima que, por cierto, nació en Madrid y que muchos podrían no asimilar al género sacro, dada la teatralidad de números como el «Cujus animan», si bien retoma en su final el carácter para el que fue creada. Romeo y Mouriz lo tuvieron más fácil, le faltó volumen al bajo Rubén Amoretti y Celso Albelo fue sustituido a causa de enfermedad por Dmitry Korchak, tenor que recientemente intervino en el «Don Pasquale» de Muti en el Teatro Real y que no se amedrantó en el agudo del «Cujus animan», cantado a plena voz. Cumplieron coro y orquesta sin alcanzar el nivel de sus mejores días, bajo las órdenes del maestro Alberto Zedda, en quien a sus increíbles 86 años se valoran más vitalidad e intención que finura en la ejecución.