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«Blackstar», su genial «regalo de despedida»

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«BlackStar» es el epitafio sonoro de David Bowie, su último álbum grabado. Publicado el 8 de enero, el día de su 69º cumpleaños, contiene suficientes pistas para, en perspectiva, comprender cómo se encontraba Bowie cuando lo grabó. «Fue su regalo de despedida», dijo Tony Visconti, productor del álbum, amigo y colaborador desde hace casi cinco décadas.
Bowie sabía que tenía cáncer desde hace 18 meses. Ahora se explican sus ganas de grabar. Por muy morboso que pueda resultar, es fácil imaginar que quería dejar un último testimonio sonoro de su existencia. Y ahora también se entiende por qué eligió un camino abiertamente radical y anticomercial. Porque se trata de un trabajo nada asequible para los oídos más convencionales. «Siempre hizo lo que quería hacer. Y lo quería hacer a su manera. Su muerte no ha sido distinta de su vida: una obra de arte», afirmó Visconti.
Lo curioso, lo patéticamente curioso, es que la muerte de Bowie coincide con el lanzamiento de las ediciones de las mejores revista de música del mundo, la mayoría con el Duque Blanco en la portada y loando las bondades de «BlackStar». «Es su disco más estelar y satisfactorio en años», aseguraba la revista «Mojo».
El propio Visconti reconoció que le cogió por sorpresa la llamada de Bowie para decirle que necesitaba grabar inmediatamente un nuevo disco. En enero de 2014, apenas un año después de publicar el exitoso «The Next Day», escribió varios bocetos de canciones y meses después registró unas cuantas maquetas. Visconti se olvidó de ellas hasta que sonó el teléfono y escuchó la orden de Bowie.
Cómo abstraerse ahora de escuchar con oídos distintos diversos pasajes del álbum. Por ejemplo, su nuevo single, la estremecedora «Lazarus». «Mira aquí arriba, estoy en el cielo / Tengo cicatrices que no se ven / Tengo drama / No puede robarse / Todo el mundo me conoce ahora», canta. Y concluye: «Igual que un pájaro azul / Seré libre / ¿No es eso típico de mí?». En el espectacular vídeo de la canción, Bowie aparecía con los ojos vendados en una cama de un hospital psiquiátrico. Más allá de su belleza, el rostro de Bowie es el de una persona ya consumida por el cáncer, pero lleno de orgullosa dignidad.
En la canción que da título al disco, Bowie también pronuncia versos inquietantes: «No puedo aclararte / Por qué soy una estrella negra / Sólo ven conmigo / No soy una estrella de cine / Te llevaré a casa / Soy una estrella negra / Coge tu pasaporte y tus zapatos / No soy una estrella pop / Y tus sedantes / Soy una estrella negra / Eres una chispa en la sartén / No soy una estrella de Marvel / Soy lo grande que soy / Soy una estrella negra».
Y en «Dollar Days», la última canción que esribió para «BlackStar», suscribe en una de las frases finales: «No creas por un segundo que te estoy olvidando».
Aquí esta el vídeo de «Lazarus»
En el vídeo, Bowie aparece con los ojos vendados en una cama de un hospital psiquiátrico. Las imágenes muestran los estragos de la enfermedad en su cuerpo, muy delgado y con el rostro demacrado, a pesar de lo cual transmite la vitalidad de siempre e incluso se atreve a bailar.

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