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Los viajes del CNDM

La Razón
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El CNDM, que acomete su sexta temporada bajo el mando firme e imaginativo de Antonio Moral, va a desplegar hasta 244 actividades diferentes, que se reparten en los más diversos géneros y épocas en un entramado de difícil encaje y equilibrio.
El CNDM, que acomete su sexta temporada bajo el mando firme e imaginativo de Antonio Moral, va a desplegar hasta 244 actividades diferentes, que se reparten en los más diversos géneros y épocas en un entramado de difícil encaje y equilibrio. Queremos detenernos en una significativa parcela del epígrafe titulado “Circuitos”, que este año se abre al exterior en una rama que podríamos denominar internacional, que corre en paralelo a la que se desarrolla en quince ciudades españolas –Alicante, Ávila, Badajoz, Burgos, Cáceres, Granada, Oviedo, Pamplona, Salamanca, Santiago de Compostela, Segovia, Sevilla, Úbeda/Baeza, Valencia y Zamora- y, por primera vez, en una capital situada al otro lado del Atlántico: Bogotá.
Nueve conciertos de lustroso y, sobre todo, sustancioso contenido van a celebrarse de esta guisa en la urbe colombiana, en el seno del Festival Internacional de Música Sacra, un evento de carácter multirreligioso, único en Latinoamérica, destinado, nos dice su directora, Marianna Piotrowska, “a divulgar las diferentes tradiciones culturales a través de las músicas sagradas del mundo, abarcando todas las épocas, la música sacra y la tradicional, promoviendo así el diálogo, el respeto a la diversidad cultural y de creencias, una cultura de paz y la integración social”.
Los grupos que participan en esas sesiones que impulsa el organismo del INAEM son españoles a excepción del colombiano Extempore, un cuarteto barroco de dos violines, chelo y clave, que propone un programa que arranca en la Europa del Renacimiento y concluye, cruzando el océano, con el italiano Domenico Zipoli, el nativo José Cascante y el portugués Pedro Antonio Avondano. La serie, iniciada el 12 de septiembre, se abría con la música de los oficios de Vísperas y Completas de Gutiérrez Fernández Hidalgo, español afincado en distintas catedrales de Suramérica entre ellas la de Bogotá (antigua Santa Fe). La reveladora velada estaba a cargo de la agrupación murciana La Danserye en colaboración con Capela Prolationum. Son instrumentistas que tocan a partir de la notación original, con voces y acompañamiento de ministriles.
En el ambicioso “cartellone” figura asimismo Accademia del Piacere, con el gambista y director Fahmi Alqhai. Ofrece dos conciertos: el insólito titulado “Da Pacem Domine”, música sacra y espiritual entre la tradición occidental y el flamenco, en el que participa el ya famoso cantaor Arcángel –que protagoniza en solitario, con la guitarra de Miguel Ángel Cortés y la percusión de Agustín Diassera, un recital: “La voz del alma”-, y el bautizado con la leyenda “In dulce jubilo”, basado en transcripciones para tres violas de gamba y continuo de obras de Bach.
Los hermanos Zapico, unidos en el grupo Forma Antiqua, presentan el 29 de septiembre “Con afecto y armonía. La circulación de música y músicos entre España, Portugal, Italia y América”, un viaje a través de la cantada –forma hispana de la italiana cantata-, con la aportación vocal de la gentil soprano tinerfeña Raquel Lojendio. En su segunda intervención los tres hermanos -Aarón, clave, Daniel, tiorba, y Pablo, guitarra barroca- brindan un programa que les ha dado ya numerosas satisfacciones, un “Concierto Zapico” que incluye obras danzables muy diversas, de Blasco de Nebra a Domenico Scarlatti, con gran presencia de Santiago de Murcia. Cierra el ciclo el célebre gambista Jordi Savall, primero con un concierto a solo, “Les Voix Humaines”, con un repertorio que recorre varios siglos y países, y después, ya el 4 de octubre, al frente de su Hespèrion XXI: “Folías antiguas y criollas del Antiguo y Nuevo Mundo”. “Una fiesta de la imaginación y del color”.