Noches de misterio
Crítica de clásica: Temporada de la ORCAM. Obras de C. Del Campo y Mendelssohn. L.Casariego, G.Peña, G.Bermúdez, C.Alcedo, F.Nieto, P.Adarraga. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Director: Víctor Pablo Pérez. Auditorio Nacional de Música. Madrid, 17-XI-2014.
Una de las cosas que más hay que agradecer a los ciclos de la Comunidad de Madrid es la originalidad de sus planteamientos programáticos desde los tiempos en que era director José Ramón Encinar. El concierto de esta semana fue, desde luego, una buena muestra de ello, con dos obras absolutamente infrecuentes, desconocidas para el noventa y nueve por ciento de los asistentes, en cuya programación existía además coherencia. De un lado por el tema de las dos obras tocadas –«La flor del agua», de Conrado del Campo y «La primera noche de Walpurgis», de Mendelssohn– presentaba en común el de esas noches misteriosas que tanto han atraído a literatos y compositores en otras épocas. De otro porque permitía economizar medios, con solistas que podían repetirse en ambas piezas. Del Campo sigue siendo un compositor desconocido a pesar de que en tiempos, un tanto exageradamente, se le llegase a apodar como «el Strauss español». La música de la zarzuela escrita en 1909 y estrenada cinco años más tarde está lejos de la straussiana e incluso de aquella «Consagración de la primavera» que se estrenaba con bastante escándalo en París por las mismas fechas. Tampoco esto quiere decir que carezca de interés, que lo reúne más en los pasajes musicales que en los vocales, ya que estos últimos no acaban de levantar el vuelo ni en la romanza del príncipe disfrazado de juglar. Por cierto, que el libreto posee un cierto paralelismo con el de «Tristán e Isolda», aunque aquí el final resulta feliz. Obviamente no es tan larga como aquella, pero incluso le pueden sobrar algunos minutos.
Más lograda resultó «La primera noche de Walpurgis», un cuento de cristianos y druidas de un autor joven pero que ya era en estado puro el Mendelssohn conocido. Amplios corales, algún notable pasaje orquestal y gratos números vocales a cargo de soprano, tenor y muy especialmente barítono componen una partitura que se escucha con sumo agrado.
Victor Pablo Pérez se mostró especialmente afortunado en Mendelssohn, mientras que en Del Campo le sobraron al conjunto algunos decibelios. Entre los solistas se lucieron más las voces masculinas de Gustavo Peña y Gabriel Bermúdez, éste con una voz que va ganando peso a medida que pasa el tiempo.