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Pablo Ferrández, el violonchelista español que se hizo con Helsinki

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Pablo Ferrández, un violonchelista español de 22 años que "creció rodeado de músicos", califica de "increíble"el segundo premio que ha recibido en el Concurso Il Paulo de Helsinki, uno de los "más fuertes que hay para chelo", ha dicho hoy a Efe en una entrevista.
"Empecé con 3 años y, de alguna manera, el hecho de que yo toque el chelo esta relacionado con cuando mi padre escucho por primera vez el concierto de Dvorák", ha explicado el joven.
La violonchelista Natalia Shajovskaya y la Escuela de Música Reina Sofía, dieron forma a Ferrández, pero siempre tuvo dentro de sí el gen, no solo del chelo, sino de la música en general.
Su madre era una profesora tan dedicada que inventó, cuando él nació, un método de enseñanza musical al que bautizó "El mago diapasón", y gracias al cual Ferrández puede hoy decir que él no oye claxons en los atascos.
El violonchelista, cuya música le ha llevado a viajar por todo el planeta, recuerda con mucho cariño un concierto que dio en España sobre las tablas del Gran Teatro del Liceo de Barcelona con solo 16 años: "Era el primer sitio en el que mi padre, que también era chelista, trabajó y además toque Dvorak por primera vez allí".
En esta ocasión, junto a otros 24 participantes, ha viajado a Finlandia para pasar por cuatro audiciones públicas, donde ha tenido que estudiar partituras de Schummann, Haydn y Prokofiev: "Yo elegí tocar a Schumman en la semifinal y en la final toque Haydn y Prokofiev".
En este tipo de encuentros los chelistas pueden escoger entre unas cuantas piezas, pero eso no resta dificultad al concurso: "Si ya la has tocado antes recuperarla no es tan difícil, pero cuando la pieza es completamente nueva es durísimo llevarla a un buen nivel para un concierto", ha aclarado Ferrández.
El concurso, que se celebra en Finlandia cada cinco años, "está hecho para que parezca una gira", y quizá por eso los músicos menores de 30 años que participan en él equiparan el prestigio del encuentro al del Concurso Internacional Chaikovski.
Aunque las interpretaciones de Ferrández conquistaron a un jurado presidido por Arto Noras y el andorrano Lluis Claret, que se hizo con el premio Rostropvich en 1977, el ganador de esta edición ha sido el austríaco Kian Soltani.
A pesar de su "estricto"amor por la música clásica y su plena dedicación, modestamente admite que para conseguir vivir de la música no hay ningún secreto, "solo hay que estudiar, estudiar y estudiar".

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