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Prêtre, una fuerza de la naturaleza

El maestro francés, que batió un récord al dirigir por primera vez el Concierto de Año Nuevo a los 83 años, fallece en la localidad de Navès
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El maestro francés, que batió un récord al dirigir por primera vez el Concierto de Año Nuevo a los 83 años, fallece en la localidad de Navès
Maestro indiscutible y señor de la orquesta, muchos recordarán al director –quizá le descubrirían por primera vez– al verle dirigir el Concierto de Año Nuevo de hace unos años. Fue en 2008, año de la Eurocopa. Se permitió entonces sacar a escena en el Musikverein un balón de fútbol. Pocos pueden presumir de hacerlo con la clase y la naturalidad (y con el extenso repertorio de gestos) de este veteranísimo, que demostró que en un evento de esas características planetarias siempre hay lugar para el buen humor (con tarjeta amarilla y silbato incluidos). Tenía 83 años y le llegaba el turno casi al final de su vida. Batió un record doble: se convertía en el primer francés en dirigirlo y en el más longevo. Supo sacarle todo el jugo. Dos años después de aquello, con 85, volvió a ponerse frente a la Filarmónica de Viena el primer día del año. Y volvió a hacer pleno.
- La apoteósis
No le eran ajenos los profesores vieneses y siempre demostró hacia ellos una complicidad que fue recíproca, y aunque la ocasión le llegaba casi al borde de los noventa demostró poseer una vitalidad que ya la quisieran para sí muchos de los que le siguieron en el podio. Cuando fue elegido para dirigirlo comentó que se trataba de «la apoteósis de su vida artística». Para la revista de la Sociedad de Amigos de la Música Vienesa era «un volcán a punto de entrar en erupción». Él, en sus declaraciones no se quedaba atrás al asegurar con gran humor que consideraba a los músicos como «un caballo pura sangre que tan sólo espera recibir los impulsos del jinete», motivo, quizá, por el que decidió en aquella ocasión incluir una pieza muy significativa en el programa, «Galope de Versalles», de Johan Strauss padre.
Nacido en Waziers en 1924 y fallecido ayer a los 92 años en la localidad de Navès, ha dirigido a las mejores orquestas del mundo. Su debut en la Royal Opera House de Londres llegó en 1961 y sus primeras apariciones en el Metropolitan de Nueva York y La Scala de Milán (coliseo que emitió ayer un comunicado dando cuenta del deceso) tuvieron lugar a finales de los 60. Durante un tiempo fue director musical de la Ópera de París, pero nunca tuvo una orquesta fija. Ni lo quería ni lo necesitaba. Además de por la ópera, Prêtre era sobradamente conocido por sus interpretaciones de música francesa, especialmente de Francis Poulenç, de quien estrenó «La voix humaine» en la Opéra-Comique en 1959, en sus Sept répons des ténèbres en el año 1963. En 1999 ofreció una serie de conciertos en la ciudad del Sena para celebrar el centenario del nacimiento del citado compositor.
«La Sociedad Filarmónica de Viena llora la muerte de su socio de honor, George Prêtre», rezaba un comunicado. La relación de amistad entre el maestro francés y la formación tiene sus orígenes en 1962, cuando Karajan, entonces al frente de la Ópera de Viena, le invitó a dirigir varias funciones de «Capriccio» de Richard Strauss.

Memorables «Carmen» y «Tosca»

La diva entre las divas le distinguió con su amistad. Siempre que podía le pedía que estuviera él en el foso. Le daba tranquilidad y acabó por convertirse en su director fetiche. Son memorables sus noches en La Scala y algunas de las óperas que dirigió, como un «Fausto» en 1977, para la que contó con Alfredo Krauss y Mirella Freni. Con la Callas grabó dos versiones para el recuerdo de «Carmen» y «Tosca».

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