¿Qué fue del bel canto?
Crítica de ópera / «Norma». De Bellini. Voces: G. Kunde, M. Pertusi, M. Agresta, K. Deshayes, M. Miró, A. Lozano (20 de octubre); R. Arónica, S. Orfila, A. Meade, V. Simeoni, M.Miró. A. Lozano (21 de octubre). Dirección musical: R.Abbado. Dirección escénica: D.Livermore. Orquesta y Coro titulares del Teatro Real. 20-X-2016.
Creada:
Última actualización:
«Norma», a pesar de lo declarado y publicado en los medios de comunicación, se ha escuchado en el Teatro Real en 1971 y se ha visto en la Zarzuela en 1978. Por tanto, no hace 102 años. Empiezo por aquí porque necesariamente aquellas dos ocasiones condicionan las presentes para quienes allí estuvimos. En ambas cantó Caballé, en su mejor momento en la primera, vivida por quien firma, entonces joven, de rodillas en un lateral del último piso con auténtico embeleso. Jamás he vuelto a escuchar una Norma igual. En la segunda compartió escena nada menos que con Cossotto, Lavirgen y Vinco.
«Norma» es ante todo bel canto en las voces y en la orquesta. Todo lo demás es secundario. La forma en que un director empieza a dirigir «Casta diva» determina toda la obra. Esos compases orquestales han de introducirnos en la evocación, la intimidad, la sugerencia, la reposada y etérea belleza de la melodía belliniana en la que se inspire la soprano para cantar una de las páginas más célebres y también maltratadas de la historia. El coro ha de insinuar. Roberto Abbado empezó con volumen excesivo y sosamente languidecida. Justo lo contrario de lo preciso. Maria Agresta, muy voluntariosa toda la noche, pasó desapercibida para, luego en la intrincada cabaleta, intentar en vano disimular las carencias. Minutos antes el tantas veces admirado Gregory Kunde cantó sufriendo la página inicial de Pollione, forzado, cansado, nada belcantista y el Oroveso de Pertusi no pasaba de una rutinaria contundencia. Katerine Deshayes, ni mezzo ni soprano, elevó el nivel y el dúo «Mira o Norma» fue lo más –¿lo único?– inspirado de la representación.
En el segundo reparto estuvo muy correcto Roberto Arónica, valiente en el agudo, no siempre afinado, pero en forma y más en línea. Se eligió otra Adalgisa ligera, Verónica Simeoni, superior en escena pero inferior vocalmente a Deshayes. Simón Orfila no es el bajo profundo que exige el personaje de Oroveso.
Según cuenta Caballé, pidió consejo a Callas antes de cantar «Norma» y ella le respondió que probase a cantar el trío y éste le diría si podía ser Norma o no. Agresta no pudo con él. Sí pudo en cambio Angela Meade, plena de poderío en todos los sentidos, dando las notas, si bien sin excesiva finura y emotividad. La partitura les viene grande a algunas de estas voces, pero no crean que van a encontrar por ahí repartos mejores. Seamos conscientes de todo: hay lo que hay y el Teatro Real ha realizado un gran esfuerzo con los tres repartos. Queda por escuchar a Mariela Devia que, pese a sus años, aún podrá dar una lección el día 30 con la que recordar lo que es el belcantismo, aunque le falte fuerza al personaje.
Un suelo reflectante y multitud de vacuas proyecciones completan una propuesta que gustará a unos y parecerá que satura a otros. Cumple, pero se aúna con la dirección orquestal en la falta de creación del ambiente que la partitura belliniana exige. Una «Norma» sin chispa y emoción, tan prescindible en principio en su conjunto como la reciente londinense, pero como «Norma» son las voces finalmente se produjo el milagro. En el primer acto del primer reparto no apareció Bellini, en el segundo acto ese «cast» se dejó sentir y en el mismo acto del segundo reparto por fin llegó con Meade y Arónica, ayudados por una concertación más cuidada.