Conciertos

Raúl Gutiérrez: «Estoy a la fuga de los malos rollos»

Rulo estará los próximos 20, 21 y 23 de marzo en Madrid, donde presentará los temas de su tercer disco en tres formatos y escenarios distintos.

De izquierda a derecha, Daniel Baraldés, Raúl Gutiérrez «Rulo» y Adolfo Garmendia
De izquierda a derecha, Daniel Baraldés, Raúl Gutiérrez «Rulo» y Adolfo Garmendialarazon

Rulo estará los próximos 20, 21 y 23 de marzo en Madrid, donde presentará los temas de su tercer disco en tres formatos y escenarios distintos.

Ha estado cuatro años en silencio, pero no se ha quedado mudo. Un tiempo en el que Raúl Gutiérrez ha compuesto 11 canciones, escritas a corazón abierto, que recoge en «El doble de tu mitad» y que la semana que viene enseñará, en distintos formatos y escenarios, en Madrid. El lunes tendrá una cita íntima con unas 100 personas en la sala Siroco, a la que irá desnudo, con guitarra y piano. El martes, en la Galileo Galilei, dará un concierto semi acústico para 500 personas. Y como cumbre del Everest, Rulo y la Contrabanda tocarán el próximo jueves en el WiZink Center de Madrid ante miles de personas.

–¿De menos a más?

–Bueno, al final no sé qué es más. Puede parecer que cantar para 120 personas sea menos, pero estaré más nervioso el lunes que el jueves, cuando me sentiré arropado por una banda que suena como nunca.

Raúl Gutiérrez (Rulo) es un cantautor. Y un cantante de rock. Un yin-yan en equilibrio. Una voz rasgada que expresa los sentimientos que brotan de una cabeza en plena ebullición. Asegura que éste es el momento más feliz de su carrera y que ya ha perdido los miedos que le perseguían tras marcharse de «La Fuga». Su tercer disco de creación es un balance de sus últimos años. Emoción, daño y diversión. Caricias y arañazos. No se repite. Desde la fragilidad de La reina del barrio, en memoria de los que sufren alzhéimer, a la electricidad y el ritmo de «Objetos perdidos». Una banda de guitarras que pone al público contra las cuerdas.

Es cercano, de distancias cortas. «No me gustan los festivales, porque cuando empiezas a disfrutar te tienes que bajar del escenario. Todo es un poco atropellado». Rulo confiesa que prefiere mostrar las canciones crudas, tal y como las compuso, que actuar ante miles de personas. Escupe las letras que se forjan en sus entrañas. Compone sin pensar en lo que tiene que contar. Sólo necesita una guitarra. Y un folio en blanco.

–¿Quién es el doble de su mitad?

–Mi pareja. He puesto ese título por no llamarlo «Tú», como pensé en un principio.

Es un disco para bailar. Pero también para pensar. Depende del tema. Es un disco en el que suceden cosas, nada monocromático. Es un disco como la vida misma, con sus bajones y sus picos altos.

–¿Sigue a la fuga?

–Huyo de todo lo que no sea puro. Estoy a la fuga de los malos rollos. Me fui del grupo por lo mal que nos llevábamos. Ahora tengo la suerte de amar mi oficio, al que no me gusta llamar trabajo.

Parece un tipo duro, de los que se tatúan lunas mientras esperan a las musas. Pero es sensible, “como todos los que hacemos canciones”. Piensa que es imposible hablar del amor sin que te acusen de romántico. Y si los románticos son soñadores, él sueña con un mundo mejor, porque cree en el ser humano.

–¿El amor necesita que le canten?

–Más bien necesito cantarle yo a él. Cuando cojo la guitarra me salen las cosas que me mueven. Y el amor y el desamor, que son lo mismo, están dentro de todo. A pesar de que el amor sea una contradicción, en un mundo tan frívolo, resulta imprescindible.

–Antes se cagaba en él...

–¡Y ahora! Cuando duele lo maldigo. Por despecho, pero no porque lo sienta.

A Rulo le inspira viajar, estar en movimiento, conocer países con culturas diferentes. “Vivir intensamente es lo más inspirador del mundo”, afirma.

–¿Más de noche que de día?

–Siempre he sido más búho y nocturno.

–En el disco hay un recuerdo a Benedetti, que decía que el olvido está lleno de memoria...

–Mi abuela murió el año pasado y la mamá de mi pareja tiene alzhéimer. Quiero pensar que todo su olvido tiene toneladas de memoria, que no se olvidan ni de todo ni del todo.

–¿Se siente un objeto perdido?

–Todos lo somos a veces.

Se le encasilló en el rock, pero no le gustan las etiquetas. De hecho, cada vez tiene menos prejuicios en mostrar las dos vertientes que conviven en su interior. Ni es músico al 100%, ni escritor. Me considero compositor.

–Pero cuando nadie le ve, ni le escucha. ¿Canta, lee o escribe?

–Las tres cosas me apasionan. Sobre todo, escribir y leer. Cuando me ducho, escucho música pero no canto.

–¿Por qué escribe canciones?

–Es una necesidad vital que tendré siempre. Si me ofrecieran 10 millones de euros a cambio de no hacerlo, no los querría. Durante los siete primeros años de mi vida musical no vivía de ello.

–¿Escucharle es conocerle?

–Los que hacemos canciones nos mostramos más de lo que creemos. Pero la persona que compone es mucho más ancha.

–Sus apariencias engañan.

–Siempre lo hacen. Soy mucho menos de lo que piensas.