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Soleá Morente: «Tuve que ser valiente para poder ser yo»

Soleá Morente / Cantante. Debuta en solitario con «Tendrá que haber un camino», un disco en el que la hija de Enrique Morente combina sus dos almas: flamenco e «indie».
larazon

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Es una artista natural. A Soleá Morente (Madrid, 1985) le viene de casta, pero los apellidos solos no hacen carrera. Después de varias colaboraciones con Evangelistas (el grupo que formó junto a Los Planetas y Antonio Arias para rendir homenaje a Enrique Morente), la hija mediana del maestro y Aurora Carbonell publica disco en solitario, aunque rodeada de amigos que ayuden a resolver la ecuación del cómo y el por qué.
–¿Firmar un disco con su nombre supone un extra de responsabilidad?
–Por supuesto. Me estoy empezando a dar cuenta. He dado muchas vueltas para conseguirlo, pero cuando llega el día de verlo, ni sabes lo que has hecho.
–¿Cómo dio el paso?
–Fue natural, pero nada fácil. He estado escuchando mucha música y aprendiendo en estos últimos tiempos. Aunque tenía en mente publicar otro disco, no pensaba hacer éste. Pero no sabía o no podía terminarlo. Y di muchas vueltas hasta que un día agarré la guitarra y empecé a componer. Fue cuando me relajé y dejé de preocuparme por un disco, un género o un concepto. En el momento en que dejé de buscar algo concreto, me encontré y de forma natural salieron canciones. Entonces tenía cinco o seis y dije: «voy a ver qué le parece a la gente». Pensé hacer un EP pero me enganché y fueron saliendo más. Son diversas y dispares, pero explican el momento por el que estaba pasando. Un momento de investigación y de búsqueda personal.
–¿Cuál era esa búsqueda?
–Buscaba un lugar donde se pueda estar y donde uno se pueda expresar. Vengo de un sitio lleno de referencias culturales. Eso es maravilloso, y al mismo tiempo me dificultaba, porque parecía que me tenía que decantar... ¿o no? La gente me pedía que le explicase lo que hago. Y yo no sabía. ¿Qué es? ¿Flamenco, pop, indie, rock? Y yo, pues... mire... es que mis raíces son flamencas pero mi padre me ha llevado a ver a Dylan, Springsteen, Camarón, Paco de Lucía, y todo eso yo lo llevaba dentro y lo quería expresar. Así que no tenía nombre para definirlo y en esa búsqueda del sonido estaba.
–Así que su disco es un relato de la búsqueda de un lugar.
–Exacto. la primera canción es oscura, basada en un poema de Machado y «Oración» es una llamada a la libertad de expresión, a que cada uno haga lo que quiera aunque no esté bajo un dogma o un sistema. No tenemos por qué ceñirnos a eso. Somos libres para hacer lo que queramos si es con honestidad. Hay canciones de amor imposible porque el amor funciona como una metáfora. Es importante, es lo que nos mueve, pero en mi mente es esa búsqueda que empieza cuando se pierde o se escapa. En este momento, la vida me produce curiosidad porque hay algo que no termino de encontrar.
–Decía que quería hacer otro disco, en realidad.
–Sí, es de canción clásica. Empecé a hacerlo con mi padre. Con canciones de fado y de Paco Ibáñez, una selección que ya empezamos a maquetar en el estudio de casa juntos, cuando terminé la carrera de Filología Hispánica. Desafortunadamente, no lo pudimos terminar y desde entonces me han ocurrido muchas cosas. Aquel disco es como un tesoro que me cuesta mucho abrir y escuchar. Estoy en ello. Pero antes tenía que limpiarme y saber lo que quiero. En este he logrado sacar lo de estos cuatro últimos años, después de que se fuese mi padre. Y creo que ahora tengo forma de acabarlo.
–¿Le produce dolor terminarlo?
–Ahora no, aunque sufrí muchísimo. Mi padre era la persona más importante de mi vida porque era además mi maestro, mi productor. Mi madre también, claro, pero con él me entendía muy bien. La carrera de Filología la compartimos juntos. Él venía de oyente a mis clases a veces.
–Casi me lo puedo imaginar...
–Sí... aceptarlo fue duro. Y yo me forzaba por retomar el disco, pero primero tenía que contar quién era yo y qué me estaba pasando. Y ya me siento fuerte y renovada por dentro.
–Su padre insistió para que estudiara y no empezase a cantar pronto. Imagino que no se arrepiente, a pesar de que hoy sea artista.
–Por supuesto que no. Le agradezco todo lo que me dio en su vida. Cuando terminé Selectividad, todo el mundo en mi casa se iba de gira. Mi padre, mis primos, mis primas, mis hermanos, mis tíos, todos. Ganaban su dinero y cantaban. Y yo les decía: «Dadme una pandereta o algo, anda...» (risas). Yo quería. Sin embargo, mi padre me dijo que podía ir a los «bolos» cuando fuera, pero me animó a conocer la universidad porque él se quedó con todas las ganas de hacerlo. Y eso me ha servido para lo que hoy me dedico, porque en la música hay que darle valor a los textos.
–El título del disco es una canción de Los Planetas que canta su padre.
–Es curioso, porque parece que nos ocurren cosas muy dispares, pero al final por algún misterio las cosas encajan. La letra de esa canción dice exactamente lo que pienso: «Tendrá que haber un camino / que nos lleve a un lugar / donde se pueda estar, otros prefieren quedarse / donde no se puede vivir». Y en ese momento me sentía exactamente así y tuve que echarle valentía para ser yo. No iba a hacer lo que los demás me digan que tengo que hacer
–¿Le presionan para que cante flamenco o al contrario?
–Escuchaba muchas opiniones, y la verdad es que yo misma las buscaba. Pedía ayuda y eso fue lo que me bloqueó.
–Necesitaba sus propias respuestas.
–Es que soy alguien que duda en exceso y quiero escuchar opiniones. Las valoro. Porque en el fondo trabajas para un público también.
–Y sin embargo, ha encontrado su voz con muchas colaboraciones en el disco.
–Sí, los necesitaba a todos. Yo sola no podía hacerlo y han sido muy generosos. Jota, Manu Ferrón, Antonio Arias, La Bien Querida, Pájaro Jack, mi hermana Estrella, mi madre y mi hermano José Enrique. Me han dado todo.
El lector
«Leo la Prensa, me interesa. Compro a veces el periódco y aprovecho para leerlo en la tableta. La política intento seguirla pero hay tal lío formado que todo me resulta pura confusión. Quiero saber lo que ocurre en el mundo y estar al tanto. La cultura también. No te puedes quedar desconectado del mundo».