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Tangerine Dream, el grupo mítico que se volvió empresa

Lo que queda de los pioneros de la electrónica, que publicaron decenas de trabajos, pasa por España de gira repasando su repertorio de ciencia ficción.
larazon

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Lo que queda de los pioneros de la electrónica, que publicaron decenas de trabajos, pasa por España de gira repasando su repertorio de ciencia ficción.
Estamos en el año en que transcurría «Blade Runner» (sí, noviembre de 2019) y ya nos hemos dado cuenta de que nos tenemos que conformar con la versión más cutre del futuro que nos habían prometido. Y con el futuro soñaron mucho Tangerine Dream, pioneros del «ambient» y del «space rock», surgidos de la fascinación por los sintetizadores que solo hablaban del lenguaje del porvenir. Incluidos en esa amalgama imprecisa del «krautrock», la banda fue creada por Edgar Froese, emigrante ruso en Berlín, cuya obsesión fue la de darle a la tecnología un uso creativo. Era 1967 y Froese escuchaba tanto a Stockhausen como el «Sgt. Peppers» buscando darle un aliento cósmico a su música, una forma escapista bajo la que publicó discos experimentales como «Electronic Meditation», «Zeit» o «Alpha Centauri». Sería el comienzo de una carrera con múltiples etapas, y también el nacimiento de una marca bajo la que se han editado 137 referencias. Hoy, lo que queda del grupo, que es poco, presenta en Madrid una revisión de sus éxitos. Mañana, en Valencia.
A lo largo de los años han pasado por la banda una larguísima lista de miembros aunque solo Chris Franke se mantuvo con constancia, hasta 1988. También formaron parte de la etapa más emblemática Peter Baumann y Michael Hoenig y hasta Conrad Schnitzler. Sus discos más conocidos llegaron tras el fichaje por Virgin, como «Phaedra» y «Ricochet», que llevaban a cabo en presentaciones en directo llamativas en catedrales o cargando hasta diez toneladas de equipos, con antiguos sintetizadores modulares y rayos láser de gira por el mundo. Tangerine Dream abrieron el camino que Jean Michel Jarre o Mike Oldfield supieron luego simplificar y acortar los largos pasajes psicodélicos e instrumentales de los pioneros. «Rubycon», sí, inspirado en Julio César, estaba compuesto solo de dos largas canciones insondables que para muchos fue una de sus mejores obras, entre las que se deben incluir algunas de las decenas de bandas sonoras que produjeron, como las de «Risky Bussiness» o «Ladrón», una cinta de Michael Mann. Sin embargo, a finales de los 70, comienza su declive. El grupo busca sintonizar con un gusto más comercial, y los músicos de estudio arropan a Froese, quien finalmente deja a su hijo Jerome el puesto. Pero el propio Jerome abandona y convierte el grupo en una factoría de discos por encargo. Tras el fallecimiento del patriarca en 2015, pasó lo menos esperado: el «revival» de la estética de sintetizadores y la ciencia ficción-nostalgia les devuelve a la actualidad con su aparición nada menos que en «Stranger Things». El futuro era esto.