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Terry Gilliam: «La ópera es un animal en peligro de extinción»

Terry Gilliam lleva al Gran Teatro del Liceo su espectacular superproducción de «Benvenuto Cellini», de Hector Berlioz
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Terry Gilliam lleva al Gran Teatro del Liceo su espectacular superproducción de «Benvenuto Cellini», de Hector Berlioz
Terry Gilliam lo tiene claro, «la ópera es un animal en peligro de extinción». Por eso, hay que dejar de representarlo como una pieza de museo para élites y acercarlo a su esencia popular del siglo XIX. «El público ha cambiado, no podemos hacer lo mismo que se hacía hace más de un siglo. Queremos dar la sensación de que no hacemos ópera, sino un gran show, algo maravilloso y alegre para el público», sentecia el Monty Python.
Esto queda claro en la segunda aproximación a la ópera de Gilliam tras «La condenación de Fausto», de Berlioz. En este caso, vuelve al compositor francés, pero esta vez con la más gigantesca ópera de su repertorio, «Benvenuto Cellini». El Gran Teatro del Liceo, si la huelga no lo impide, acoge a partir del 8 de noviembre esta gran adaptación, que tras el éxito en Londres y Amsterdam, vuelve poner cerca de 100 personas sobre el escenario para explicar la rutilante vida de este artista y joyero renacentista que luchó toda su vida por lograr la belleza perfecta. «Hace unos años me tropecé con la autobiografía de Cellini y en seguida pensé en hacer una película con su alocada historia. Sin embargo, cuando me enteré de que Berlioz había hecho una ópera, no lo dudé, tenía que hacerla. La conjunción de tres locos como Cellini, Berlioz y yo mismo tenía que funcionar», comenta Gilliam.
Con una puesta en escena llena de color, que responde a la perfección al imaginario surrealista y alocado de Gilliam, el director crea una exuberante fantasía que incluye desde acróbatas y artistas circenses a momentos carnavalescos y festivos. En primera estancia, Gilliam utilizó las imágenes típicas de Piranessi para crear las atmósferas de la pieza, pero sólo era un punto de partida para crear un collage de imágenes que va del siglo XVI al XIX. «Lo bueno de Berlioz es que no tenía miedo de experimentar y probar cosas nuevas, lo que a veces le salía mal. Nosotros hemos cortado estas partes y nos hemos quedado con la esencia de la ópera. Nuestra prioridad era el espectáculo. En Inglaterra, nadie trata a Shakespeare como si fuesen las sagradas escrituras, por lo que todos lo cortan. El mundo de la ópera tiene que ser igual. No lo hacemos por una cuestión egomaníaca, de que se vea “mi obra”, sino por pragmatismo, para sacar lo mejor de la pieza», señala el director de «El rey pescador».
El tenor John Osborn es aquí Benvenuto Celinni, en un elenco que incluye a Adria Xherma, Kathryn Lewek, Mauricio Muraro o la debutante catalana Lídia Vinyes en el papel de Ascanio. El esfuerzo que les ha pedido Gilliam hace que durante toda la representación no paren ni un segundo quietos. «En realidad, soy un amateur en esto de la ópera y no sé cuáles son sus límites. Sé que he hecho que los cantantes se acaben por tirar por un precipicio, pero han aprendido lo increíble, a volar. La verdad es que hemos creado un monstruo capaz de devorarnos a todos», dice.

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