The Doors, detrás de la puerta
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Reeditan el único documental oficial que la mítica banda grabó y que llevaba tres décadas en versión «pirata».
En la historia de The Doors, junto al componente artístico, que es el principal, hubo muchos otros orbitando, a veces como fantasmas, a veces como fuerzas que atraían a cualquier observador hacia el núcleo de una de las bandas más importantes de la historia. La política, las drogas, la opinión pública, la provocación, el sexo, el marketing y los medios afectaron durante su corta historia al cuarteto de Los Ángeles. Pero hubo un elemento fundamental de índole interna que los mantuvo unidos, la lealtad. Muchos de esos ingredientes resaltan en el documental que acaba de ser remasterizado, «el primer y único filme producido sobre The Doors por The Doors», que llevaba tres décadas circulando en formato «pirata». El 11 de noviembre aparece a la venta «Feast of Friends», dirigido por Paul Ferrara, que narra la vida en la carretera del grupo en el verano del 68 junto a una buena cantidad de extras y complementado con el documental británico «The Doors are Open», que se grabó a continuación del primero en Londres con un trasfondo más político.
El batería original y uno de los dos supervivientes del grupo, John Densmore, se empeñó durante décadas en conservar intacto el legado musical de The Doors, y para ello incluso se enfrentó en los tribunales a los otros dos miembros supervivientes a Morrison, Robby Krieger (guitarra) y Ray Manzarek (teclista, fallecido en 2013) por seguir haciendo las cosas exactamente como le habría gustado al cantante. Densmore se opuso a licenciar ninguna canción de The Doors para aparecer en un anuncio, a pesar de las ofertas mareantes que se les presentaron. «Sí, verdaderamente absurdas cantidades de dinero», cuenta Densmore al teléfono desde su casa de Los Ángeles, («donde nací, donde conocí a mis hermanos de The Doors y donde sigo viviendo»). «Lo hice porque sabía que Jim (Morrison) no lo habría aprobado. Él se enfadó tanto por aquel caso de “Come on, Buick, Light My Fire”... que no iba a consentirlo». En 1968, por la época en la que fue grabado el documental que ahora aparece, The Doors recibieron 75.000 dólares por permitir el uso de su mítico tema “Light My Fire” para un anuncio de la casa de automóviles Buick. «Esa canción la escribió Robbie Krieger casi entera y se creyó con derecho a utilizarla, pero Jim se indignó. Se enfureció porque para él toda la obra del grupo le representaba», narra. En 2003, la historia volvió a repetirse, pero esta vez en otros términos que convertían el dilema en uno de los más peliagudos: Cadillac ofreció primero 5, luego 10 y subió hasta 15 millones de dólares por usar el mismo tema también para un «spot». Densmore se opuso. «Mira, él es como mi anscestro. No está aquí, y lo único que puedo hacer es lo que él hubiera querido. ¿Sabes?, todos teníamos una casa y coches bonitos. No tenemos problemas», comenta el batería.
Sin embargo, Densmore no se ha opuesto en esta ocasión a la reedición de un material que Morrison sí consintió y en el que se puede apreciar el funcionamiento íntimo del grupo. De hecho, el metraje había terminado en la estantería durante todo este tiempo por motivos legales que impidieron su comercialización y la leyenda contaba que, de hecho, había sido el propio Morrison quien «olvidó» oportunamente la cinta original en una casa de un amigo en París en 1971, cuando se mudó a vivir a la capital francesa. El metraje cayó en manos de algunos seguidores que hicieron copias analógicas, pero recientemente se filtró en internet. La edición que ahora se publica incorpora mejor calidad de sonido y de audio y un buen puñado de extras.
«Simplemente, lo hicimos»
«La intención haciendo aquella película no era otra que documentar lo que estábamos haciendo durante unos años fascinantes. Ray y Jim habían estudiado cine en la UCLA (Universidad de Califorma Los Ángeles) y tenían amigos que sabían manejar equipos y el lenguaje fílmico. Así que, simplemente, lo hicimos», explica. El contenido global de los documentales muestra los dos lados de Morrison: por una parte, cuando camina con el torso desnudo entre una muchedumbre de féminas enloquecidas, provocando hiperventilaciones; por el otro, recitando en el camerino, jugando al póker con la banda con un poco de calderilla o retorciéndose sobre una gran roca de granito que antecede a un acantilado, como poseído por un ataque de danza contemporánea. Todos los Morrison. «Bueno, ya sé que la gente lo imagina como problemático, pero él era en realidad cálido, amistoso y divertido; alguien a quien te gustaba tener alrededor». Existe también la leyenda de que era superprotector con la banda. «Sí, nos consideraba familia», dice Densmore en rudimentario español, que a veces confunde con francés o italiano. «Una vez, un presentador nos anunció en un teatro. Dijo: “¡Con ustedes, Jim Morrison and The Doors!”. A continuación, Jim le agarró por el traje, le arrastró de nuevo al escenario, y le hizo volver a anunciar al grupo como The Doors a secas. La relación siempre fue buena entre nosotros, aunque a medida que sus problemas con el alcohol y las drogas aumentaban, y él podría reconocer hoy que todos lo desaprobábamos, nuestra relación se convirtió en algo más difícil». Todos veían asomar al diablo. «Sí, para mí fue una tortura porque habíamos encontrado un camino en la música y yo me había convertido en un miembro relevante en una de las grandes bandas de la historia, y ver toda esa autodestrucción... sentí como si estuviera siendo crucificado», señala. Cuando falleció, los músicos habían perdido cierto contacto, en medio de una pausa necesaria por la salud mental de Morrison. «Por eso no dí crédito a las leyendas que afirmaban que estaba vivo en realidad. Me costó creerlo, porque él, en ese tiempo, era como esos irlandeses a los que ves borrachos y que parece que pueden seguir bebiendo sin fin. Él también tenía una capacidad de aguante increíble. Pero cuando la realidad me golpeó, me vino a la cabeza la manera en la que había ido descendiendo poco a poco hacia el abismo y supe que era verdad».
En aquel momento, los tres supervivientes trataron de continuar y publicaron dos discos más como The Doors. «Teníamos un contrato para cinco álbumes, pero yo sabía que no podíamos seguir así. No éramos The Doors sin Jim. Así que lo dejamos». Sin embargo, en 2002, poco antes del incidente publicitario con Cadillac, Manzarek y Krieger empezaron una gira por su cuenta. «El problema es que podían haberse llamado de muchas maneras, y eligieron The Doors of the 21st Century (The Doors del siglo veintiuno) aunque la primera parte estaba escrita en letras realmente grandes y la segunda parte en tipografía diminuta. Yo les había dado consentimiento, pero les demandé por hacer eso, me pareció que era manipular», señala Densmore, que narra todo el proceso leal en un libro («The Doors Unhinched», que no tiene editorial en castellano) con el subtítulo: «El legado de Jim Morrison va a juicio». «Lo escribí como parte de mi lucha por mantener el nombre del grupo puro», cuenta Densmore, que ganó el juicio y sus compañeros cambiaron el nombre. Sin embargo, el contenido crítico de ese libro incluía un capítulo titulado «El gen de la avaricia», en el que se revelaban intimidades y enfrentamientos entre los supervivientes del grupo. Densmore, en cambio, les envió a sus compañeros el último capítulo del volumen, de tono más conciliador, «para asegurarme de que, a pesar de estar al final, lo leyesen». «En él les preguntaba a Ray y a Robby cómo podía no quererles. Son mis hermanos. Por suerte, antes de que muriese Ray (Manzarek) tuvimos una conversación bastante sanadora y nos sentimos mejor después de todo lo ocurrido». Estos fueron tiempos más amargos, pero para Densmore, en la película puede verse «el mejor documento visual de nuestra banda en directo».