Un «Don Giovanni» descafeinado
Crítica de ópera / 77ª quincena musical. «Don Giovanni», de Mozart. Dirección musical: Manuel Hernández Silva. Intérpretes: C. Maltman, J. Fardilha, I. Lungu, N. Cabell, T. Spence, M. Urbieta... Orquesta Sinfónica de Euskadi y Coro Easo. Auditorio Kursaal. San Sebastián. 13-VIII-2016.
Este año ha echado a andar la Quincena Musical con San Sebastián como Capital Europea de la Cultura. Este reconocimiento parecería más que apropiado para ofrecer una edición extraordinaria del veterano Festival de Música. Pero no ha sido así. De hecho, la programación de la Quincena es una de las menos atractivas de los últimos años. Si como muestra vale un botón, en la programación no hay este año sino una única ópera, solamente en un día, y además en versión de concierto. Tendría que echar la moviola a mis años jóvenes para encontrar una ramplonería semejante. Está claro que para las autoridades donostiarras la música no forma parte de la cultura o, al menos, no forma parte de la cultura tal como ellos la entienden. Esta versión de concierto de la obra maestra de Mozart ha venido lastrada por decisiones musicales difíciles de entender, y de las que hay que responsabilizar al director Manuel Hernández Silva. Una ópera de Mozart con una orquesta de 58 profesores no deja de llamar la atención, ya que más de una vez hemos asistido a óperas de Puccini con orgánicos semejantes. Si a esto se une que los cantantes se sitúan detrás de la orquesta y en un plano elevado para facilitar sus movimientos, está claro que los cantantes han estado muy preocupados desde el principio por hacer llegar sus voces al auditorio, lo que ha traído consigo una versión vocal de muy escasos matices y vociferaciones excesivas. A todo esto habría que añadir que Manuel Hernández Silva no parece concebir «Don Giovanni» como un drama «giocoso» (no es una ópera bufa, como se leía en los sobretítulos), y se olvida en muchas ocasiones del mencionado calificativo de «giocoso» o alegre. Ofreció la versión más completa de la ópera, aunque llamó la atención los numerosos cortes que hizo en los recitativos. A sus órdenes estuvo una buena Orquesta Sinfónica de Euskadi, que una vez más demostró que está más cómoda en escenario que en foso. Como digo más arriba, los cantantes han estado más preocupados en ofrecer decibelios que matices, y eso en «Don Giovanni» es pecado mortal. No cabe duda de que Christopher Maltman es uno de los más reconocidos intérpretes de Don Giovanni en la actualidad, pero su actuación me ha resultado decepcionante en este caso, aunque se encontraba en muy buen estado vocal. Nunca le he visto cantar el personaje con tan pocos matices. A su lado José Fardilha fue un Leporello demasiado vociferante y con afinación dudosa, cuando menos. Irina Lungu lo hizo francamente bien en Donna Anna, demasiado estática en escena, pero exhibiendo una voz de calidad y buena línea de canto. La soprano americana Nicole Cabell fue una Donna Elvira con voz de Musetta. Hace falta un centro y unos graves de mayor entidad, aunque resolviera bien «Mi tradí». Toby Spence fue el más mozartiano de todo el elenco en la parte de Don Ottavio, aunque la voz no está sobrada de calidad. Miren Urbieta mostró una voz atractiva y suficiente en Zerlina, pero le faltó más gracia y picardía. Discreto el Masetto de José Manuel Díaz. Finalmente, Daniel Giulianini fue un correcto Comendador, aunque sonaba más a bajo-barítono que a auténtico bajo. El Kursaal había agotado sus localidades y el público dedicó una cálida acogida a los artistas, aunque hubo bastantes deserciones en el segundo acto.