Buscar Iniciar sesión

Un espectáculo extraordinario

Crítica de clásica / Temporada de la OCNE. Howard Shore. «El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo» (Película con música en vivo). Intérpretes: Clara Sanabras (vocalista), Javier Ronco (solista infantil). Escolanía del Sagrado Corazón de Rosales, Coro y Orquesta Nacionales. Director: Shih-Hung Young. Auditorio Nacional de Música, 2, 4-I-2015. Madrid.
La Razón

Creada:

Última actualización:

¡Menuda forma de empezar el año! La Orquesta y el Coro Nacionales de España se han apuntado un tanto colosal de programación y de captación de nuevos públicos con esta aventura, absurdamente temida por unos y descalificada por otros. Esto es, pasar en pantalla el filme de Peter Jackson que abre su «itinerario Tolkien», en versión original y con subtítulos, con los temas de la banda sonora interpretados en escena por solistas, coro y orquesta. Un Auditorio Nacional a rebosar, vendida toda la taquilla, con familias y espectadores, tanto amantes de la trilogía como público novel, asistió con atención y silencio casi religiosos –que ya querríamos en muchos conciertos–, a las casi 3 horas y media de espectáculo, tras el que no hubo defecciones y que terminó con entusiasmo desatado de tan magnífica audiencia.
La primera reflexión, obvia, es que las casi quince horas de música compuestas por el canadiense Howard Shore para las dos trilogías de Jackson constituyen una proeza artística casi digna del otro «Anillo», el de Wagner. Shore, infatigable «Juan Palomo», compositor y orquestador de su obra, ha construido un edificio sonoro impactante, recurriendo, claro, a la magnificencia sonora orquestal y coral que reclaman los grandes momentos fílmicos, pero haciendo gala, a la par, de un intimismo instrumental de gran maestro de la ambientación. Su trabajo en la primera película, «La Comunidad del Anillo», presenta temas y motivos que hoy ya son indisociables. Recrear, aún más sincronizar, y todavía más concertar todo, fue tarea impagable del músico de Taiwán Shih-Hung Young –conviene retener su nombre–, que vive (y hace vivir) con pasión hasta el último recoveco de la magna partitura de Shore. Formidable la Orquesta Nacional en todas sus secciones, aunque los metales y la percusión dominaran no pocos instantes de la obra, y a su misma altura el Coro Nacional, que, imponente en afinación, justificó la labor de su director, García Cañamero. Frente al coro, en los laterales de la sala, la Escolanía del Sagrado Corazón, impecable, hasta en la intervención, nada fácil, de su solista infantil, Javier Ronco, en el tramo final del conjunto. Clara Sanabras cantó con gusto y claridad el «May It Be» de Enya en el filme y los otros solos vocales de la composición. Y ahora a por las otras, con éxito garantizado.