Viena

Un Purcell con heparina

«The Indian Queen». De Purcell. Voces: V. Yi, J. Bullock, M. Brutscher, N. Stewart, N. Koutcher. Dirección de escena: P. Sellars. Dirección musical: T. Currentzis. Coro y Orquesta de la Ópera de Perm. Teatro Real. Madrid, 5-XI-2013.

La Razón
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Sorprendente propuesta y sorprendente espectáculo, lleno de aciertos, de excesos, de vacíos y de extensión. Proyecto que claramente lleva la firma de Gerard Mortier. El ahora asesor artístico del teatro es hombre de ideas, de ideas y de amigos fijos –Sellars, Currentzis, etc.– y ello queda reflejado en «The Indian Queen». La filosofía de Mortier naufraga en propuestas como «Macbeth» o «Don Giovanni» para encajar en esta ocasión. Otra cosa es que para asistir a este bello espectáculo convenga haberse puesto antes una inyección de heparina.

Sorprende que Mortier prefiera ofrecer en concierto una ópera como «Dido y Aeneas» y, en cambio, ponga en escena una partitura, de la que Purcell dejó escrita menos de una hora, a base de encargar a la nicaragüense Rosario Aguilar la creación de un texto sobre la maldad de los conquistadores españoles con los indios que otorgue contenido argumental y dramático a una obra que carece de él. A esos 45 minutos de música se añaden los citados textos y otras músicas del autor, con textos que nada tienen que ver con «The Indian Queen», hasta alcanzar casi tres horas y media de duración. Para colmo se inicia con un ballet lleno de silencios. Peter Sellars no ha sido consciente de límites a la hora de «componer» su espectáculo. Por cierto, ¿alguien cobra derechos? ¿Quién y cuánto? Y, ¿a qué responde este afán al iniciar temporada con dos alegatos contra la actuación de los españoles en Latinoamérica? ¿Tan mal nos ve Mortier en la historia? Dicho lo cual, también hay que decir que el espectáculo reúne mucha belleza, enorme plasticidad en una pobreza que, a pesar de todo, se siente. No estamos ante una ópera sino ante una propuesta multimedia, con parcos pero coloridos decorados, una correcta iluminación, una coreografía reiterativa y un adecuado manejo actoral. Sorprende la calidad de los conjuntos de la Ópera de Perm: los solistas, la orquesta y un coro al que se deben los mejores momentos de la función. Curioso que esta coproducción con Perm y la English National Opera sea la única con un teatro extranjero que se anuncia en la web del Real. ¿No habíamos logrado estar en primera línea? En otros tiempos se coproducía con el Covent Garden, Viena, París o la Scala. El Real registraría unos tres cuartos de ocupación, drásticamente reducida tras el descanso. Hubo algunos abucheos a Sellars. No se los merecía por su trabajo, pero quizá a los espectadores no les agradó la maltrecha imagen de los conquistadores ni la excesiva duración del espectáculo, cuya monotonía final no pudo evitar ni la maravillosa música de Purcell ni su buena interpretación.