Una «Traviata» joven y fresca
«La Traviata». S. Yoncheva, M. Kosenkova, C. Alunno, I. Magri, S. Piazzola, etc. Cor de la Generalitat Valenciana, Ballet de la Generalitat y Orquesta de la Comunitat Valenciana. Dirección original de escena: W. Decker. Dirección musical: Z. Mehta. Palau de les Arts. Valencia, 10-XI-2013.
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En cualquier teatro supondría un lujo cerrar el bicentenario Verdi-Wagner con dos óperas como «Traviata» y «Valquiria», con Zubin Mehta a la batuta y una orquesta como la del Palau de les Arts. Este teatro, con Helga Schmidt al frente, lleva años haciendo milagros, pero tampoco se pueden pedir peras al olmo. ¿Qué podrá programar en el futuro con un presupuesto que sólo supera en un millón de euros a su coste de personal, fijo o fijo-discontinuo? Cuando las cosas van por tal camino sólo hay una forma de programar: elegir a jóvenes que despunten. El público lo aceptará siempre que la orquesta mantenga su nivel y que Mehta y Domingo continúen a bordo. «Traviata» es ejemplo de ello. El maestro domina Verdi casi tan bien como Wagner, resultando un placer la fortaleza con la que inicia las cabaletas –«O mio rimorso»– o la delicadeza de momentos como «Dite alla giovine». Se percibe que Mehta ha trabajado a la antigua, con la orquesta y con los cantantes. Es casi al final de la serie cuando llega al escenario el reparto programado para casi toda ella. Jessica Nuccio sustituyó a Sonya Yoncheva como Violetta y Aquiles Machado e Ismael Jordi, entre otros, a Iván Magri como Alfredo. Simone Piazzola ha sido en todas las funciones un sólido Giorgio Germont en el más exacto significado de la palabra. Voz grande y bien timbrada que no necesita de los derroteros efectistas por los que Piazzola se lanza a veces en un innecesario afán por querer demostrar lo obvio: que tiene caudal. El jovencísimo Iván Magri posee una voz de color grato, pero le faltan aún horas de escuela para desarrollar el estilo y para adquirir desenvoltura escénica. Páginas como «Parigi o cara» requieren una ductibilidad hoy ausente en el tenor de Catania. Sonya Yoncheva (Bulgaria, 1981) supone toda una revelación. Apenas hace tres años que ganó Operalia y se desenvuelve con toda naturalidad tanto vocal como teatralmente. Es un animal escénico. Su voz de lírica, sólo un punto ligera, le permite salir exitosa de un papel para el que siempre se ha dicho que se necesitarían tres sopranos, una ligera para el primer acto, una lírica para el segundo y una dramática para el resto. Eficacísima la ya histórica producción de Willy Decker para Salzburgo en 2005. Demostración de cómo con pocos elementos en escena, pero con un concepto dramático claro y acertado y una inteligente dirección actoral, se puede ofrecer lo de siempre con una nueva y fresca mirada. Gran triunfo para un teatro con ideas que precisa urgentemente decisiones políticas presupuestarias.