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Weill, típicamente americano

«Street Scene». De Kurt Weill. Con Geof Dolton, Sarah Redgwick, Susanna Hurrell, Paul Featherstone, Kate Nelson, Paul Curievici, Robert Burt. Director musical: Tim Murray. Dirección de escena: John Fulljames. Barcelona. Gran Teatro del Liceo 1-III-2013.
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El musical no es un género que se haya prodigado demasiado en el Gran Teatro del Liceo, pero tratándose de esta primera ópera de Kurt Waill en los Estados Unidos, que se estrenó en Filadelfia (1946) como una ópera americana o de Broadway, queda entre el musical y la ópera a ojos europeos y hay que hacer constar que se trata del estreno de la obra en España. Weill realiza una extraordinaria labor gracias a un libreto excelente del laureado dramaturgo americano Elmer Rice, basado en su obra teatral del mismo nombre que conquistó el premio Pulitzer en 1929 y a unas letras de las canciones del poeta afroamericano Langston Hughes, una figura destacada de la llamada «Harlem Renaissance» de los años treinta. El resultado gustó en la época del estreno muy especialmente a los críticos y especialistas, que la señalaron como una verdadera ópera estadounidense tras sus diversos musicales de los años anteriores. Para el público actual la obra ofrece un destacado interés por la calidad del libreto y de sus canciones, que nos introducen perfectamente en los sufrimientos y anhelos de un grupo de vecinos, la mayoría inmigrantes, en un barrio de las clases menos favorecidas de una gran ciudad como Nueva York. Todo ello con un trasfondo político-social importante que ya fue muy apreciado durante el estreno en 1929 de la obra teatral, llegando a nuestro país sólo un año después.
Esta cuidada y versátil coproducción de The Opera Group y Young Vic de Londres está muy trabajada y se ha representado durante varias temporadas en la capital británica, y aterriza ahora en Barcelona tras su éxito a finales de enero en el Théâtre du Chatelet de París. Una sugerente y eficaz estructura que simboliza el bloque de vecinos con la orquesta incorporada en la escena sirve de adecuada escenografía, y cuenta con una milimétrica dirección de escena en la que todo sucede con gran velocidad y un sinfín de personajes, niños, paseantes, niñeras, etc., que sufren dos tórridos días de verano que terminan en tragedia, con el desahucio de una de las familias y un doble asesinato fruto de la venganza de Frank Maurrant al encontrar a su esposa con un amante. Todo ello con un sabor típicamente estadounidense, y con unas destacadas canciones, cuartetos, quintetos, breves piezas corales, todo ello algo más cercano al musical que a la ópera, desde el punto de vista europeo y con la consiguiente y sutil amplificación del sonido y una orquesta con mucho viento y metal y una escueta formación de las cuerdas que funcionó con gran solvencia en el Liceo. Una obra interesante de un repertorio poco habitual que fue bastante aplaudida gracias a un extenso reparto muy cualificado y una excelente producción ante un público algo más diverso de lo habitual.

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