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Nacho Ares: «Las universidades españolas están llenas de sesudos ignorantes»

Publica «La hija del sol» (Grijalbo), una novela que relata la historia del faraón Akhenatón, supuesto instaurador del monoteísmo en Egipto.
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Publica «La hija del sol» (Grijalbo), una novela que relata la historia del faraón Akhenatón, supuesto instaurador del monoteísmo en Egipto.
Hay gente que tiene una casa en el pueblo. Hay gente que tiene una casa en la playa. Pero también hay gente que la casa la tiene en El Cairo. Como Nacho Ares, el autor de «La hija del sol» (Grijalbo), una novela enmarcada en el 1350 a.C. En aras de acabar con los privilegios de un clero corrupto, el faraón Akhenatón, apoyado por su hermana Isis, decide buscar otra capital para el reino e instaurar un nuevo culto a Atón, el dios del sol. La obra «nos enseña que todos tenemos derecho a equivocarnos, que no hay nadie perfecto y que siempre hay que dar una segunda oportunidad».
–Dicen que es usted uno de los máximos expertos en egiptología de España...
–No lo sé... Estoy muy en contra del mundo académico, aunque lo respete. He dado clases, he impartido conferencias, pero las universidades españolas se lo tienen que hacer ver. Están llenas de sesudos ignorantes.
–¿De Egipto no se sabe nada?
–Entre el 15 y el 20% de lo que debió haber. Se conoce muy poco de la época faraónica. Estamos hartos de ver nombres de personas de las que no sabemos dónde están enterrados, ni cómo vivieron... Ciudades enteras desaparecieron y no se sabe dónde están. Decimos que los egipcios estaban obsesionados con la muerte porque gran parte de lo que conocemos de ellos viene a través de las necrópolis. Se enterraban con muchas cosas porque amaban la vida y porque querían prorrogarla en el más allá.
–¿Y los españoles?
–También la aman, más que nadie. Pero una cara de Tutankamón vende más que otra de Felipe II porque Egipto nos sigue cautivando, nos lleva a un mundo idealizado, muy exótico... Nosotros no dejamos de ser herederos de esa cultura. La tradición judeocristiana tiene muchos elementos de la cultura clásica, pero ha bebido de fuentes egipcias.
–¿Cómo se vive en Egipto?
–De una manera muy tranquila, a pesar de los prejuicios que tenemos del mundo árabe y del terrorismo. Con todas las muertes que se han producido en Europa seguimos pensando que estamos más seguros que allí. Eso parte de la ignorancia de quienes no han viajado ni han leído un libro en su vida. Aunque a la cultura del islam se le hayan puesto muchas etiquetas negativas también tienen aspectos buenos.
–¿Como por ejemplo?
–Es una religión muy machista y racista, pero también se puede destacar la convivencia, el respeto...
–Más allá de sus pirámides, ¿cuáles son los mayores atractivos de Egipto?
–Cada vez que voy me sigue cautivando la cultura del islam, que no es ni mejor ni peor. Me parece muy triste calificar a la gente por la cantidad de ropa que lleve encima. Los indios del Amazonas que van en pelotas podrían pensar de nosotros que somos unos pobrecillos oprimidos por tener que llevar una camiseta y un taparrabos para salir a la calle.
–¿Quién sería el faraón Akhenatón de la actualidad?
–Es difícil de decir, porque los grandes soberanos de la antigüedad eran muy crueles y sanguinarios.
–¿Como quién?
–(Piensa) Donald Trump es bastante sanguinario, aunque no tiene la cultura que tendría cualquier faraón.
–¿Con qué sueñan los faraones?
–Con la vida eterna.
–¿Existe?
–Sí, aunque no en el sentido de seguir viviendo sobre este mundo tal y como estamos tratando. Si supieran que en 2017 hablamos de ellos... En realidad, es el mejor homenaje que les podemos hacer, porque de alguna forma están viviendo. Que conversemos sobre ellos es conseguir la vida eterna.
–¿Por qué estudió usted Historia Antigua?
–Hasta los 14 años me apasionaba la Medicina, que dejé después de leer el libro «Dioses, tumbas y sabios». Me fascinó la historia del descubrimiento de Tutankamón.
–¿Se enseña bien la Historia?
–Hasta hace 20 años era la lista de los reyes godos. Aquí no le pidas a un profesor que escriba un libro de divulgación, porque se le caen los anillos.
–¿Qué importancia tiene Egipto para la historia de la Humanidad?
–Occidente no se entendería sin Egipto. Hay frases del Nuevo Testamento que son un copia y pega de la máxima de Taweret. La tradición judeocristiana está muy influida por la cultura faraónica. De hecho, se dice que Jesús huyó de Herodes en Egipto, donde ya habían estudiado los filósofos griegos.
–¿Todos somos hijos del sol?
–Creo que sí. Estamos condicionados por la cultura cristiana, vayamos o no a misa. Y uno de los grandes errores de los nuevos gobernantes es negar esta realidad. Parece que para ser progre hay que renunciar al pasado. Pero resulta muy triste que haya gente que entra en una iglesia y sea incapaz de leer los mensajes, que son parte de nuestra cultura. Yo no soy creyente, pero no hay que dar la espalda a la religión.