Historia

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«No se puede tener ninguna aristocracia en los gobiernos»

Jostein Gaarder, que triunfó con «El mundo de Sofía» en la colección Las Tres Edades, que cumple 25 años, cuenta qué deben aprender los políticos de la filosofía

El escritor Jostein Gaarder
El escritor Jostein Gaarderlarazon

Jostein Gaarder prefiere las preguntas a las respuestas. «El mundo de Sofía», que publicó hace 24 años, es un catálogo de las cuestiones que han preocupado a los filósofos a lo largo de los siglos. Un éxito editorial que, de reescribirlo ahora, lo haría de una manera distinta: «Si lo volviera a redactar lo haría de una manera distinta. Aquí surge un problema: ¿Son las cuestiones filosóficas eternas? Cada época aporta nuevas interrogantes. Cuando los hombres comenzaron a construir robots y ordenadores, nos planteamos: ¿cuál es la diferencia entre la inteligencia humana y la artificial? Pero lo que más me alarma de “El mundo de Sofía” es que no hay nada relativo al clima, que es justo lo que están tratando ahora los políticos en París».

–¿Qué valores filosóficos deberían aprender nuestros actuales gobernantes?

–Hay muchas cosas que damos por supuestas. Unas son de carácter ético, lo que incluye una regla de oro: no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Pero también principios, como los de la Revolución francesa. No se puede tener ninguna aristocracia en los gobiernos. Las aristocracias no pueden sustituir al pueblo, porque los ciudadanos, en ese caso, tendrían que recurrir a la revolución. Los políticos deben mantener los principios de la Revolución francesa. Deben existir tres poderes: el gobierno, el parlamento y el sistema judicial. Y los dos primeros nunca deben interferir en las actividades del último. Eso es lo que pasa, precisamente, en las dictaduras.

Jostein Gaarder muestra su preocupación por la deriva de nuestras sociedades actuales. «Más que los valores materialistas que se propagan, lo que destacaría es que vivimos en una cultura de la autopresentación. La gente primero actualiza el perfil de Facebook y luego lee las noticias. Las personas están más preocupadas por su propia imagen que por las fotografías de las víctimas de Estado Islámico, por ejemplo.

–¿Cuáles cree que son los desafíos políticos actuales?

–Nosotros damos por supuesta la extensión de los valores democráticos en gran parte del mundo. Pero eso es algo que no podemos dar por hecho. Ahora vemos que Al Qaeda ataca, precisamente, nuestros valores democráticos occidentales. Ellos aseguran que nuestras sociedades son decadentes. Pero en Europa cada vez creemos que es un derecho de los hombres creer lo que quieras y ser libre para elegir tu orientación sexual. En cambio, ellos penan con la muerte estos dos puntos. Los tres retos internacionales que afrontan los políticos son: el clima, el fundamentalismo y la opresión de las mujeres. Todo está, en cierta manera, interrelacionado: la situación climatológica puede empeorar tanto que puede hacer que aumente el yihadismo y que las mujeres estén más oprimidas en sus países. Sólo hay que fijarse que estamos acogiendo ya a los primeros refugiados africanos que huyen del cambio climático que se está produciendo en sus países de origen.

Contra el extremismo

Gaarder muestra su preocupación por lo que está pasando en el mundo árabe y asegura que «si las mujeres tuvieran acceso a la educación tendrían menos hijos y esas sociedades serían mejores. Necesitamos más sociedades influidas por hombres y mujeres de igual manera. Estado Islámico no amenaza sólo a París o Londres, también a todas las demás personas. Están entrenando a jóvenes para que sean soldados y decapiten personas. Tenemos que luchar contra eso. Pero no sé cómo. No creo que los bombardeos sean suficientes. Es el desafío más grande». Su libro, «El mundo de Sofía», ha pasado la censura de China, se puede leer en Arabia Saudí o en Cuba. «Es muy extraño –comenta–, porque es una presentación de los valores occidentales. Pero eso está bien y demuestra que un libro también puede tener un impacto político». No obstante, él defiende como principal remedio contra la intolerancia y el fundamentalismo algo muy sen-cillo: la lectura. «Los padres deben leer cuentos a sus hijos. Es muy importante para la educación y porque une a las familias. Se crean unos vínculos especiales que son beneficiosos».