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Norman Foster: «Con este proyecto el prado se sitúa en la vanguardia internacional»

El Museo del Prado ha elegido su proyecto para lo que se ha llamado su segunda ampliación. Un plan que prevé recuperar las salas del palacio y reordenar el espacio a su alrededor.
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El Museo del Prado ha elegido su proyecto para lo que se ha llamado su segunda ampliación. Un plan que prevé recuperar las salas del palacio y reordenar el espacio a su alrededor.
Ha recibido los premios Pritzker y Mies van der Rohe, dos de los más prestigiosos que existen en la arquitectura. Norman Foster, británico con el título de «Sir», autor de la célebre 30 St Mary Axe, la famosa torre ubicada en el corazón de la City que, desde el inicio de sus obras, se convirtió en una parte indispensable de la identidad urbana de Londres y, al finalizar, en un emblema de su propio «skyline», se encargará de acometer la rehabilitación del Salón de Reinos del Prado. Ésta no es la primera vez que él trabaja en España. Ya lo ha hecho con anterioridad en Madrid, Barcelona y Valencia. Pero, ahora, acometerá uno de los proyectos más interesantes por su relevancia histórica y por su dimensión museística: la rehabilitación de lo que queda del antiguo Palacio del Buen Retiro. Un proyecto, que desarrollará de manera conjunta con el estudio de Carlos Rubio, que rebasa lo arquitectónico y que se interna en lo urbanístico, y que propone una amplia área peatonal que, de llevarse a cabo finalmente, convertirá el centro de Madrid en un espacio de referencia.
–¿Cómo se siente después de que su proyecto haya sido escogido para rehabilitar el palacio del Buen Retiro?
–Estoy muy emocionado, encantado realmente, de que me hayan elegido y seleccionado para desarrollar este proyecto. Sobre todo por el equipo con el que voy a trabajar en él a partir de ahora, entre los que hay muchos jóvenes españoles, personas que pertenecen a diferentes áreas, como arquitectos o ingenieros que desde el principio han demostrado estar muy interesados en sacar adelante este encargo.
–¿Cuál fue el mayor reto de la propuesta?
–De entrada, lo más complicado, por supuesto, era reinterpretar la memoria histórica que está contenida dentro del propio edificio, porque en su interior existen diferentes capas de historia pertenecientes a distintas épocas. Espero, de verdad, ser capaz de hacer juicios valiosos y oportunos para saber cuáles hay que dejar y cuáles debemos retirar.
–De hecho, ahí está el Salón de Reinos, que tiene una gran relevancia tanto histórica como artística.
–Justamente. Dentro todavía se conservan las instancias originales del siglo XVII, el conocido Salón de Reinos, que es magnífico. Por eso ha resultado tan complicado hallar la mesura adecuada, encontrar ese punto que te permite saber qué hay que mover y qué hay que dejar. Y permítame señalar otras de las complejidades que había y que es una de las características intrínsecas del palacio: el edificio está encuadrado dentro de una ciudad y esto te condiciona mucho. Había que conseguir que el espacio interior y el exterior se unieran de una manera que fuera sencilla. Siempre debemos tener en cuenta que dicha área es un espacio público y que debe resultar satisfactoria para todos. Así que nuestro diseño no sólo está interesado en el interior del edificio, sino que también tiene en cuenta el exterior, porque debe formar parte de una ciudad e incitar a la gente a entrar en él. Todo ha de estar unido. Lo externo y lo interno. Otro de los desafíos es que hemos podido ver que en el palacio existen varias zonas que no se han restaurado durante mucho tiempo y que tendrán que ser acondicionadas ahora, como, por ejemplo, es la parte del techo, un lugar que, además, ofrece grandes posibilidades para crear nuevas galerías.
–¿Que ha sido lo más difícil a la hora de plantearse este plan?
–Para mí, como arquitecto, resulta extremadamente relevante incorporar los espacios de la ciudad y que el edificio esté bien adaptado a las necesidades de la zona en la que está ubicado. Por eso, siempre planteo mis arquitecturas como parte de diseños urbanísticos. Yo propongo peatonalizar el área existente entre el edificio de Villanueva y el Palacio, que es un gran reto, y también un buen plan para la ciudad.
–Su iniciativa contempla rehabilitar el Salón de Reinos.
–Estamos hablando con los responsables de diseño y nos gustaría que fuera posible mostrar el trabajo histórico que todavía existe en el edificio y conjugarlo con lo contemporáneo. Una de las ideas, precisamente, para lograr esto, es crear puntos de luz discretamente colocados en las galerías con el fin de respetar el origen histórico. También incorporaremos nuevas galerías, una de ellas principal.
–Con este plan, ¿el Museo del Prado se convertirá en una referencia? ¿Se pone a la vanguardia, por decirlo de alguna manera?
–¡Por supuesto! Con la rehabilitación, la pinacoteca va a estar a la vanguardia museística internacional, porque seremos capaces de combinar la historia con los nuevos enfoques contemporáneos.
–En este complejo, que ya se ha venido a denominar como el «campus del Prado», ya ha participado antes otro célebre arquitecto, pero esta vez de apellido español: Rafael Moneo.
–Siento mucho respeto por él. Es un amigo. Todos los arquitectos trabajamos en algún momento con otros arquitectos. Es una de las cosas más interesantes de la labor que desarrollamos; y todos nos topamos con diseños diferentes que se han desarrollado en otro tiempo. Por eso, tenemos que saber incorporar nuestros nuevos diseños a los que ya existen previamente.
–En el proyecto que ha presentado trabaja con el estudio de Carlos Rubio.
–Rubio es una presencia esencial en esta colaboración conjunta. Hay que señalar que esto es muy relevante. Ya le conocía de antes y sentía un inmenso respeto hacia él. Ha sido una gran experiencia estar a su lado. Hemos trabajado juntos, hemos explorado posibilidades juntos y también hemos tomado decisiones juntos. Yo mismo he trabajado en nuestro pequeño estudio de Madrid. En Londres, he conocido arquitectos españoles y todos ellos tienen un nivel muy alto.